Fotos: Tocho, octubre de 2022
Muy bien emplazado en el mar, formando una abstracta península, el museo de arte islámico de Doha (Qatar) es una sólida construcción de piedra blanca, compuesta por un engarce de volúmenes geométricos sucesivos que ascienden como en un zigurat, que se desmarca de los pobres y báñales paneles de vidrio espejeado de las altas torres cercanas.
La ligereza y contundencia del volumen exterior contrasta con el vacío interior, un vertiginoso atrio cubierto por una cúpula, pesadamente sostenida por unas gruesas ménsulas apoyadas en pilastras, alrededor del cual giran las plantas del museo, que recuerda a veces la sede de un banco o de una corporación, lejos, pese a una fuente de piedra negra pulida cabe el bar, la austeridad de los sillares de piedra clara, los suelos de mármol del mismo color, y una gigantesca lámpara circular directamente inspirada en la iluminación de las mezquitas otomanas, lejos de la arquitectura monumental islámica fatimida a la que parece querer emular.
La colección -cerámicas, vidrios e incunables, aunque no alfombras, desde el Andalus hasta el siglo XIX, incluyendo cerámica de Manises y arte litúrgico cristiano castellano medieval inspirado en motivos y técnicas Islámicos -, austeramente expuesta en espacios penumbrosos, cercanos a una tumba, solemnes, proyectados por el arquitecto francés Wilmotte, se distribuye como joyas en un sagrario, a veces sin la ligereza que algunos escenas mitológicas o fantasiosas, un bestiario mucho más rico de lo que se podría pensar, por ejemplo en brillantes cuencos de cerámica vidriada, sugieren.
El museo, enteramente remozado, con presupuestos seguramente difíciles de alcanzar fuera de Qatar, contiene una colección particular. Carece del encanto del museo de la Alhambra, en Granada, pero permite descubrir la diversidad y riqueza del arte decorativo y litúrgico islámico, revelando influencias clásicas más abundantes y reconocibles de lo que se pudiera pensar, a la vez que denota la marca ejercida en el arte medieval cristiano, a veces indistinguible del islámico.