jueves, 3 de noviembre de 2022

STEPHEN SHORE (1947): LUGARES EXTRAÑOS EN SU BANALIDAD






























 El vacío en la obra de Yves Klein: una galería de arte vacía para encapsular la nada y mostrarla al público. Una composición pianística en tres movimientos  de John Cage, titulada 3’44”, en la que no se tocan las teclas del piano, y discurre enteramente en silencio. Fotografías de periferias -o de centros urbanos del oeste y del sur de los Estados Unidos, indistinguibles de periferias- en las que nada ocurre (una imagen quieta de escenas detenidas, en las que los escasos viandantes parecen inexpresivos maniquís expuestos absurdamente en la calle), del fotógrafo norteamericano Stephen Shore.
 Tres obsesiones modernas y contemporáneas que persiguen religiosamente captar lo que no se ve, no se oye, no ocurre: cazar lo que no es, dándole carta de naturaleza a lo que no tiene.
Podríamos sumar a la lista los proyectos arquitectónicos de Robert Venturi, en los años setenta, inspirados en lo que carece de cualquier inspiración: Casas que no son casas, anuncios de nimiedades, autopistas que no conducen a ningún lugar que merezca ser un destino memorable.
Y a Andy Warhol pintando una y otra vez objetos anónimos producidos en serie sobre los que ninguna mirada se había detenido.
La suma no sería gratuita. Tras Warhol, con quien Shore trabajó en Nueva York, Venturi fue uno de los primeros en interesarse hasta tal punto en la mirada de Stephen Shore que le encargaría un reportaje sobre la vivienda norteamericana a lo largo del país en 1975 (casas de arquitectos desconocidos, si es que fueron proyectadas por arquitectos) que incluyó en una memorable exposición en Washington sobre signos de la cultura americana.

 La fundación Mapfre en Madrid ya expuso la obra de Shore hace ocho años, y es uno de los fotógrafos más y  mejor representados en la exposición sobre la historia de la fotografía en la fundación March de Madrid hoy. 








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