domingo, 15 de noviembre de 2015

Capricornio



Un conocido pequeño relieve asirio, del siglo XIII aC, obtenido por la impresión de un sello-cilindro, representa probablemente un templo en la capital del Imperio Asirio, Asur. La imagen muestra la fachada del templo, flanqueada por dos altas torres carenadas que tocan gruesas nubes arremolinadas. La parte central, más baja, acoge la puerta de entrada. Ésta, abierta, permite contemplar el altar principal de la divinidad. Frente a las torres, dos animales yacen estirados con la cabeza bien erguida. Parecen los guardianes del templo. No se puede saber si son estatuas o animales reales.
Estos animales son curiosos. Toda la parte delantera corresponde a una cabra de altos y tiesos cuernos, la parte trasera, en cambio, termina en una cola. Son animales fantásticos, seres híbridos, que aunan poderes o virtudes de dos reinos animales distintos.
Estos guardianes son una mezcla de cabra y de pez, posiblemente de carpa (el pez de agua dulce más grande en Mesopotamia).
La cabra es una animal de monte. Sube con plena seguridad por montes escarpados. No existe dificultad en un camino ascendente que se le resista. Los cuernos apuntan hacia el cielo. La cabra es una animal esencial para la vida. Su leche es una fuente básica para la vida. En Grecia, el dios padre Zeus fue alimentado por una cabra. El cuerno de ésta proporcionaba los mismos bienes que su leche. Se trataba del cuerno de la abundancia que el dios de los ríos, Aqueloo, también poseía, lo que es significativo, porque apunta al mundo acuático.
Este mundo está en efecto presente. La carpa es propia de los ríos. Pero no se trata de un animal que solo vive en las profundidades. Las largas barbas bajo la boca demuestran su sabiduría. De hecho, las aguas en las que la carpa mora son las aguas de la sabiduría, las aguas originarias de cuyas profundidades emergieron el mundo y los dioses. Son las aguas en cuyo seno se formó en universo.
 El animal híbrido, mitad cabra mitad carpa es, por tanto, un animal sagrado, símbolo o manifestación de un dios supremo.
Este dios está emparentado tanto con las aguas originarias cuanto con las que descienden del cielo para fertilizar la tierra, como la leche que mana de las ubres de la cabra: se trata del dios Enki (Ea en el mundo asirio); dios de la agudeza, de las soluciones a los problemas, dios constructor y reparador del mundo.
Su inteligencia y su agudeza provienen de su madre, la diosa de las aguas primordiales. Los bienes que brinda caen del cielo en forma de benéficas lluvias, como bien las evocan las nubes tormentosas en lo alto de las torres del santuario de Ea en la capital asiria.
La relación de Ea con las aguas es sólida. Gracias a su madre, gracias a su palacio acuático, a su templo suspendido sobre las aguas, y gracias a las compuertas del cielo que controla. Enki o Ea es quien llena los canales con su líquido vital, que riegan la tierra. Sus sacerdotes se disfrazaban de peces. El silencio de los peces evocaba bien el carácter introspectivo, reflexivo de esta divinidad que calibraba, calculada, preveía problemas y soluciones.
Enki es un dios acuático. Se manifiesta en el cielo, a fin de asegurar a los hombres de su atenta presencia, a través de signos astrales ligados a las aguas: a través de Acuario. El animal que lo acompaña también tiene una manifestación astral: la constelación de Capricornio, situada junto a otras constelaciones ligadas a las aguas: Acuario, Delfín, Piscis, etc.
En la antigüedad, el sol atravesaba Capricornio en invierno, exactamente cuando el solsticio invernal (hoy dicho cruce ocurre en enero). En cuanto el encuentro se producía, llegaban las aguas de lluvia. Los días se alargaban. Despuntaba el año nuevo. Todo volvía como en los inicios. El mundo se renovaba. La tarea conformadora y restauradora de Enki/Ea llegaba a su fin. Pero Enki benéfico pero también turbio; agudo y astuto. Su naturaleza dual, que apuntaba hacia el cielo y la tierra lo acercaba a los humanos, a quienes ayudaba, pero también manifestaba la ambigua condición humana, capaz de construir y de destruir. Cuando el pezcabra (Capricorno) despuntaba en el cielo -un despuntar apenas visible debido a la ausencia de estrellas brillantes en su conformación-, se suspendía en tiempo. El orden antiguo se había agotado, el nuevo estaba aún por venir. Todo podía acontecer. La respiración se contenía.  
Estamos a punto de entrar en el signo de Capricornio. Esperamos que la renovación, la luz que el dios de las cabras y las carpas aporta se manifieste. Lo necesitamos más que nunca. Pero aún está por venir; si acontece.




Para Carlos, Bruno, Eric, Jorge, Arcadio, Quim, Luis (y la nuera de Judit)

2 comentarios:

  1. Magnífico artículo. Lo comparto en mi red.

    El emperador Augusto se identificaba con el Capricornio con cola de tritón, en sellos, monedas y relieves.
    Y tenemos una pieza magnífica en la catedral de Oviedo que presumiblemente le perteneció.

    Ver: La Cruz de los Ángeles conserva el sello del emperador Augusto, según un estudio.
    http://www.culturaclasica.com/?q=node/558

    El sello del emperador
    La pieza principal, el sello del emperador, se encuentra engarzada en la parte superior y posterior de la cruz y cumple en su simbolismo los cánones augustales: representa el signo zodiacal de Capricornio con cola de tritón, con la esfera universal en la mano derecha y un cetro o bastón en la mano izquierda, estas imágenes simbólicas pertenecían únicamente al primer emperador de Roma, Octavio Augusto y solo fueron utilizadas por él. (2)

    El Capricornio es el signo zodiacal con el que se identifica el emperador, ya que bajo su fecha fue concebido por sus padres, y su imagen le representa en la iconografía de la Roma imperial. Existen varias referencias sobre este aspecto:(2)

    Augusto cobró enseguida tal confianza en su destino, que publicó un horóscopo e hizo acuñar una medalla de plata con la efigie de Capricornio, constelación bajo la cual había nacido. Suetonio Augusto 94.

    El signo de Augusto: si bien según las fuentes el emperador nació el 22/23 de septiembre, es decir, bajo el signo de Libra, en todas las fuentes iconográficas y en los poetas el signo que aparece como propio de Augusto es Capricornio. Esta dualidad se explica generalmente porque Capricornio era el signo que presidió su concepción y además corresponde con la posición de la luna en el zodíaco (dos elementos que eran tomados en cuenta en aquella época). Domenicucci agrega otro elemento muy importante: el cometa que supuestamente llevó a César al cielo fue interpretado por el mismo Augusto como señal venturosa de su propio destino. De esta manera, casi como un nuevo nacimiento, la posición de este cometa en Capricornio (CAP 3°46') permitía el agregado de un nuevo signo regente al tradicional de Libra. Así Capricornio es el signo de su concepción y de su "renacimiento". Domenicucci relaciona también el horóscopo de Augusto con el que tradicionalmente se le atribuye a Rómulo y encuentra notables similitudes, algo que refuerza su vinculación política (manifestada en incontables ocasiones) y –según esta lectura– astrológica con el fundador de Roma. Astra Caesarum. Astronomía, astrología e catasterismo da Cesare a Domiziano Patrizio Domenicucci (Pisa, Edizioni ETS, 1996, 191 pp.)

    Los tritones figuran acompañando a Augusto como vencedor en la batalla naval de Actium sobre Marco Antonio y Cleopatra en el año 31 a.C., es habitual que la representación del signo zodiacal del Capricornio se acompañara con una cola que pertenecía a estos animales mitológicos.(2)

    La esfera universal que porta en su mano derecha representa el concepto "Oikoumene" que se refiere a la parte de la Tierra que es habitada por todos los hombres y de la que durante su época de gobierno Augusto fue el garante de la paz. En su mano izquierda porta un cetro, símbolo de gobierno propio del príncipe. Augusto es representado con ambos símbolos en repetidas ocasiones en la época alto imperial.(2)

    Imagen del sello:
    http://3.bp.blogspot.com/_kvgg8ODMocY/ShADaa5DvDI/AAAAAAAABZc/8NHIN--48TE/s400/camafeo4.jpg

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  2. Muchísimas gracias por estos datos.
    La relación entre Augusto y Rómulo, es decir, el esfuerzo de Augusto por equiparase a Rómulo, como si fuera un nuevo fundador, buscando relaciones astrales incuestionables, es fascinante

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