Fotos: Tocho, agosto de 2020
Los antiguos jardines reales, creados frente al mar a un lado de la plaza de San Marcos, en 1806, por orden de Eugène de Beauharnais (1781-1824), hijo adoptivo de Napoleón Bonaparte, nombrado virrey de Italia y príncipe de Venecia por su padre adoptivo, estaban abandonados y cerrados desde hace decenas de años.
Han sido restaurados por el historiador de la arquitectura Carlo Aymonino -se trata de un proyecto póstumo, llevado a cabo por la arquitecta Gabriella Barbini- y abiertos este año.
Uno de los lugares recoletos, en perfecto estado,y más hermosos (delimitado por el mar y un canal posterior, entre la verja y la imponente fachada de las Procuradurías Nuevas, un edificio manierista que acogía a los procuradores o administradores municipales de los distintos barrios de la ciudad -el Palacio Ducal, por el contrario, acogía al gobierno de la República-, convertido en Palacio Real por el emperador francés Napoleón I), sorprendentemente más tranquilos de Venecia. Comprende tan solo vegetación, una pérgola, un invernadero convertido en auditorio y bar, y caminos cubiertos por grava.
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