Dos argumentos se enfrentan: el razonamiento justo, bien pensante, que expone lo que se tiene que pensar y decir, y el razonamiento injusto que desmonta las “bondades” del razonamiento edulcorado y expone sus debilidades.
Así, el razonamiento justo es cuestionado por el injusto ya que, haciendo que el justo pida las sales, escandalizado, le suelta y le demuestra que la justicia no existe. Si existiera, ¿acaso no se debería condenar a Zeus después que hubiera encadenado a su padre?
El afilado y veloz intercambio de ajustes entre ambos razonamientos concluye con una sarta de indultos que denuncian las debilidades del contendiente. Entre las banalidades del razonamiento justo se encuentra su bien-intencionalidad. Son palabras, lanza el razonamiento injusto, como rosas: bellas, etéreas, y carentes de peso; decorativas. Inútiles
Ese interludio se inserta en la comedia Las nubes, del griego Aristófanes (verso 910).
ῥόδα μ’εἴρηκας
Se trata de una sátira demoledora de la palabrería de los sofistas, en concreto, de Sócrates: buenas palabras vacías de sentido, juegos de palabras que nada tienen que ver con la realidad. Palabras con las que se juega porque no tienen peso, dóciles a la manipulación, al juego de manos.
La rosa, la flor aureolada de todas las virtudes, frágil y evanescente, deviene, para Aristófanes, en expresión de estupidez. Palabras que se dictan porque quedan bien, pero que no revelan lo que se piensa ni lo que en verdad ocurre. Palabras que esconden la verdad con sus delicados pétalos. Palabras que se las lleva pronto el aire.
Una imagen inesperada de la siempre bendita rosa.
Una imagen ¿acertada, que por fin un poeta se atrevió a lanzar?
Siempre hubo retóricas y sofismas (y retóricos y sofistas) pero da la impresión de que en estos tiempos se bate el récord, pues además la baja calidad de los sofismas hacen desaparfecer cualquier atisbo de argumentación. Saludo.
ResponderEliminarGana el griterío, el vocerío, y pierde la alusión irónica…o la callada por respuesta, en efecto
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