Érase una ciudad portuaria que acogía dos instituciones distintas y habitualmente enfrentadas (municipal y regional), gobernadas por partidos distintos.
Pero el hambre se encontró con las ganas de comer. La voluntad de dotar a la ciudad de una nueve sede de la filmoteca, por parte del gobierno supra-municipal, que poseía los fondos necesarios, halló respuesta en la necesidad de urbanizar una parte degradada de la ciudad vieja en la que el gobierno municipal poseía terrenos, y de recuperar calidad de vida con un equipamiento cultural.
Se organizó un concurso de arquitectura en dos fases: curricular y proyectual. Cuatro arquitectos del gobierno regional, y un quinto arquitecto municipal componían el jurado. El arquitecto en jefe municipal, empero, decidió formar parte también del jurado. El gobierno regional, que financiaba el proyecto no se opuso.
Fueron escogidos cinco equipos. El arquitecto en jefe pidió que se incluyera a un sexto conocido arquitecto. La desviación presupuestaria que implicaba era muy pequeña (cada equipo recibía unos mil euros por realizar el proyecto). El gobierno regional volvió a aceptar esta condición.
El día en que el jurado se tenía que reunir, el arquitecto en jefe municipal comentó que tenían que declarar vencedor al conocido arquitecto. Un miembro del jurado respondió que quizá el jurado tendría, antes, que ver los proyectos presentados.
Por unanimidad, un buen arquitecto, con experiencia profesional, docente y de gestión, fue declarado vencedor. Su proyecto era económico, lógico, claro; los accesos bien situados. Ocupaba la parcela asignada y respondía a los requisitos de las bases.
Pero no podía ser: el arquitecto en jefe pidió que el arquitecto más conocido fuera el ganador. No tenía obra en el centro de la ciudad, y estaba disgustado con la administración. de algún modo se le tenía que recompensar. El jurado del gobierno regional intuyó que el concurso podría quedar paralizado, las instituciones enfrentadas, y el equipamiento cultural no se levantaría. Necesitaba como agua de mayo el solar que el gobierno municipal cedía.
Cedió. El proyecto del arquitecto más conocido presentaba una serie de problemas, entre los que el menor era que ocupaba terrenos que no formaban parte del solar asignado y que tuvieron que ser estudiados por los arqueólogos antes de ser ocupados. Era complicado técnicamente, exigía alardes constructivos, no se relacionaba con el entorno, y su volumen anulaba el aire de las casas vecinas. Un verdadero meteorito.
Se descubrieron restos arqueológicos. La obra se paralizó. Se inauguró con años de retraso.
El presupuesto casi se triplicó.
Hoy, España es rescatada financieramente.
Pero la ciudad portuario goza de un edificio cultural hormigonado y descomunal en su centro.
Solo es un cuento. Inventado, naturalmente.
sábado, 9 de junio de 2012
Cuento de arquitectura
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Si existiera un proyecto ganador, ¿dónde podría encontrarlo?
ResponderEliminarEn la plaza Salvador Seguí 1-9, de Barcelona, por desgracia:
ResponderEliminarhttp://www.filmoteca.cat/web/la-filmoteca/equipaments/filmoteca-de-catalunya
No, eso ya lo sé. Me refiero al proyecto ganador que no se realizó. ¿Es posible verlo en algún sitio?
ResponderEliminarEl proyecto que había ganado inicialmente está en:
ResponderEliminarhttp://www.bcq.es/ficha.php?I=1&IDP=1&IDF=166
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