viernes, 13 de noviembre de 2015

Asiria y Sumeria.





Asiria y Sumeria son las dos áreas geográficas más alejadas entre sí del largo corredor mesopotámico, cruzado por los ríos Tigris y Eúfrates, entre el Golfo pérsico y la cadena montañosa del Tauro.
Corresponden también a áreas culturales culturales: Sumeria (también llamada Babilonia) acogía a una población sureña, que hablaba acadio y sumerio (entre otras lenguas), mientras que en Asiria se hablaba un dialecto del acadio (o babilónico).
Los tiempos no eran los mismos. El esplendor sumerio tuvo lugar en los cuarto y tercer milenio, mientras que Asiria destacó sobre todo en los segundo y primer milenios.
La geografía de ambas regiones, finalmente, guardaba pocos parecidos. Tierras planas, arcillosas, atravesadas por los meandros de amos ríos, que concluían en una extensa zona marismeña, donde se instalaron las primeras ciudades en el sexto milenio, mientras que Asiria, también regada por las cabeceras de los mismos ríos, era montañosa y con un clima menos extremado.
Entre los siglos XIV y VII aC, la cultura mesopotámica estuvo centrada en el centro y el norte de la región. En el sur, por el contrario, vegetaban las antiguas ciudades sumerias, cada vez más asediadas por el desierto, mientras las fértiles marismas se iban desplazando hacia el sur a medida que la línea de la costa ganaba terreno al mar debido al limo que los ríos Tigris y Eúfrates acarreaban y depositaban.
Aunque algunas capitales asirias se remontaban a la prehistoria, el norte de Mesopotamia cobró importancia con los imperios asirio y neo-asirio, en lucha casi permanente con el imperio babilónico. Las ciudades de ambos imperios se aniquilaban mutuamente, aunque Babilonia y Asiria caerían definitivamente en manos de los Persas en el siglo VI, víctimas a su vez de las huestes macedonias capitaneadas por Alejandro dos siglos más tarde.
El imperio neo-asirio, sobre todo con los gobiernos sucesivos de Sargón II y de su hijo Senaquerib, se caracterizó por la fundación de nuevas ciudades bajo el patronato del dios supremo Asur -una acción impensable en Sumeria pues todas las ciudades tenían que remontarse a los orígenes de los tiempos o justo después del mítico diluvio, cuando descendieron del cielo tras la aniquilación del mundo. Las ciudades como Dur Sharrukin, Nimrud, Nínive, y la capital Asur estaban conectadas por una red de vías de comunicación y de canales de irrigación. Éstos no eran tan necesarios como en Sumeria -cuando la tierra se fue desertizando. Las lluvias eran más abundantes en Asiria, y las pendientes facilitaban la circulación de las aguas. El cultivo del algodón, que se implantó entonces, requería mucha agua, mas su presencia solo aprovechaba el agua sobrante.
Las canales, los conductos -que aún se utilizan hoy- y los acueductos (muy anteriores a los romanos) traían agua, no hacia el campo sino hacia las ciudades y las áreas circundantes. Regaban los grandes jardines palaciegos (que quizá estuvieran en el origen de la leyenda de los jardines colgantes de....Babilonia), pero sobre todo alimentaban marismas. Éstas eran artificiales. El emperador Senaquerib ordenó la creación de humedales, convertidos en extensas áreas verdes, en las que se plantaron miles de árboles traídos del Líbano, y se dispusieron manadas de animales salvajes, en las periferias urbanas. Eran simbólicamente necesarios. Los emperadores asirios conocían bien los humedales del sur. Habían conquistado Sumeria, aunque pronto la abandonaron porque se trataba de una región en ruinas.Sabían que el mundo había surgido de las aguas: las tierras y los dioses. Las marismas artificiales de Asiria eran una imagen de las sureñas. De este modo, Asiria se convertía en la tierra donde el mundo se creaba de nuevo. Los humedales, los canales estaban dedicados a los dioses Ea y Enbilulu. Ea era el nombre acadio (babilónico y asirio) del dios sumerio Enki, dios de las aguas freáticas que afloraban en las marismas de los orígenes del mundo. Enbilulu era hijo de Ea. Velaba sobre los canales, traía abundancia y prosperidad; vencía al caos, cantaba un himno; pero las aguas que guardaba no eran las quietas aguas de las marismas, sino las aguas de los ríos que corrían, cuando descendían de los montes de Asiria. Estas aguas parecían venidas del cielo. Por eso Enbilulu se equiparaba con el dios Adad, dios de las tormentas, más comunes en Asiria que en Sumeria. La creación de humedales artificiales en Asiria evitaban que la cultura asiria pareciera lo que era, una cultura nueva -el prototipo del sistema imperial que Alejandro y Roma desarrollaron. Los humedales la retrotraían al origen de los tiempos, un nuevo origen tras el fin del mundo sumerio, bajo el mando de Ea, Enbilulu, y los dioses supremos Asur y Marduk, ambos relacionados con el dios de las aguas Ea. Las aguas primordiales volvían a erigirse en el fundamento de la creación.

Nota: El Instituto del Mundo Árabe de París podría acoger una exposición sobre el mundo asirio con la colaboración de las autoridades del Kurdistan iraquí y los miembros de diversas misiones arqueológicas internacionales.  

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