lunes, 2 de febrero de 2015

JACQUES HERZOG (1950) & PIERRE DE MEURON (1950): PARRISH ART MUSEUM (2012)


















































Fotos: Tocho, Southampton, Long Island, febrero de 2015

El tren, con vagones de aluminio de dos pisos, y asientos de piel verde, tirado por una máquina diesel, arranca desde la estación de Jamaica, en el barrio de Queens. Recorre durante tres horas toda la isla de Long Island. Deja atrás Babylon, un pequeño puerto en la costa del sur. La periferia de Nueva York, formada por casas de madera unifamiliares de una o dos plantas, en medio de un pequeño jardín, deja paso a pueblos, de estructura similar -algún campanario de iglesia católica constituye el único hito en el paisaje, por el que se desperdigan mansiones, cada vez más aisladas, rodeadas de bosques y de creciente tamaño: el tren se acerca a los Hamptons donde vive la clase más religiosa y pudiente norteamericana. La pequeña estación, en medio de nada. Se divisa alguna casa entre los árboles. Una única vía estrecha delimitada por un estrecho andén.
Southampton (Hampton del sur) es, al mismo tiempo, un pueblo, y una extensa área urbanizada, constituida por barrios o pueblos agregados unidos por una red de vías rápidas, por la que circulan los todo terrenos más grandes y negros que quepa imaginar.

Parrish Art Museum es quizá uno de los museos más hermosos del momento. La colección es modesta, si bien incluye a grandes artistas del arte moderno norteamericano -Pollock, de Kooning- y ¡español! (Esteban Vicente, nacionalizado americano tras el exilio de la Guerra Civil, fue uno de los promotores del museo, que posee seguramente la mejor colección de arte de expresionismo abstracto de los años cincuenta, particularmente, los collages, de este artista un tanto olvidado en España, pese a un museo monográfico en Segovia) y , muchos de los cuales tuvieron un estudio por esta área.

El museo fue construido durante la crisis económica que no cesa. El presupuesto se redujo un tercio. Está levantado con estructura de hierro pintada de color claro y de madera, muros y suelo de hormigón (bruto para los muros externos, pulido para el suelo interior), paramentos blancos, vidrio y madera oscura sin tratar -o tratada con brea- , y tejado de uralita cogida con tornillos. Se inspira en los graneros cercanos. La luz es natural (el museo carece de aparatosos focos); entra por claraboyas similares a la de los estudios que los artistas de la escuela de Long Island tuvieron entre principios del siglo XX -existió una escuela impresionista norteamericana- y los años cincuenta. Posiblemente el museo más sencillo que quepa imaginarse. Excelentes acabados sin ninguna ostentación. Los dos cuerpos alargados, bajos y paralelos, con tejado de dos aguas y unidos por los pronunciados aleros que definen, en el interior, un largo pasillo que recorre el edificio y da acceso a las salas, se ubican en un campo abierto.

Junto con el nuevo museo del Louvre, de Sanaa, en Lens (Francia), la visita del Museo Parrish, lejos de cualquier exceso, constituye una experiencia única: un paseo, en sentido literal, a través de las expensas naves, por las que se descubre la colección y el paisaje silencioso -hoy más que nunca, bajo la nieve.

domingo, 1 de febrero de 2015

LOUIS ALOYS RISSE (1850-1925): GRAND CONCOURSE (1902-1909, BRONX, NUEVA YORK)












































Fotos: Tocho, Nueva York, enero-febrero 2015

Comparable con los Campos Elíseos de París, o Avenida Dos de Mayo de Buenos Aires, el bulevar Gran Concourse -la Gran Esplanada-, en el barrio del Bronx, de Nueva York, sea quizá la avenida más hermosa de esta ciudad, al menos como Park Avenue.
Planificada en 1870 por el ingeniero alsaciano Louis Aloys Risse, y trazada entre 1902 y 1909, el Gran Concourse, de unos cincuenta y cinco metros de ancho, con dos vías separadas por una franja arbolada,  zigzagueaba, como una poderosa doble muralla,  a través del Bronx durante casi nueve quilómetros. Situada encima de una carena, las calles transversales -planificadas junto a la arteria principal- descienden hacia el interior del Bronx.
Pronto el Gran Concourse se convirtió en uno de los barrios residenciales más reputados de Nueva York. Arquitectos racionalistas judíos construyeron sobrios bloques de apartamentos art deco, de ladrillo, semejantes a obras racionalistas holandesas, en los años treinta. Todos los edificios, hasta los años sesenta, seguían estrictas normas volumétricas. Se trataba de un paseo residencial, con escasos comercios y monumentos -cerca se levantaba la casa de Edgar Allan Poe.
Decayó en los años sesenta. La población adinerada emigró hacia los suburbios. Los pisos fueron ocupados por emigrantes sudamericanos, y habitantes de Manhattan expulsados de la isla por el aumento de los alquileres, o reubicados por el ayuntamiento de Nueva York para liberar pisos en el centro de Manhattan que multiplicaron también su precio. Bloques enteros se vaciaron. El Gran Concourse cayó en el olvido o entró en los registros de los barrios más peligrosos.
Desde el año dos mil, sin embargo, el barrio se está rehabilitando y regenerando, sin desalojar a los habitantes. Innumerables pisos se alquilan a precios aun asequibles. El mobiliario y los parques han sido restaurados -sin caer en la evocación nostálgica. Y no ha sufrido la devastación por la intrusión de edificios que destrozan el tejido urbano y social. La inserción del hermoso Museo del Bronx, obra de Arquitectónica, en los años noventa, ha convertido el Gran Concourse en un centro de interés para el arte contemporáneo.