sábado, 6 de marzo de 2021

El palacio de Salomón

 El rey Salomón, hijo de David, poseía un palacio de mármol blanco. Ubicado sobre un alto pedestal a cuya cumbre se accedía gracias a una doble escalinata, comprendía patios y estancias majestuosas soportadas por un bosque de altísimas columnas estilizadas sobre cuyos capiteles descansaban toros celestiales.

Este palacio, llamado Persépolis, se acompañaba de un hermoso trono de mármol esculpido, que como todo mueble, se podía desplazar. El trono volaba, llevando a Salomón hacia la región etérea, donde brillaba como una estrella.

Salomón era también conocido con el nombre de Jamshid, que significaba, en sáncrito -la lengua sagrada hindú- Gemelo deslumbrante. Esto explica que Jamshid, que fue el cuarto rey de Persia, en la noche de los tiempos, cuando el universo se estaba completando, fuera quién  enseñara a los hombres, las artes con las que habilitar el mundo y hacérselo suyo. 

Como todos los educadores de la humanidad, Jamshid tenía unos rasgos que lo distinguían del resto de los mortales -Jamshid era mortal pero vivió seiscientos años-: su cuerpo era etéreo y desprendía luz, y no era una persona, sino dos, lo que duplicaba su capacidad de incidir en el mundo. Jamshid era diestro en el arte textil: urdía con suma facilidad. Ese don también la permitía tramar y planificar. Por eso Jamshid era un gran constructor y un gran arquitecto que sabía dar forma a sus proyectos, técnicas que también legó a los humanos así como el arte de elaborar el material constructivo básico: el ladrillo. Pero Jamshid también sabía fabricar otro tipo de naves, que lejos de anclarse en la tierra, navegaban por los ríos y el ponto. La vida, con Jamshid era más placentera y seguro. No sólo sabía medir y acotar, mesurar y contener -era mesurado y enseñó a comportarse-, sino que también inventó y divulgó el arte de la medicina con el que proteger y cuidar la vida, a la honró con ungüentos y perfumes, fruto de otro are en el que Jamshid era diestro y que legó a sus súbditos. 

 Pero Jamshid era humano, en el fondo. La vanagloria le pudo. Surcaba el cielo sobre su trono aéreo hasta que un día tras haber retado a Ahura Mazda, el único dios, éste le enfrentó a Ahriman, el ángel caído, que lo derrotó. Y los hombres, desde entonces, pudieron elevarse, ciertamente, pero solo con la imaginación y la poesía, que les concedería una inmortalidad cierta.

Esto es lo que cuenta el gran poeta persa Ferdousi, en Shamameh, el poema fundacional de la cultura persa que redactó en el siglo XI (uno de los poemas más largos de la historia), en el que el islam y el zoroastrismo cohabitan sin problemas, donde la India, Persia y el Levante se encuentran: un lugar de encuentro (como todo hermoso texto, seguramente).

¿Historia o fantasía? ¿Acaso la historia cuenta la verdad y la poesía miente? Lo que Ferdousi narra, y lo que las leyendas persas añaden sobre el otro nombre de Janshid -Salomón- no son palabras vanas. Ocurrieron y siguen ocurriendo porque la palabra escrita lo enuncia. Salomón fue Janshid y tuvo el palacio de Persépolis, y un trono volador con el que ascendió a los cielos y obtuvo de Dios las técnicas para hacer la vida más llevadera en la tierra, porque, a cada vez que empezamos a leer el poema, nuestra imaginación nos muestra lo que el poema describe, como si aconteciera ante nuestra vista, como si estuviéramos en Persia.

Hoy nos haría falta a Ferdousi y tener buena fe para creer en lo que lógicamente debería acontecer -y no lo que ocurre.

viernes, 5 de marzo de 2021

NICK CAVE (1957) & WARREN ELLIS (1965): ALBUQUERQUE (2021)

Cuando la universidad era un placer...

"En qué logar debe seer establescido el estudio, et cómo deben ser seguros los maestros et los escolares que hi vinieren á leer et aprender.

 De buen ayre et de fermosas salidas debe ser la villa do quieren establecer el estudio, porque los maestros que muestran los saberes et los escolares que los aprenden vivan sanos, et en él puedan folgar et rescebir placer á la tarde quando se levantaren cansados del estudio: et otrosi debe ser abondada de pan, et de vino et de buenas posadas en que puedan morar et pasar su tiempo sin grant costa. Et otrosi decimos que los cibdadanos de aquel logar do fuere fecho el estudio deben mucho honrar et guardar los maestros, et los escolares et tosas sus cosas."

(Alfonso X el Sabio: Partidas, tomo II, Partida II, título XXXI, ley II)


La Universidad (llamada habitualmente Estudio, como en la cita anterior, o Estudio General en la Edad Media) es una creación medieval sin realmente parangón con estructuras educativas anteriores -romanas, helenísticas, alejandrinas e hindúes-)- ni con las escuelas catedralicias y monacales.

El rey Alfonso X el Sabio (1221-1284), de Castilla, dictó las primeras leyes universitarias europeas, llamadas Partidas, que se aplicaron en toda Europa. Así, se aplicaban en la Universidad de Lérida, la primera de la Corona de Aragón, fundada a principios del siglo XIII. Según aquéllas, las universidades debían ubicarse en ciudades saludables, donde los estudiantes (escolares: miembros de una Scuola) pudieran estudiar y descansar. 

La enseñanza universitaria, que otorgaba licenciaturas, maestrías (los másters actuales) y doctorados, a cargo de los poderes públicos, nunca privados, mantenidos por los ayuntamientos, la realeza y la iglesia, era gratuita. Ofrecía también alojamiento a los universitarios en verdaderos campus dotados de comercios, fondas, cabarets y prostíbulos. Éstos, junto con los profesores, no podían ser juzgados por las leyes civiles, sino por leyes propias, salvo en casos de asesinatos.

Si José Antonio Coderch, arquitecto de la nueve sede de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, inaugurada en los años 80, semi-enterrada, con plantas enteramente subterráneas, donde la luz no alcanza y la ventilación es inexistente -las estrechísimas ventanas que apenas abren, no dejan pasar el aire-, hubiera leído las Partidas, acerca de la necesidad de la correcta ventilación, los arquitectos actuales quizá tuviéramos otro aire....

Porque "folgar y rescebir placer", lo que se dice "folgar", en esta Escuela -y en general en las aulas sobrepobladas de cualquier universidad pública-, poco se puede.... (que yo sepa)....



jueves, 4 de marzo de 2021

Círculo vicioso (avatar)


El filósofo y teórico de las artes Xavier Rubert de Ventós había observado que todos los nuevos inventos tomaban la forma -y el nombre- de ingenios anteriores. Los primeros vehículos a motor se asemejaban a diligencias y a vehículos a tracción, mientras que el interior de los primeros aviones de pasajeros se inspiraron en el interior de los coches. Las razones pueden estar marcadas por la inseguridad y la falta de modelos propios, pero también por el deseo de tranquilizar a los nuevos usuarios, mostrándoles que los nuevos medios de transporte no se alejaban demasiado de los ya conocidos y seguros.

Quizá sea este impulso el que de con la razón del porqué nos hemos convertido en personajes de videojuego. Nos hemos convertido en remedos del profesor Layton, o en un personaje de Second Life.

Los congresos y seminarios, hoy, se llevan a cabo por tele-conferencias. Existen numerosas "plataformas" -un término conocido aplicado a un nuevo mecanismo-  que permiten impartir charlas a cuya lectura acompañada de imágenes un cierto número de participantes pueden asistir. Desde hace un año vivimos con estos medios.

Sin embargo, existen también recursos para "simular" encuentros fortuitos -al menos intelectuales, por ahora- como los que se producen en los pasillos de los congresos entre sesión y sesión; encuentros fructíferos durante los que se intercambian ideas y teléfonos (correos electrónicos).

Para que dichos cruces tengan lugar en la "red", se recurren a unos programas que nos convierten en círculos con nuestra fotografía y nuestras iniciales (o nuestros nombres). Los círculos se disponen en la pantalla como las bolas de billar, los astros en el cielo, o los personajes de las primeros videojuegos. Si una persona quiere corresponder con otra, mueve "su" "avatar " -así se les llama oficialmente- con el cursor hasta situarlo junto al doble de la persona con quien quiere relacionarse. Un gran círculo rodea ambos puntos, lo que significa que la conversación será privada. Pero acontece a la vista de todos. Por tanto, si otras personas quieren intervenir en la conversación deben acercar sus puntos con el cursor, hasta que el círculo los englobe. La pantalla se convierte en un campo de batalla o de juego donde los puntos se acercan y se rechazan, se juntan, se engloban o se alejan, conformando un baile aleatorio, como si de átomos o de fichas que se atraen o se rechazan se tratara. La pantalla es un tablero en el que fichas se mueven imprevisiblemente, como impulsadas no se sabe qué fuerza interior, formando y deshaciendo "círculos de amistades".

La lengua se enriquece, diríamos que asciende a un nivel superior, cuando las palabras empiezan a convertirse en metáforas y ya no designan la realidad visible, profana, que se extiende ante nosotros, cuando deja de ser un signo que apunta a un ente, y empieza a designar cualidades, semejanzas, imágenes propias o suscitadas por la visión de lo que nos rodea. Una rosa ya no es una rosa, ni una pipa una pipa.

Por lógica, el lenguaje se empobrece cuando las palabras pierden esta capacidad alusiva y vuelven a la designación pura y simple. Que un círculo (de amistades) -ya una metáfora- se visualiza mediante un círculo, no redunda en beneficio de la imaginación. Cabría preguntarse si las pantallas y los programas de "encuentros" "académicos" suben nuestro nivel perceptivo o imaginativo, o lo reducen a su más simple expresión. De entrada, nos reducen a fichas de parchís. 

La capacidad metafórica de las plataformas es escasa...

Y su "utilidad"....

¿Second Life? 

Second: segunda, otra vida; pero también: vida de segundas, de segundón; vida miserable.

Secundario; prescindible 



 

miércoles, 3 de marzo de 2021

ÉMILE REYNAUD (1844-1918): AUTOUR D´UNE CABINE (ALREDEDOR DE UNA CASETA DE BAÑO, 1894)



Émile Reynaud, un ingeniero óptico y pintor aficionado, es el inventor de los dibujos animados, y Alrededor de una caseta de baño es el primer -o uno de los primeros dibujos animados de la historia.
Las figuras fueron pintadas sobre una tira transparente.

El éxito de esta corta animación hizo que se proyectara ininterrumpidamente durante cinco años, aunque Reynaud, superado por los avances técnicos del cinematógrafo, moriría arruinado en un asilo psiquiátrico 

La escena, estilísticamente encuadrada en el arte de los llamados "primitivos modernos, encabezados por el aduanero Rousseau, evoca bien los placeres de los baños del mar, popularizados a finales del siglo XIX, que Monet o Degas también retrataron en cuadros.

Las escenas de baño, al aire libre, propias del Impresionismo, también se mostraron en este dibujo animado -marcado por el teatro de "bulevar", con este esposo indignado por el mirón que escudriña a la mujer cambiándose en la caseta-, cuyas casetas de baño se anticipan a las representaciones esquemáticas de las escenas que Picasso pintaría veinte años más tarde.



 

martes, 2 de marzo de 2021

Aperturas (Grafitis de los calabozos del Castillo de Montjuic de Barcelona)

 












Agradecemos al arquitecto Roger Badia, del Servicio de Patrimonio del Ayuntamiento de Barcelona, el envío de estas fotografías que ha tomado y la autorización de divulgarlas. 


Entre principios del siglo XIX y 1940, prisioneros en los calabozos del Castillo de Montjuic (s. XVIII) de Barcelona dibujaron a carboncillo, en las paredes de sus celdas, toda clase de imágenes que mostraban lo que sólo veían con la imaginación: desde retratos hasta escenas íntimas. 

Hallados en 2015, y desde entonces consolidados y restaurados, son una muestra emocionante de la capacidad humana de trascender las paredes físicas y mentales.

Inevitablemente recuerdan antros prehistóricos pero también espacios blancos de creación 

Las celdas pueden visitarse en grupos guiados.


https://www.barcelona.cat/grafitscastellmontjuic/es/# 

https://ajuntament.barcelona.cat/castelldemontjuic/es/activitats/noticies/grafitis-de-los-calabozos





lunes, 1 de marzo de 2021

HASSAN FATHY (1899-1989): DE BUENAS INTENCIONES ESTÁ EMPEDRADO EL INFIERNO....








El verbo latino manere (permanecer, estar, habitar) ha dado lugar al francés maison (casa) y al español mansión. Una salto cualitativo, una brecha, un "oximorón" que la arquitectura de Hassan Fathy padeció. 

No tuvo que ser fácil, en los años 50, cuando el mundo devastado por la Segunda Guerra Mundial, se reconstruía a toda prisa con desmesurados bloques de hormigón idénticos, emplazados en una trama geométrica uniforme y desmedida, o barrios enteros de casas neo-rurales, en la periferia de Londres, extendidas hasta el horizonte -la necesidad de vivienda era acuciante-, abogar por una construcción de formas tradicionales con técnicas artesanales y materiales tomados del lugar, a fin de evitar recurrir a un hormigón económico mal utilizado, que permitiera que los habitantes pudieran construirse  su propia vivienda, y los equipamientos públicos necesarios para una comunidad.

Pero éste fue la propuesta práctica y teórica -la monografía esencial: La arquitectura para los pobres, de 1969-que el arquitecto egipcio Hasan Fathy propuso y defendió, sin éxito, ya que los habitantes del lado oeste de Luxor, acostumbrados en morar al aire libre, entre las ruinas faraónicas de Tebas -que se decidió proteger para el turismo-, no pudieron adaptarse a viviendas, bien construidas, y bien intencionadas, pero cuya planta y cuyo volumen les recordaba la intrincada estructura de las tumbas faraónicas de las que querían huir.

Hassan Fathy, decepcionado, acabó por trabajar para el descomunal despacho del arquitecto griego Doxiadis, con una plantilla de quinientos arquitectos, que llevaba a cabo proyectos por todo el Próximo Oriente -hasta en España a principios de los años 70-, gracias a la ayuda de la Fundación Ford y del Plan Marshall. Fathy fue el autor de las diversas tipologías de casas que Doxiadis propuso y construyó en Iraq en los años 50, y que hoy, maltrechas u olvidadas, constituyen la pesadilla de Saddar City, el barrio más denso, abandonado y peligroso de Bagdad.

El éxito de Fathy llegó irónicamente con los proyectos de lujosas mansiones en Hollywood. Su última obra, un palacete en Mallorca para una millonaria fundación privada, es un testimonio de que las mejores intenciones no siempre llevan a buen puerto, o toman caminos torcidos. 

Y, sin embargo, Fathy es uno de los mejores arquitectos del siglo XX, porque trató de construir para cubrir las necesidades humanas de protección y cobijo, poniéndose al servicio de los habitantes sin grandes gestos.

Casa Árabe ha inaugurado una muestra dedicada a este arquitecto en Madrid.