viernes, 24 de julio de 2020

ANTONIO BASOLI (1774-1848): ALFABETO PICTÓRICO (1839)




























Antonio Basoli fue un pintor y escenógrafo boloñés, sobre el que tendremos que volver a escribir acerca de su influencia en nuestro imaginario del Próximo Oriente Antiguo.

Una de sus más curiosas, innovadoras y poéticas aportaciones fue el alfabeto pictórico. Partiendo de las letras mayúsculas miniadas de los manuscritos medievales, Basoli compone viñetas arquitectónicas a partir de las letras del alfabeto. La relación entre la letra y el edificio a veces es íntima -Babel (un balbuceo constructivo, una Babel de lenguas) y B-, pero casi siempre es formal. La forma de la letra determina el tipo de construcción representada. Lejos de la escritura pictográfica -la forma del signo viene determinada por la forma de un objeto cuya palabra que lo designa empieza con este signo o el sonido del mismo-, para Basoli la letra abre un mundo inesperado, sorprendente. Es imposible saber a qué nos va a remitir la letra en cuanto la leamos o la pronunciemos: una mezquita, un coliseo, acaso unos minaretes otomanos o una alta pilastra. Las letras son como teclas que, apenas tocadas desaparecen como objetos para dejar paso a una construcción, una calle, un equipamiento (un puente, por ejemplo). Éste sea quizá uno de los más hermosos y extraños ejemplos de la capacidad de las letras que conjurar imágenes en la que nos proyectamos o nos atrapan. Pocas veces, con tanta imaginación, las letras -las humanidades- y la arquitectura se han relacionado tan bien. Las letras cuentan historias, componen letras que evocan historias, y gracias a esas letras, a la vez, desfila la historia de la arquitectura, una arquitectura sobre todo soñada, como toda verdadera arquitectura.

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