sábado, 24 de agosto de 2024

Vacaciones

 De aquí a una semana, una parte de los trabajadores con un contrato legal, en el hemisferio norte, acabará las vacaciones y se reintegrará en su puesto de trabajo.

Vacación se opone a trabajo. La oposición determina la concepción del trabajo como una acción que obedece a reglas y ritmos, a un horario fijado, durante el cual el trabajador o la trabajadora efectúan tareas impuestas, ordenadas, no escogidas por él o ella. Un trabajo regulado sobre el que el trabajador no tiene el control. No lo decide, sino que lo realiza total o parcialmente. Dicho trabajo no responde a una decisión personal o propia de un colectivo -una decisión compartida-, a un deseo, un impulso, una “necesidad interior”. La orden es externa y se vive con una imposición. 

Las vacaciones son percibidas, en cambio, como un tiempo durante el cual cesa toda actividad impuesta, siempre que se tengan fondos suficientes.

Vacación, en latín, responde a una distinta  concepción o apreciación del trabajo. La ocupación era necesaria. Llenaba y orientaba la vida. Vacación, entonces, rimaba con vaciedad y vacuidad. La vacación evocaba la ausencia de sentido. La vacación era inútil. Revelaba una falta o una pérdida de rumbo. No se tenía nada que hacer porque no se tenía nada que contar. No se contaba para los demás y para uno mismo.

Sin embargo, vacación ofrecía una segunda lectura de la vida. La libertad que la vacación ofrecía permitirá la dedicación intelectual: se podía reflexionar, filosofar, explicaba Cicerón.

 Por otra parte, la vacación facilitaba ser útil para los demás. Se podía ser atento, tener atenciones para los demás, estar disponible para lo que otros requirieran. Un ser servicial estaba de vacaciones. No se ocupaba de sí mismo, sino de los demás. La vacación invitaba a mirar y atender a quienes necesitaban ayuda o tan solo presencia. Librara de solo pensar y ocuparse de uno mismo. Ayudaba a la apertura de miras. 

Esta concepción de la vacación denota una oposición entre el trabajo manual o mecánico, no necesariamente servil, sin embargo, y el trabajo intelectual. Éste último era considerado liberador. 

Las vacaciones no significaban no hacer nada, sino que permitían atender a las ideales. Se cuidaba la mente.

Trabajo manual o intelectual, no se oponía a vacación -la vacación era la condición para obrar bien, para “hacer” el bien-, entendidas como un tiempo de no hacer nada, sino a muerte: ya no tener nada que hacer ni que contar la vida, ya no contar para nada. 

El relajo que asociamos con las vacaciones era considerado un dejarse un ir, un abandono. Las vacaciones eran un tiempo de plenitud. Tiempo para obrar y pensar. Ocupaban todo el tiempo, el tiempo que la vida nos asigna para ser útil para los demás.



2 comentarios:

  1. Que bonito, gracias.

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    1. Muchas gracias! Ahora que las vacaciones se acaban pensé que quizá dar una vuelta sobre lo que estamos a punto de dejar atrás nos podría ser útil

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