martes, 27 de diciembre de 2016

Ruinas


La reciente destrucción del yacimiento arqueológico de Palmira, en Siria, a manos del Estado Islámico, al que han sucedido bombardeos rusos y sirios, ha llevado al director del museo del Louvre de París a organizar, estos días, en el Grand Palais, una espectacular exposición gratuita sobre la destrucción intencionada de tres yacimientos arqueológicos. Palmira es la "estrella" de la muestra.

¿Qué es una ruina? Ya comentamos que una ruina no es un edificio o una ciudad arruinados. Éstos son entes deficientes, dañados, mutilados, a la espera de ser reconstruidos o borrados. Por el contrario, una ruina es un ente que no carece de nada. Posee todos los elementos -pintorescos, a menudo- necesarios -sean cuales sean éstos: a menudo, una integración natural o artificial con el paisaje, y la capacidad de evocar una época, una ciudad, unos modos de vida pretéritos y casi siempre soñados que, desde luego, seguramente no coinciden con los usos y costumbres que debían existir- que deben de ser preservados.
La ruina es fruto de la destrucción natural o natural y humana , es decir inevitable o voluntaria, y de la reconstrucción parcial hasta lograr un "efecto de ruina": una ruina es una cuidada construcción que sigue o parte de una imagen pictórica y pintoresca. Revela el gusto por lo incompleto, el fragmento. Busca despertar sentimientos de admiración y nostalgia, es decir sentimientos de desapego con el tiempo presente.
La condición de la ruina es paradójica: la ruina es fruto del paso del tiempo -o de la aceleración del tiempo- que degrada y trasforma. La ruina está modelada por el tiempo, tiempo que sin embargo es detenido cuando se decide qué imagen el ente deteriorado presentará a partir de ahora. Una ruina es extraída del tiempo. En caso de daño -es decir, cuando el tiempo vuelve a activarse- una restitución vuelve a detenerlo. La ruina es una construcción física e ideológica. El aspecto que presenta, la época que se pretende que evoque, responden a un ideario o una ideología. Así, los restos islámicos de Palmira -Palmira fue habitada hasta los años 60, las ruinas reutilizadas, restauradas- fueron fueron eliminados cuando la ciudad se convirtió en un "sitio eterno", como enuncia la exposición, es decir un espacio ultraterreno, inmune al tiempo. Del mismo modo, las capas, las transformaciones, las modificaciones renacentistas y barrocas del monasterio de San Pere de Roda, fueron borradas en una reciente "restauración" a fin de que prevalezca una imagen medieval (recreada o inventada), "carolingia", acorde con la ideología que sostiene que Cataluña es una creación franca, es decir no hispánica -ni islámica-, cuya momento de esplendor coincide con el de su origen.
Una ruina es fruto de una concepción del tiempo, según el cual el pasado es un tiempo heroico -lejano, anhelado, modélico e inalcanzable; de algún modo, indeseado también, pues una ruina que vuelve a la vida pierde dicha condición. Se inserta de nuevo en el tiempo, y el halo que la rodea se disipa. Regresa a una vida profana. Una ruina, por el contrario, posee un estatuto sagrado. De ahí su condición de inviolabilidad.  
Se puede vivir (malvivir) en una ciudad arruinada. Fotografías de Berlín, tras la Segunda Guerra mundial, muestran a habitantes circulando con un rumbo aparente por las calles aun no despejadas; recientes filmaciones de los barrios más arrasados de Alepo revelan una inusitada, casi incomprensible vida activa. Por el contrario, una ruina es un lugar congelado, del que la vida ha sido expulsada. Palmira pasó de ser una ciudad arruinada -pero viva- a una ruina -preservada y muerta- en cuanto sus habitantes fueron desplazados. La ruina es un estado político, responde a una decisión, la misma que convirtió el pueblo de Belchite bombardeado durante la Guerra Civil española, en una ruina que se visita con un guía, tras un ingreso de pago, cruzando un perímetro "musealizado". Recuerdos y catálogos en venta en la entrada. Nadie puede vivir de nuevo.
Una ruina es una construcción petrificada, cuidadosamente construida a modo de ruina. Alepo es hoy una ciudad parcialmente arruinada. El tiempo -una ruina siempre pertenece a un tiempo lejano, otro, que bordea el tiempo del mito- y decisiones políticas pueden transformarla en una ruina, como las ciudades romanas que la circundan. A fin de alcanzar este estatuto, sin duda, nuevas destrucciones y construcciones serían necesarias a fin de obtener el "efecto" deseado.  

La construcción ideológica de la ruina, que la "restitución" de Palmira suscita -restitución que busca suscitar una emoción a menudo lograda, siempre que la restitución no es evidente (como en Cnossos, por ejemplo y que la ruina parezca "natural", fruto de la resistencia casi heroica de las piedras al vandalismo- , es levemente abordada por la exposición -que da y debería dar qué pensar sobre cómo construimos nuestro pasado -a fin de olvidar el presente. El pasado siempre es un sueño.

La exposición no aborda temas como el bombardeo de obras maestras de arquitectura moderna como un rascacielos ministerial en Bagdad del arquitecto Rifat Chadirji, por la coalición internacional que, por otra parte, ha tratado de preservar algunos yacimientos arqueológicos, ni aborda el delicado o conflictivo , quizá demagógico, tema de la protección del patrimonio ante la destrucción de vidas humanas -a las que se concede un menor interés mediático.
Seguramente el objetivo de la exposición de centra en la preservación de yacimientos y monumentos de piedra -como la mezquita de Damasco, que no ha sufrido de la actual guerra civil, pero que es consecuencia de las destrucciones y transformaciones de niveles anteriores, desde mesopotámicos hasta bizantinos. Si se hubiera querido restituir el aspecto "original" del edificio, como en el caso del monasterio de San Pere de Rodas, se habría tenido que derribar todas las construcciones, reconstrucciones, ampliaciones y transformaciones posteriores, es decir, la casi totalidad de la mezquita.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. ¡Muchas gracias!
      Aunque supongo que no debemos "intelectualizar" demasiado (espero no dar demasiadas vueltas nivestsr de vuelta de todo), pensar o volver a pensar sobre lo que vemos y hacemos nos puede ayudar a entender mejor lo que sentimos. Algunos libros, ensayos y novelas, y exposiciones nos ayudan a juzgar mejor lo que nos rodea

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