Desde finales de la Primera Guerra Mundial, hace ya más de un siglo, en las culturas occidentales, pintar se ha vuelvo muy complicado. Las dificultades no son técnicas ni comerciales, sino "éticas": cualquier punto de vista, objeto representado y pincelada, inevitablemente, tiene una historia: remite a una obra anterior, por lo que la duda se instala acerca de la pertinencia de repetir una imagen o la manera de plasmarla, así como de la necesidad, futilidad y "legalidad" de la obra que se va a emprender. Interrogarse sobre lo que se va a hacer parece ineludible. ¿Cómo desprenderme o alejarme de este modelo, que siempre estará allí? o ¿acaso es mejor darse por vencido y volver a rehacer un gesto, una mirada, una obra que alguien ya ha realizado? Estas preguntas son modernas; hasta entonces, se asumía que las obras entraban a formar parte de una familia, a la que aportaban variaciones, y de cuyas bondades y maldades eran testigo y un testimonio. Cada pintor escogía su familia, de que no se desmarcaba demasiado. La noción barroca de originalidad puso fin a esos ligámenes. Y la conciencia, o el temor, de Duchamp, de que ya nada nuevo se podía pintar, le devolvió, paradójicamente, al olvidado mundo de los gabinetes de curiosidades -y al gesto del artista de escoger objetos, no de representarlos-, aunque, esta vez, mostrando objetos cuyas características eran, o así lo pensaba Duchamp, precisamente la total ausencia de rasgos curiosos.
¿Pintar? Los logros de la fotografía, desde hace más de siglo y media, ya no son un problema. Es cierto que la pintura ya no tiene una misión: documentar el mundo. Pero puede -y debe- ofrecer una mirada que hasta entonces nadie ha tenido, no para ser original, sino para refrescar y ampliar la mirada, Mas, ¿es posible aún?
Desde los años ochenta, la vuelta a la pintura es una tentación, siempre combatida. ¿Qué, cómo y para qué pintar? La pintura, casi siempre, acaba siendo una reflexión sobre medios y fines: sobre puntos, líneas, planos y pinceladas, sin ningún otra finalidad. No pintan algo; se pintan a sí mismas. Son como piezas de construcción que nada levantan y se muestran, aisladas, abandonadas, tales como son, sin ningún objetivo al que atender
La joven artista norteamericana Serena Steven vuelve a la pintura. Inevitablemente Hopper ronda. Pero el tamaño de los cuadros escapa a las contenidas vistas de Edward Hopper. Cuadros de interiores acogedores pero desocupados o abandonados casi siempre -a veces, es difícil saber si el gato es un cojín, una estatua o un ser vivo-, cerrados (puertas y cortinas dejan entrever espacios a los que no se llega), en los que las sombras tienen casi más entereza o entidad que las objetos que las crean, y en los que formas reconocibles se desgajan -como en la obra de Soutine (las referencias no se pueden acallar)- con dificultad de la materia que las crea y las atenaza. Una extraña, más que inquietante, imagen del mundo doméstico, que parece a punto de rebullir.
"I think of home as both a place and a feeling, something both fleeting and everlasting. A source of potential comfort or contempt, a home sinks in its roots while remaining utterly receptible to being uprooted"
Serena Steven acaba de exponer en una galería de Nueva York
Yo creo que siempre habrá pintura.Desde hace miles de años ,desde que aparecen los homo sapiens modernos (no se sabe si también desde antes) ha existido el impulso de expresar con el gesto ;de plasmar y representar sobre un soporte .Aunque la pintura haya tenido una función social,haya expresado ideas,el impulso ha sido tan instintivo como ,seguramente ,bailar ,cantar, imaginar ,contar y escuchar historias.Aunque prácticamente sólo nos han quedado testimonios de la pintura
ResponderEliminarSi nos ceñimos al arte contemporáneo que forma parte de la historia de arte, han habido años en los que la pintura ha sido considerada irrelevante.
EliminarPero, a estos momentos les suceden otros en que las galerías vuelven a exponer pinturas en venta y, por otro lado, en el arte que se realiza hoy fuera del mundo académico del arte contemporáneo, se sigue, obviamente pintando -y, al parecer, sin la mala conciencia o la autoconciencia que se manifiesta en artistas que exponen en galerías reconocidas como hitos en la historia -hoy se dice "narrativa", no sé porqué- del arte contemporáneo -siendo éste un estilo reconocido y reconocible y no el arte tan solo marcado por el tiempo, el arte de hoy, sea del estilo que sea.
Esperemos que sigamos encontrándonos con pinturas que nos sigan sorprendiendo, o fascinando.
Muchas gracias
Me gusta su arte
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