Monasterio de Sant Pere de la Portella (última sede del Estudio General de Cervera) , y Convento de San Francisco y Panteón Real en Barcelona, sede temporal del Estudio General de Barcelona a la vuelta de Cervera
Fuera el Estudio General de Cervera provinciano o un centro educativo de excelencia en el que se formaron Narcis de Monturiol, inventor del submarino, o el filósofo Jaime Balmes, ls reapertura del Estudio General de Barcelona -con el cierre o no del Estudio General de Cervera- se planteó tras las guerras napoleónicas, a principios del siglo XIX.
Pese a la oposición del consistorio de Cervera, el Estudio General se trasladó una primera vez a Barcelona entre 1821 y 1823. Se ubicó en el convento San Francisco, cuya ábside daba la espalda al mar cercano. Mientras, el Estudio General de Cervera siguió abierto. El principado de Cataluña poseyó más de un Estudio General durante tres años, por vez primera desde 1717.
El período corresponde al Trienio Liberal, durante el cual el rey Fernando VII, tras haber recuperado el trono tras la caída de José I Bonaparte, impuesto por su hermano, el emperador francés Napoleón I.
El gobierno obligó al rey Fernando VII a asumir la Constitución liberal de Cádiz, inspirada en los ideales de la Revolución francesa, y que sucedía al Estatuto de Bayona, de 1808, que impuso el emperador francés. Ambos, constitución y estatuto, conllevaban la disminución del poder religioso sobre el civil, y el fin del absolutismo. La derrota del partido liberal canceló dicha constitución, y el Estudio General de Barcelona volvió a cerrarse.
Este primer regreso del Estudio General a Barcelona se enfrentaba a un problema: la falta de espacio. La antigua sede del Estudio General en lo alto de las Ramblas había sido convertida en un cuartel en 1717, y había sufrido durante las guerras napoleónicas. Tras una breve ocupación, el Estudio General se instaló en el Colegio Tridentino ( llamado posteriormente Casa de la Caridad, aún existente).
El cierre del Estudio General de Barcelona fue temporal, empero. Duró hasta 1837 cuando, de nuevo pese a la oposición del consistorio de Cervera y sus súplicas ante el Rey, se planteó y ejecutó un traslado aún provisional del Estudio General a Barcelona. El problema de la falta de sede seguía presente y perduraría durante treinta años.
Durante este periodo el Estudio General de Barcelona se desplazó de convento en convento, todos vacíos y abandonados tras la cancelación de los bienes eclesiásticos y de las órdenes religiosas con muy poco personal por orden del gobierno liberal de Mendizabal. Fernando VII había muerto y la jefatura del Estado estaba en manos de su esposa, la reina regente María Cristina de Borbón, a la espera de la mayoría de edad de la futura reina, Isabel II.
El número de conventos disponibles, en más o menos buen estado, era considerable. Los conventos de San Francisco, Santa Catalina -que había acogido dos siglos antes la Academia de Santo Tomás-, San Cayetano (Sant Gaietà), San Felipe (Sant Felip) Neri y de la Virgen del Carmen, vieron desfilar el Estudio General migrante, debido al creciente mal estado de aquéllos y el creciente número de estudiantes. El coste de la permanente restauración del degradado convento de la virgen del Carmen, la caída de un techo y la muerte de un albañil que trabajaba en ls consolidación del edificio -amén de las heridas de cuatro obreros más- llevaron a que el gobierno central y el consistorio decidieran que el Estudio General necesitaba de una sede propia en condiciones y encargaron un primer proyecto -que tardaría en ver la luz.
Mientras tanto, las llamadas guerras carlistas entre quienes no aceptaban a una reina sino a un rey, y los defensores de Isabel II, entre liberales y conservadores, entre el campo y la ciudad, asolaron la península hasta el siglo XX, y tuvieron un particular impacto en el principado. El campo defendía al pretendiente varón, el infante don Carlos, hermano de Fernando VII. La sucesión real no pasaba por los hermanos sino por los hijos. Por tanto, el infante don Carlos no podía ocupar el trono ya que Fernando VII tuvo descendencia, si bien era una mujer, no un varón. Los conservadores (el campo en el principado, entre éstos) se oponían a la heredera directa, Isabel, herencia legal tras el cambio de la Constitución a fin de permitir que una reina fuera jefa de Estado.
La inseguridad en el territorio debido a la guerra civil era tal que apenas se salía del perímetro amurallado de la ciudad, ambos bandos, carlistas e isabelinos, asaltaban, retenían y secuestraban a los viajeros. En estas circunstancias, desplazarse desde Barcelona a Cervera para estudiar era tan peligroso, que los consistorios de Barcelona y Cervera acordaron crear una delegación de Cervera en Barcelona, que se instaló en el desaparecido (como casi todos) convento de San Cayetano (Sant Gaietà).
El regreso de 1937 devino definitivo en 1842. La lección inaugural del Estudio General de Barcelona, ubicado en el ruinoso convento de la Virgen del Carmen, tuvo lugar, sin embargo, en la llamada Rambla de los estudios, muy cerca de donde se había ubicado el Estudio General entre los siglos XVI y XVIII. Se trataba de la academia de ciencias naturales o academia de ciencias y artes, emplazada donde se había situado el desaparecido Imperial y Real Colegio de los Cordellas gestionado por les jesuitas.
Los jesuitas habían sido expulsados del reino por el rey Carlos III, en el siglo XVIII, acusados de fomentar una revuelta popular en Madrid a causa de la carestía del pan. Regresarían medio siglo más tarde, por mediación de Fernando VII tras su vuelta al trono en 1815. Los jesuitas serían expulsados del reino tres veces más, durante gobiernos liberales, la última vez durante la Segunda República en 1934.
La vuelta del Estudio General a Barcelona no conllevó el cierre inmediato del Estudio de Cervera, gracias al empuje del consistorio de la ciudad.
Mas, Cervera, a diferencia de Barcelona, estaba a favor del príncipe Carlos. No obstante, si el campo era carlista, las tropas carlistas no controlaban Cervera y no podían asegurar la protección de la ciudad, lo que impedía que profesores y estudiantes pudieran desplazarse a Cervera desde Barcelona y otras ciudades. Se inició entonces un sucesivo desplazamiento del Estudio General de Cervera a ciudades más seguras bajo la protección efectiva de las tropas carlistas primeramente en Solsona, luego en Vic, para acabar, entre 1838 y 1840, en el monasterio de Sant Pere de la Portella en el Berguedà, ya con la pérdida casi completa de docentes y estudiantes, donde el Estudio de Cervera se extinguío
Mientras, en Barcelona, tras el derrumbe de la sede del Estudio General en el convento de la virgen del Csrmen…,
(Seguirá)
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