jueves, 14 de junio de 2012

La Universidad Politécnica de Cataluña, y otras universidades catalanas


Teníamos -ni siquiera se renuevan los contratos- a asistentes que cobraban dos mil euros, al año; profesores asociados, trabajando todo el día, ganando entre trescientos y quinientos euros brutos al mes. Gozamos de altos cargos de confianza, a los que se les paga entre diez mil y doce mil euros brutos al mes.

Se invitaron a regresar a excelentes investigadores jóvenes que trabajaban en universidades extranjeras, donde habían obtenido todas las becas posibles, solo para entregarles nada, no poder ofrecerles ningún puesto de trabajo. Regresan, para no volver más, a los centros de Columbia, Princeton, o Berlín.   

Los profesores mayores se jubilan o fallecen, sin que se cubran los puestos; los más jóvenes no parten, porque ya no quedan, no tienen un contrato: han partido ya. Y saben que no retornarán en muchos años.

Ayer, en la Sección de Estética, los dos únicos profesores que quedamos nos hemos partido la última galleta de chocolate reblandecida. Hemos lavado las tazas quizá por última vez: Pero hemos querido recogerlas limpias.

Quedan, en las estanterías, tesis que nadie volverá a leer que se doblan por su propio peso, lomos que se cuartean, fotocopias que se desvanecen, que se quiebran en confetis amarillentos si se rozan; proyectos de tesinas que nunca llegaron a término; una colección de un centenar de textos clásicos, muchos aún envueltos en una funda de plástico, que se adquirieron para consultarlos en un futuro que no existe.

Quedarán también, en la despensa, unas chocolatinas que empalidecen, unos últimos bizcochos enmohecidos, y tazas polvorientas.

En los despachos abandonados, algún recuerdo que nadie quiere -un apunte con una escritura de persona enferma o mayor, una ficha de un estudiante olvidado, una cinta de vídeo que no se puede proyectar, un libro con las primeras páginas anotadas- de profesores fallecidos o jubilados.

Cuando se cierre la puerta de la Sección de Estética, por última vez, pronto o tarde, ya solo quedarán los ventanales que vierten al vacío.

Pronto empezará el último curso. Con un solo profesor.

PS: 
En Iraq, no se entiende las protestas de las universidades públicas españolas: allí, la enseñanza pública universitaria, que se imparte, al menos en la Universidad de Bagdad, a menudo en inglés, es totalmente gratis. 

2 comentarios:

  1. Hola Pedro:

    Tengo un recuerdo nefasto de la ETSAB (1987-91). Por lo que que cuentas todo ha ido a peor, aunque pareciera imposible. Tal vez un dios Sumerio, o Griego, reestablezca la esperanza.

    Saludos desde el exilio finlandés
    Jorge Raedó

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  2. Sí, la Escuela ha ido a peor. Recortes, no renovación de contratos que afectan a profesores y personal administrativo. Así se ha tenido que marchar el mejor informático que quepa imaginar, una excelente bibliotecaria, y profesores jóvenes, con nuevas ideas, que habían logrado cambiar una enseñanza necesariamente cansina.
    No es bien momento para entrar en la Escuela.
    Suerte

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