miércoles, 9 de abril de 2025

Parole parole parole

 “ Yo no sé si a los demás les sucede lo que a mí; yo no puedo precaverme, cuando oigo a nuestros arquitectos inflarse con esos majestuosos términos de pilastras, arquitrabes, cornisas, orden corintio o dórico y otros análogos de su jerga, mi imaginación va derecha al imaginario palacio de Apolidón [descrito en la novela de caballerías Añadís], y luego veo que todo ello no son más que las mezquinas piezas de la puerta de mi cocina.”

(Montaigne: “Sobre la vanidad de las palabras”, Ensayos I, 51)


Hoy, ha tenido lugar la presentación de Parlamentos de Agua: Ecosociales Proyectivas, la propuesta del pabellón catalán dentro de los Eventi collaterali [de la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2026]”

domingo, 6 de abril de 2025

GERMAINE DULAC (1882-1942): LE DIABLE DANS LA VILLE (EL DIABLO EN LA CIUDAD, 1925)


 

 Aviso: Hagan caso de este enlace: de visión legal.
No busquen la película en Youtube si no quieren sorpresas inesperadas, desagradables o sorprendentes: los enlaces remiten a dos portales pornográficos -pese a anunciarse en Youtube- donde, en efecto, se encuentra esta película, rodeada de filmaciones muy distintas.
Este enlace, aquí comunicado, que remite a Youtube -esta vez de manera no engañosa-, se halla a través del portal Rarefilm, que no se encuentra en Youtube.

Sobre Germaine Dulac, véase, por ejemplo, el siguiente enlace:
 
Sobre la concepción del cine de esta directora francesa de películas experimentales, "comerciales" y documentales, véase, por ejemplo:

Cuando el cine era una de las bellas artes





Un texto, escrito en 1925, sobre el estado de las bellas artes en occidente, destacaba la mirada nueva y la nueva e innovadora manera de contar y de retratar la realidad del cine. La imagen en movimiento y el montaje eran los pilares que sustentaban la recreación del mundo y la creación de un mundo que solo existía por y en el cine. El sonido aún no existía. El cine era mudo. Y, sin embargo, era el lenguaje más expresivo. 

El artículo destacaba las aportaciones del cine norteamericano, sueco, alemán y francés. Películas que podían contar historias durante siete horas, como en La rueda, de Abel Gance -la rueda del destino protagonizada por un personaje llamado Sísifo- o sustentarse en la inexistencia de historias,  como algunas de la películas de Germaine Dulac, en las que la realidad y el sueño, la realidad y las pesadillas, los vivientes y los aparecidos, como en La mujer de ningún lugar, de Louis  Delluc y Germaine Dulac, componen un fresco casi inabarcable e inaudito que revela la potencia del cine para componer mundos que echan luz sobre los más recónditos y oscuros aspectos de nuestro mundo profano. Aún cuando faltase la palabra. O quizá porque ésta no existía -y ante la cual el mundo enmudecía y se exponía.

En sucesivas entradas, mostraremos algunas de estas películas que han sido recuperadas y restauradas .

LOUIS DELLUC (1890-1924) & GERMAINE DULAC (1882-1942): LA FEMME DE NULLE PART (LA MUJER DE NINGÚN LUGAR, 1922)

 


sábado, 5 de abril de 2025

Construcción

 La palabra construcción designa un acto o una obra. La imagen de la causa final es la de una elevación, una creación, quizá marcada por la realidad imponente y la imagen impactante de los rascacielos, y por el mito bíblico de la Torre de Babel, que se alza de la tierra al cielo. La vertical parece ser el eje que guía y estructura la obra.

Cabría preguntarse si esta es la imagen que se desprende de la palabra construcción. ¿Qué evoca?

El verbo latino struo, cuyo pasado es structum -que ha dado estructura-, apunta en una dirección muy distinta. El eje gira noventa grados. Struo significa disponer por capas. La construcción es la deposición de sucesivos niveles que descansan, unos sobre otros, horizontalmente. En propiedad, el trabajo del albañil disponiendo filas de ladrillos, o del constructor de muros, apilando estratos de piedra seca, son ejemplos del acto de construir.

Aunque strues, que significa amontonamiento de leños que constituyen una pira, evoca una disposición en la que rige cierto desorden o descuido, struo significa disponer ordenadamente. El cuidado es lo que se persigue. La atención, la precisión, el interés por los objetos gobiernan el acto del constructor. Struo se puede traducir también  por conjuntar y arreglar. La armonía, la buena relación entre los componentes parecen ser finalidades que la obstrucción persigue: un conjunto bien conjuntado, sin imposiciones ni gestos forzados.

Es cierto que las sucesión de capas levanta muros que se alzan, pero la elevación no es la finalidad perseguida, sino la relación entre elementos dispuestos horizontalmente, bien trabados, sin violencia.

La construcción, sin embargo, no se libra de una cara oculta. Struo también significa tramar, urdir, maquinar: verbos que apuntan a unas intenciones secretas que no se pueden contar, y que exigen mano izquierda, cierta ocultación de los fines perseguidos. Diríamos una elevación, un apuntar al cielo, como si el gesto de lograr el descanso de los materiales de construcción no fuera inocente. Toda creación implica una ruptura con el mundo, que se ve sacudido por la irrupción de un nuevo ente, como si la creación original necesitaría de retoques o añadir, es decir, fuera imperfecta, y revelará la imperfección del Gran Arquitecto, a quien el constructor reta o emula. 

El mito de la torre de Babel resurge….

jueves, 3 de abril de 2025

D.W. GRIFFITH (1875-1948): THE LONELY VILLA (LA CASA AISLADA, 1909)


 “Thriller” en los inicios del cine. 

Una obra maestra del cortometraje sobre lo que ocurre cuando se vive aislado..  

Gaudí en París, 2 (1925)





Fotos de distintas publicaciones catalanas y francesas de la época. Centro de documentación del Museo de Diseño de Barcelona. Agradecimientos a María José Balcells por la tan reveladora documentación entregada.

El orgullo del arquitecto Antonio Gaudí duelo que sin duda explicaría su negativa a su anhelada  presencia en la Exposición de Artes Decorativas y Técnicas Industriales de París en 1925.
A la clausura de la Exposición, el decorador Santiago Marco, responsable de la presencia del Fomento de las Artes Decorativas (FAD) de Barcelona y miembro del comité organizador del pabellón español en una de cuyas sedes -el Grand Palais, que aún existe- se inscribió la aportación del FAD, escribió que el FAD quiso que los arquitectos catalanes expusieran en el pabellón, mas sin conseguirlo. La representación de los arquitectos hubiera tenido que estar encabezada por Antonio Gaudí. 
Éste, sin embargo, se negó a participar.
Ls razón era obvia. Gaudí había expuesto en una gran muestra, quince años antes, en París. Fue el hazmerreír de los críticos y del público. Dolido o humillado, Gaudí no quiso repetir la experiencia. No contesto. No presto nada. Sin embargo, la organización francesa confiaba en que en el último momento Gaudí cediera. Es lo que posiblemente explique que su nombre aparezca citado en el catálogo general de la exposición como uno de los arquitectos españoles expuestos. Su nombre, en cambio, no aparece en los catalogos de la participación española ni del FAD.
Santiago Marcó escribió que la presencia de Gaudí hubiera sido un bálsamo ante la presencia de la arquitectura moderna, y de las variaciones caprichosas de las formas clásicas. Gaudí era así presentado como un arquitecto clásico, un juicio sorprendente dado el repudio que sufrió su arquitectura de apariencia medievalizante o expresionista por parte de los arquitectos e historiadores noucentistas defensores del clasicismo florentino del siglo XV.