Un fantasma vuelve a recorrer la docencia: la retribución de acorde con la calidad del profesor.
Sin embargo, esta práctica ya existe en la Universidad. quizá no sea muy conocida. Dos profesores funcionarios del mismo nivel (por ejemplo, profesores titulares a tiempo completo que han obtenido una plaza de funcionario el mismo día, y tienen la mima dedicación) no cobran necesariamente lo mismo. La diferencia salarial es relativamente pequeña, no debería sobrepasar entre cien y ciento cincuenta euros al mes.
¿A qué se debe esta diferencia?
Los profesores somos evaluados por los estudiantes cada año. Un equipo de encuestadores pide que los alumnos respondan por escrito a una serie de preguntas, entre la que destaca la que se inquiere por la calidad general del enseñante: "¿Consideras que es un buen profesor?". Los estudiantes pueden puntuar entre 0 y 5. La nota media en la Escuela de Arquitectura de Barcelona es inferior a 4, la de algún departamento supera ligeramente esta nota, y algún profesor obtiene un 5 sobre 5.
Se considera que una nota superior a 3 es aceptable. Si un docente obtiene entre 2 y 3, debe responder a una serie de preguntas que el rectorado inquiere ante su departamento, justificando la nota. Por debajo de 2, el profesor es privado de docencia -aunque no pierde su condición de funcionario. en este caso, pierde los complementos de docencia. Esta situación es excepcional, aunque se ha producido.
El resultado de las encuestas a los estudiantes se suma a la evaluación que la Universidad realiza cada cinco años a fin de obtener un quinquenio de docencia, otorgado por el Ministerio de Educación y completado por el gobierno autónomo. La evaluación final tiene en cuenta la opinión del departamento, de la universidad y de los estudiantes, así como el texto que el profesor debe redactar donde expone programa y método docente. Los resultados se puntúan con letras, esta vez, entre A y D. Esta puntuación determina la concesión de un aumento de sueldo.
La valoración de los estudiantes interviene en las candidaturas a oposiciones. Se exigen un nota de 4 como mínimo anualmente para poder subir de categoría, por ejemplo de profesor titular a catedrático. Asimismo, determinados cargos y presencia en tribunales (de tesis doctorales, tribunal evaluadores de la calidad docente, etc.) exige notas superiores a 4 en las encuestas. Estos cargos dan también lugar a una retribución adicional.
Finalmente, la investigación también es evaluada cada seis años. Cada profesor debe redactar unas treinta páginas en las que expone y defiende seis resultados frutos de una investigación: congresos, artículos, libros, exposiciones. Esta evaluación, exigente, que no se supera siempre (y a la que profesores renuncian presentarse), otorga un complemento relativamente sustancial.
Ciertas pruebas o concursos (como oposiciones) requieren haber superado con éxito tres tramos sucesivos de investigación -lo que limita severamente el número de posibles candidatos a pruebas y cargos. El último tramo positivamente evaluado debe estar vigente.
Estas evaluaciones, anuales, trienales, quinquenales y cada seis años conllevan la redacción de informes en los que se expone desde programas y métodos docentes hasta investigaciones concluidas o en curso. Algunas de estas evaluaciones son obligatorias, otras, como las que miden los logros de investigación, se dejan a la consideración del profesor, si bien la renuncia a una evaluación conlleva la imposibilidad, durante dieciocho años, de presentarse a determinadas pruebas u obtener años sabáticos (a los que se tiene derecho cada diez años, o cada cinco si se aspira a un semestre sabático).
Los controles tanto por parte de los estudiantes como de la Universidad son serios, y tratan de detectar actos de venganza o promociones aduladoras -lo que, obviamente, ocurre.
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