El arte se asocia a la verdad, el artificio a la falsedad y al engaño. El arte, curiosamente, se halla del lado de lo natural -el arte no debe exudar esfuerzo, sino parecer una acción espontánea, y las obras, semejantes a entes naturales, en las que no se percibe trabajo-, el artificio se asocia a las máscaras, a un elaborado y calculado trabajo. La valoración ética de ambos maneras responde a esta doble visión o vara de medir.
¿Es justo?
Arte es un trabajo: una intervención (humana) que altera la naturaleza. La obra de arte es un producto cultural: denota ideas y maneras. Introduce cierto orden en el mundo, de modo que éste parezca dotarse de un sentido que debe ser desvelado. La naturaleza, salvo que la consideremos como una "obra" divina, no expresa nada. Nada (nos) comunica. Su lenguaje no es tal.
La cultura, en cambio, transforma formas y material naturales en formas o entes expresivos. Cosas y enseres que parecen existir desde siempre, y no ser obra de nadie, pero que dotan de significado a una parcela del mundo que, de pronto, y de este modo, entra -o parece- entrar en contacto con nosotros, para contarnos lo que queremos escuchar: formas que nos devuelven, amplificadas, las imágenes que construimos a partir de aquéllas. El arte es artificial, si bien busca ser confundido con lo natural, como si tuviera la muda quietud, la perfección inalterada de un objeto natural. Aunque la propia consideración de lo que es natural ya denota que nuestra mirada y nuestra mente han introducido diferencias en el mundo. Lo natural también es una construcción tanto mental cuanto física. Se interviene en la naturaleza afectada por el hombre para devolverle, esforzada, trabajosamente, un aspecto incontaminado. La naturaleza sería así el más alto logro del arte.
Existirían, sin embargo, diferencias entre el arte y artificio.
Podríamos pensar que el arte es "creativo": logra una logra metamorfosis. La unión de forma y materia es íntima que ya no se distinguen, como si se necesitaran, y da lugar a un nuevo ser o ente. Un ente vivo, animado por el arte que le infunde contenido o "sustancia". Por el contrario, el artificio seria tan solo una máscara que recubriría pero no transformaría, la materia o aquello, fuere lo que fuere, sobre el que se "aplica". De ahí que el artificio solo pudiera engendrar una ilusión de vida, pudiendo desenmascararse. El artificio no afectaría sustancialmente el ente. En todo caso, lo escondería bajo una pátina.
Pero esas consideraciones serían antes éticas que no estéticas. Se pudiera pensar que la máscara o el maquillaje son inferiores a un rostro.
Desde otro punto de vista, se diría que el arte busca que no se note. El trabajo artístico pretende que la alteración que produce no se perciba (como alteración o afectación). El arte busca la sencillez, la "naturalidad" sobre todo cuando estiliza al máximo las formas de manera que alcancen un alto grado de abstracción, alejadas de las imperfecciones y los caprichos naturales. El artificio, en cambio, es una loa a la intervención humana. Ésta se exalta, se manifiesta, se exagera. Las formas rehuyen no destacar como supremas manifestaciones del hacer y del pensar humanos. El artificio da la espalda a la naturaleza, para que brille, por el contrario, el refinamiento, la construcción, la gestualidad calculada para deslumbrar.
Pero, entonces, el arte, que pretende confundirse con la naturalidad, tendría que ver más bien con la mentira. El arte es la ocultación de las maneras. Pretende pasar por lo que no es: una elaborada, compleja y completa construcción, lo que es una ficción, que parece "natural". Mientras que el artificio no se esconde. Es lo que es. Exhibe sus formas. Se exhibe. No pretende engañar sobre lo que no es.
El artificio sería la suprema manifestación creativa, ya que expondría a las claras cómo y sobre qué se opera. El resultado no sería un truco de prestidigitación, sino la plasmación de los poderes y limitaciones de la creación. Una creación que no se haría ilusiones, sino que sabría que solo es un juego, un juego que alegra, por unos momentos, la vida.
domingo, 4 de febrero de 2018
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