Me imagino que cualquiera que haya pasado una noche en una celda del convento de la Tourette, al norte de Lión (Francia), proyectado por Le Corbusier, habrá abierto los brazos en cruz y comprobado lo que visualmente ya estaba claro: lo angosto de la estancia y la impresión de cerrazón que produce.
Fueron unos juegos de proporciones fijados de antemano que determinaron las medidas de la celda, no las necesidades físicas y espirituales del usuario. La celda es conventual, ciertamente, pero cabe preguntarse si tenía que ser un remedo de la cueva de San Jerónimo.
Esta impresión inhumana ¿es fruto del error -pese a basarme en proporciones humanas, pero no en necesidades humanas-, o responde a un plan?
Se sabía que Le Corbusier maltrataba a ayudantes -sobre todo si eran mujeres-, simpatizaba con grupos fascistas, y que, durante la Segunda Guerra Mundial, en la Francia invadida, se puso al servicio del gobierno francés que el general Pétain -alabado hoy por el Frente Nacional- estableció en Vichy al servicio del gobierno nazi alemán, siendo responsable de las mayores atrocidades cometidas durante la guerra en Francia -denuncia y eliminación sistemática de judíos tan implacable que sorprendió hasta el gobierno alemán.
Pero es posible que no fuera tan conocida su canto de amor hacia Hitler:
"Hitler puede coronar su vida con una obra grandiosa: la ordenación de Europa".
¿Existe alguna relación entre su pasado filo-nazi y su arquitectura? Sin duda. ¿Conlleva una crítica negativa de sus proyectos y construcciones? No necesariamente. Se considera a Speer un gran arquitecto -con cuyo proyecto del Gran Berlín cabría preguntarse si los proyectos urbanísticos de Le Corbusier (como también los de la Unión Soviética -por ejemplo, en el Berlín Este-) haciendo tabula rasa del tejido urbano existente en favor de la implantación sistemática y ordenada de inmensos bloques de apartamentos, no guardan cierta relación.
Pero ¿qué ha quedado de la obra de Le Corbusier? Bloques desmesurados, como las Unidades de Habitación, que culminan en la desmesura y soledad de las moles en Chandigarh (India), interiores inhabitables, proyectos felízmente nunca ejecutados -el Plan Maciá de Barcelona, caricaturizado, sin embargo, en innumerables polígonos periféricos en los años setenta, cuando el prestigio de Le Corbusier estaba en lo más alto y no se le podía toser en las facultades- y la impresión de una personalidad megalómana, excelente publicista, pintor, escultor y escritor mediocre, y un arquitecto que nunca hubiera tenido que haber construido, ya que su obra atendía a la vida sino que la vida debía encuadrarse y constreñirse en sus delirantes planes y volúmenes, que manifestaban odio hacia todo lo que no estaba conformado.
Es sorprendente que su única gran -maravillosa- obra haya sido una iglesia -en el convento de la Tourette, precisamente, al servicio de... nadie, una entidad invisible y desencarnada, una divinidad; una capilla que por otra parte, parece inspirada en las tumbas egipcias.
¿Hay que seguir dedicando tanto tiempo a explicar -a alabar- a Le Corbusier en las escuelas de arquitectura? Como ejemplo de los peligros de la construcción ensorberbecida, sin duda
http://bigbrowser.blog.lemonde.fr/2015/04/24/la-charpente-fasciste-de-le-corbusier/
sábado, 25 de abril de 2015
jueves, 23 de abril de 2015
MATHILDE ROUAULT (1990): RÉCIT DE BARBARIE (RELATO SOBRE LA BARBARIE, 2015)
Documental sobre las torturas y matanzas que los beduinos del Sinaí infligen a los habitantes de Eritrea que tratan de huir de su país. Diez mil personas han muerto entre cincuenta mil refugiados. Ocurre hoy:
Récit de Barbarie from Mathilde Rouault on Vimeo.
Récit de Barbarie from Mathilde Rouault on Vimeo.
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BLUR: NEW WORLD TOWERS (2015)
Sobre el urbanismo desaforado de ciudades del sudeste asiático, como Hong Kong -donde fue compuesta y grabada esta canción, del último disco del grupo.
miércoles, 22 de abril de 2015
La destrucción de las imágenes según el Corán (Sura 21:52)
La iconoclastia -destrucción de las imágenes (¿o de las estatuas?)- que acontece en el Kurdistán iraquí a manos del llamado Estado Islámica se apoya, al parecen, en una frase del Corán: el versículo 52 de la sura (o capítulo) 21.
Lo que se manda destruir son los thamathilu. Se trata del plural del sustantivo thamathil. Esta palabra tiene varias acepciones: la primera y principal es "estar erguido".
¿Qué o quién porque se halla de pie debe ser derribado, destruido? ¿Una estatua? o ¿una divinidad, una fuerza divina incorpórea que se manifiesta a través de un thamathil?
Un thamathil, en este contexto, es una estatua de piedra, o una simple piedra (un betilo, un monolito, como comentaba esta mañana la catedrática de lenguas semíticas de la Universidad de Barcelona -UB- Dolors Bramon). La estatua, "en si", no tiene valor o importancia. La importancia se la concede el culto que recibe. Los humanos no adoran la piedra sino la fuerza que atesora. Adoran, por tanto, a una divinidad encarnada en la piedra. Toda vez que esta divinidad no está reconocida como tal y es, así, juzgada como un demonio, la piedra debe ser derribada a fin que el espíritu demoníaco no pueda manifestarse ante los humanos, entre éstos, influyéndolos de algún modo.
Pero esta destrucción solo tiene sentido si se cree en la existencia de esta fuerza, divina o demoníaca. La piedra, o la estatua, por si misma, no es nada. Por tanto, no merece atención alguna, y no debe ser destruida.
La destrucción de un thamasil revela que se cree firmemente en que es la sede de un dios o un demonio.
Quienes destruyen las imágenes -las estatuas asirias o neo-asirias- piensan que son portadoras de poderes sobrenaturales. Mas nadie cree en la vitalidad de las estatuas. Hoy, son vistas como piedras talladas inertes. Solo quienes las derriban creen en su fuerza. Mas, quienes las adoran o las temen, quienes las abrazan o las matan, son "idólatras". Creen en la existencia de más de una fuerza divina. Y temen perder la fe en el dios único. Temen caer en la tentación. No son "creyentes".
Por tanto, los destructores de las imágenes son infieles, y no quienes las preservan, ya que éstos no las consideran como "ídolos" sino como imágenes o, mejor dicho, como "obras de arte".
Quizá fuera necesario una correcta educación, no artística, sino religiosa. Y fe en la omnipotencia de la divinidad, a la que no afectan las estatuas animadas.
Lo que se manda destruir son los thamathilu. Se trata del plural del sustantivo thamathil. Esta palabra tiene varias acepciones: la primera y principal es "estar erguido".
¿Qué o quién porque se halla de pie debe ser derribado, destruido? ¿Una estatua? o ¿una divinidad, una fuerza divina incorpórea que se manifiesta a través de un thamathil?
Un thamathil, en este contexto, es una estatua de piedra, o una simple piedra (un betilo, un monolito, como comentaba esta mañana la catedrática de lenguas semíticas de la Universidad de Barcelona -UB- Dolors Bramon). La estatua, "en si", no tiene valor o importancia. La importancia se la concede el culto que recibe. Los humanos no adoran la piedra sino la fuerza que atesora. Adoran, por tanto, a una divinidad encarnada en la piedra. Toda vez que esta divinidad no está reconocida como tal y es, así, juzgada como un demonio, la piedra debe ser derribada a fin que el espíritu demoníaco no pueda manifestarse ante los humanos, entre éstos, influyéndolos de algún modo.
Pero esta destrucción solo tiene sentido si se cree en la existencia de esta fuerza, divina o demoníaca. La piedra, o la estatua, por si misma, no es nada. Por tanto, no merece atención alguna, y no debe ser destruida.
La destrucción de un thamasil revela que se cree firmemente en que es la sede de un dios o un demonio.
Quienes destruyen las imágenes -las estatuas asirias o neo-asirias- piensan que son portadoras de poderes sobrenaturales. Mas nadie cree en la vitalidad de las estatuas. Hoy, son vistas como piedras talladas inertes. Solo quienes las derriban creen en su fuerza. Mas, quienes las adoran o las temen, quienes las abrazan o las matan, son "idólatras". Creen en la existencia de más de una fuerza divina. Y temen perder la fe en el dios único. Temen caer en la tentación. No son "creyentes".
Por tanto, los destructores de las imágenes son infieles, y no quienes las preservan, ya que éstos no las consideran como "ídolos" sino como imágenes o, mejor dicho, como "obras de arte".
Quizá fuera necesario una correcta educación, no artística, sino religiosa. Y fe en la omnipotencia de la divinidad, a la que no afectan las estatuas animadas.
martes, 21 de abril de 2015
LATIF AL-ANI (1932): INVISIBLE BEAUTY (PABELLON DE IRAQ, 56ª BIENNALEEl fotógrafo Latif DE VENECIA, 2015)
Las imágenes del olvidado fotógrafo iraquí de ochenta y tres años Latif Al-Ani presidirán el Pabellón de Iraq en la 56ª Biennale de arte de Venecia a punto de inaugurarse.
Las fotografías en blanco y negro, tomadas en Bagdad y Samarra, entre otras ciudades, a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta del pasado siglo -hasta finales de los años setenta cuando Al-Ani tuvo que emigrar por desavenencias con el partido Baath en 1977, si bien regresó en los años ochenta aunque dejó la fotografía-, muestras costumbres y entornos urbanos que nada tienen que ver con las imágenes actuales.
Los archivos de Al-Ani que se salvaron de la destrucción cuando la invasión de Iraq por la Coalición internacional en 2003 -miles de negativos y copias fueron destruidos- fueron trasladados a Beirut (Líbano).
lunes, 20 de abril de 2015
RICHARD ANTHONY (RICHARD BTESH, 1938-2015): JÉRICHO (1960)
Mítico cantante francés en los años sesenta -favorito de tantos padres.
Su padre era un vendedor de la ciudad siria de Alepo, y su madre, hija de un embajador de Iraq en Alejandría. Nació en El Cairo, emigró con su familia después de la Segunda guerra mundial y la llegada del panarabismo, y acabó en Francia como tantos egipcios.
In memorian.
Quizá debería abrir una sección necrológica.
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