lunes, 12 de mayo de 2014

ILYA (1933) Y EMILIA (1945) KABAKOV: L´ÉTRANGE CITÉ (THE STRANGE CITY, LA CIUDAD EXTRAÑA, 2014)






























¿Por qué es extraña esa ciudad?
La pareja de artistas rusos Kabakov inauguran La ciudad extraña bajo la inmensa bóveda de vidrio y hierro del Grand Palais de París.
Afincados hoy cerca de Nueva York, los Kabakov, desde Moscú, se dieron a conocer con instalaciones hechas de materiales perecederos y de derribo con las que creaban irónicos mundos de ensueño, poblados de imágenes idílicas en medio de cartones.
La extraña ciudad es una gran instalación de madera pintada de blanco. Un doble anillo de altos muros ciegos , precedidos por dos estancias aisladas exteriores -la Capilla Blanca y la Capilla Sombría- conducen, dando un largo rodeo, en el corazón del espacio circundado presidido por cuatro estancias, y precedido por un gran arco, triunfal y con un perfil irregular. La ciudad está dominada por una especie de paraguas, semejante a un cohete inalcanzable, que emite, desde lo alto, luces y sonidos que cubren el recinto. Dentro, cada estancia alberga objetos y funciones inesperados: un altar con maquetas de ciudades imaginarias terrenales y celestiales orientales, como entrevistas en sueño; un laboratorio de profesor chiflado destino a producir energía inextinguible y a entrar en contacto con el cielo, una estructura parecida a un zigurat desde la cual se puede tratar de cazar un ángel que flota como en cuadro de Chagall, y un museo vacío en el que reposar.
La puerta marca la frontera entre los mundos de los vivos y de los muertos. Las estancias o barrios albergan máquinas y proyectos con los que acceder a lo alto, a ciudades celestiales, o soñadas, y salir de la ciudad de cada día.
La ciudad extraña no acoge a nadie. Es una estación de tránsito. Se asemeja a una morada interior, que se cruza para progresar hasta llegar a un ángel- un -ángel caído, quizá, como en una instalación anterior de los Kabakov. Ciudad necesaria para mejorar la vida por la vía del anhelo y el ensueño; ciudad que apunta hacia el cielo. Lugar de recogimiento antes del salto final. Ciudad extraña, sin duda, porque expone el carácter un tanto risible de las tentativas de salir del mundo; tentativas, empero, que no se puede, una y otra vez, obviar. Los Kabakov evocan, de manera callada, que los humanos no nos contentamos con nuestro lugar en la tierra, simple parada antes de la conquista, con los ojos cerrados para siempre, posiblemente, del espacio, de lo alto. Ciudad blanca para que cada uno de nosotros pueda proyectar sus sueños, una ciudad que la luz que inunda el Gran Palais diluye -o que ciega a los habitantes (listos entonces para el vuelo postrero).







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