El término más habitual en sumerio que se traduce por espacio es mush3. en acadio, matu.
La traducción no refleja, sin embargo, lo que los mesopotámicos entendían o debían de entender por espacio. Aunque es muy posible que no sepa a fe cierta que es lo que estos términos les sugerían parece claro que la noción de espacio que se fragua a partir del siglo XVII en Europa poco tenía que ver con la suya, la cual estaba más cercana a -y quizá incluso estuviera en el origen de- la griega.
En efecto, mush3 tenía dos significados "espaciales" más: "tierra plana" o llanura, y espacio sagrado. La llanura era Mesopotamia o, más precisamente, el paisaje situado entre Babilonia y el Golfo Pérsico, la franja de tierra entre los ríos Tígris y Éufrates o, mejor dicho, la tierra entre las estribaciones de los montes Zagros y el desierto, al oeste del río Éufrates, las primeras pendientes de los montes Tauro, y el Golfo Pérsico o el delta de ambos ríos. Se trataba, en efecto, de una tierra tan llana que los ríos tenían grandes dificultades en llegar al mar, lo que les obligaba a serpentear formando amplios meandros que variaban en función de los aluviones acarreados.
El espacio era, así, el espacio conocido y habitado: el espacio humano, es decir poblado por las tribus, huestes, clanes y ciudades mesopotámicas, al menos hasta principios del primer milenio aC.
El hecho que el espacio fuera el terruño se descubre en la palabra aacadia matu que significa, literalmente, tierra natal; además también se traduce por habitantes, es decir por los seres ligados a una tierra. El espacio no se concibe en ausencia de vida humana. Se trata del lugar donde la vida prende y se instala.
Sin embargo, esta concepción, que parece anticiparse al concepto platónico de espacio, tendría que matizarse: mush3 también significa espacio o área sagrado. De hecho, se trata del significado más habitual. Mush3 nombra el recinto de un santuario: un espacio acotado, incluya o no a un templo.
Se trata, entonces, de un lugar consagrado principalmente o también a la divinidad, no de un espacio abstracto y menos de un lugar entregado propiamente entregado a los humanos. Este "espacio" pertenece a los dioses y está calificado por ellos. El espacio no se concibe, pues, en ausencia de lo sobrenatural.
Ocurre que mush3 tiene un tercer significado. Éste, de entrada, desconcierta: se traduce por faz o apariencia. Mas no se refiera a una cara humana, ni siquiera real, sino exclusivamente divina. Mush3 es la manifestación visible de una divinidad, necesariamente invisible.
Esta manifestación acontece para los humanos. Los dioses no necesitan materializarse para tratarse. Dicha "encarnación " o, mejor dicho, personificación, tiene "lugar" en un área sagrada (un templo o un santuario). Y se "expresa" o visualiza a través de una faz que súbitamente "aparece". La faz, su aparición, define, califica un lugar. Toda vez que la faz divina resplandece, el espacio es dónde una aparición sobrenatural irradia. Un espacio es siempre un receptáculo de luz, luz que emana tanto del rostro cuanto de los ojos. El espacio se extiende así hasta donde el fulgor divino alcanza (hasta los límites del santuario); también resulta del campo de visión de la divinidad: es todo lo que ésta alcanza a ver; lo que ésta observa y, por tanto, ordena.
En este sentido, el espacio dejaría de ser la tierra natal para convertirse en un espacio exclusivamente entregado a la divinidad. Recordemos que los santuarios eran la morada divina, y que los humanos no estaban autorizados a entrar en ella.
Mas, los dioses no se manifestaban por que sí. Su hacían visible para los humanos (reyes y sacerdotes, que comunicaban a la ciudad la buena nueva de la llegada de la divinidad a su templo). Por tanto, el espacio se concebía como el lugar de encuentro entre hombres y dioses, el "lugar" donde los dioses se dejaban a ver a ojos humanos; el lugar dónde los humanos podían tener la esperanza que los dioses un día se mostrarían "de cuerpo presente", un lugar dónde éstos iluminarían o alumbrarían el (y al) mundo.
El espacio no es un concepto abstracto, sino que está ligado a las esperanzas y deseos humanos. Se trata del lugar en el que los humanos pueden soñar (o esperar) a una vida mejor, a una vida verdadera, necesariamente enraizada en la tierra natal.
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