martes, 13 de febrero de 2018

De la hospitalidad (teseras de hospitalidad)














Un símbolo, en la Grecia antigua, era un objeto, habitualmente de cerámica, cuyo valor no residía en el material ni en lo que representaba figuradamente, sino en lo que "representaba" en la vida de las comunidades que lo poseían. su valor residía en su capacidad por intervenir en relaciones de intercambio decisivas para la supervivencia de tribus, clanes o familias.
Un símbolo podía ser un disco de cerámica. Pertenecía a un grupo que recurría a él en determinadas ceremonias. Éstas sellaban acuerdos y sobre todo, certificaban relaciones de buena vecindad que habían permitido que se cumplieran las leyes de la hospitalidad. Cualquier persona en apuros tenía derecho a hallar cobijo en una casa y ésta tenía la obligación, tras un cierto ritual, a acoger al desamparado, darle de comer y ofrecerle un lecho para una noche. Esta acogida quedaba inscrita en la historia de las comunidades a través de un símbolo. Poco antes de la despedida, se exhibía el símbolo, se rompía y se repartía entre los representantes de las dos familias que habían cohabitado bajo un mismo techo. El símbolo sellaba la relación de acogida. Era la prueba, que el símbolo atestiguaba y recordaría, que dos familias habían sido capaces de bajar las armas. Al cabo de los años, si un conflicto estallada entre las futuras generaciones, la reunión de los fragmentos del símbolo, conservados por ambos bandos, que tenían que encajar hasta que casi desaparecía la línea de rotura, demostraba que la paz era posible porque una vez, al menos, se instauró. 

Las teseras de hospitalidad, en el mundo celta, cumplían la misma función, y la expresaban visualmente de manera más evidentes. Consistían en pequeñas placas de bronce que representaban dos manos unidas. Esos relieves tenían una cara plana. Ambos se podían unir por esas caras hasta conformar un volumen, unas "verdaderas" manos unidas. La cara plana solía tener una inscripción -en lengua íbera- que atestiguaba del rito seguido durante la hermandad de comunidades.
Algunas teseras eran aun mas "expresivas": si bien no representaban manos -de manera naturalista-, sí consistían en piezas que encajaban una dentro de otra -casi como una llave-, o animales emblemáticos como el oso que sustituían la imagen de las manos tendidas y cogidas. El animal añadía la protección que podía ofrecer, además de que quizá representara el animal del que una tribu afirmaba descender.
Estas piezas -tan expresivas de lo que simbolizan: el pacto, la mano tendida y abierta, la ausencia de armas- y esas prácticas fueron asumidas por los romanos cuando la conquista de la Península ibérica, ya en el siglo I aC, y se han encontrado por todo el territorio.

Han caído en el olvido hoy, como comprobamos cada día

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