sábado, 17 de agosto de 2019

JULIUS VON BORSODY (1892-1960), HANS ROUC (1893-1963) & STEFAN WESSELY (1888-1935): EL TEMPLO DE ASTARTÉ EN SODOMA (MICHAEL KERTÉSZ -MICHAEL CURTIZ-, : GOMORRAH. DIE LEGENDE VON SÜNDE UND STRASSE /GOMORRA. LA LEYENDA DEL PECADO Y EL CASTIGO) (1922)





 

Véase a partir de 1:06:00

Comentábamos, en una entrada anterior, la influencia de los libretos de ópera y de la escenografía en el siglo XVIII, cuyos temas, casi siempre mitológicos, procedían a menudo del Antiguo Testamento y de textos y tragedias griegos, referidos a figuras históricas, legendarias o mitológicas del Próximo Oriente antiguo, tanto de dioses como de héroes y mortales. El origen bíblico o griego de las fuentes literarias utilizadas por los libretistas, que destacaban la crueldad, la desmesura y el lujo de los personajes, posiblemente contribuyó a forjar el imaginario mesopotámico oriental, oponiéndolo al clásico (greco-latino, y cristiano), poblado de figuras e historias desmesuradas, desordenadas y deshumanizadas.

En el siglo XX, sin embargo, el cine ha sustituido a la ópera, proporcionando historias escenificadas descomunales y delirantes. La imagen de Babilonia -la ciudad del vicio y la locura- se ha forjado en gran parte a través de la película  muda Intolerancia, de Griffith.
Gomorra, del austríaco Kertész (Curtiz, ya en los Estados Unidos, tras la Segunda Guerra Mundial, director de la también célebre Casablanca, la ciudad musulmana de todos los tráficos y trapicheos que también influyó en nuestro imaginario de Oriente), también muda, se concibió como una una respuesta a Intolerancia. La escena cumbre tiene lugar en el templo de la ciudad de Gomorra. Dedicado a la diosa Astarté -una divinidad reiteradamente protagonista de óperas del siglo de las Luces, por su carácter apasionado y cruel-, el templo fue proyectado por el arquitecto y escenógrafo Borsody. Fue el mayor decorado cinematográfico, levantado al aire libre (no cabía en ningún estudio) hasta entonces.
Poco tiene que ver con templos fenicios. Por el contrario, se inspira de los zigurats asirios y babilónicos, mesopotámicos en general, con relieves de toros alados en las esquinas y  frescos de animales por la fachada. Hoy, sería un perfecto ejemplo de arquitectura post-moderna.
La asociación con Babilonia -una avenida procesional, por donde pasean a una gran estatua de la diosa Astarté, representada como una odalisca desnuda, tan solo portando un ligero velo que le cubre la cara por debajo de los ojos- lleva al zigurat (recordemos que un zigurat no es un templo, sino una parte de un recinto sagrado, posiblemente la base de un templo ubicado en las alturas en el que, quizá, se representaría el encuentro entre el rey y la divinidad, entre el cielo y la tierra)- la torre de Babel acentuaba el carácter orgiástico de la ciudad de Gomorra, merecedera del castigo divino, una evocación que quizá resonara de manera extraña en la Europa Central del periodo de entreguerras, asociada, precisamente a la decadencia babélica.


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