miércoles, 5 de febrero de 2014

EDUARDO COUTINHO (1933-2014): BABILÔNIA 2000 (1999-2000) / EDIFICIO MÁSTER (2002)








Coutinho, asesinado quizá por su hijo hace unos pocos días, fue un cineasta y documentalista, una parte de cuya obra está dedicada a la vida en entornos arquitectónicos y urbanos degradados (favelas, o el edificio Master, abandonado, en Copacabana, en el que se refugian y viven un sin número de familias, cuyas vidas en los interiores, pisos, pasillos y pasadizos, Coutinho capta), en los que, pese a todo, la vida empuja -buscando un cambio completo también.
Estos son quizá sus mejores documentales que deberíamos mostrar en todas las escuelas de arquitectura.

martes, 4 de febrero de 2014

MARCO PAVONE: TIROMANCINO, LIBERI (LIBRE, 2014)



Si se apaga el sonido -es una canción tópicamente italiana, con voz ronca y una plétora de violines enloquecidos del grupo Tiromancino-, se disfruta de un corto de animación notable del animador italiano Marco Pavone.

Los monstruos y la arquitectura: I mostri, Museo Nazionale Romano. Palazzo Massimo, Roma, Enero-Marzo de 2014






























Fotos: Tocho, roma, enero-febrero de 2014

I mostri (los monstruos) es una gran exposición que el Museo Nacional Romano, en Roma, dedica a los seres "antinaturalistas" griegos. Préstamos internacionales de obras espléndidas e inesperadas, a veces poco conocidas, convierten el laberíntico itinerario por los pasadizos del museo en un rito de paso.

La "tesis" o el punto de vista adoptado, sin embargo, es insólito. Un monstruo es definido como un ser inexistente. Quizá lo sea hoy, para los "profanos"; no en la antigüedad, al menos hasta la cultura helenística, o el imperio Romano, al menos, cuando la creencia en dioses y héroes fue cayendo en desuso, o la desconfianza o el cansancio fue en aumento.
En épocas arcáica y clásica, por el contrario, los monstruos eran seres existentes. Eran divinidades, ancestrales, a menudo, o seres que mediaban entre hombres y dioses. Las imágenes reflejaban a seres invisibles, pero "reales", que no se distinguían de las divinidades, también invisibles. Un sátiro, que formaba parte del séquito de Dioniso, tenía la misma "existencia", y era tan "real" como aquella divinidad. Muchos de los calificados hoy de monstruos, eran potencias arcaicas o ancestrales, que habían acabado subordinadas a los nuevos dioses olímpicos y capitolinos. Cualquiera los había podido ver rondar bosques y casas, en los lindes entre la selva y la ciudad, del mismo modo que nadie dudaba haber contemplado -o poder contemplar- a Apolo o Dioniso.

La existencia de tales seres estaba corroborada por su función protectora. Estos "genios", pertenecientes a un orden anterior al de los dioses que adoptaban una forma humana cuando se mostraban ante los mortales, defendían el espacio humano. Tal era la función de os genios y los seres híbridos desde Babilonia hasta el mundo medieval.
Eran seres ligados a éste por un doble motivo. En tanto que fuerzas selváticas ponían en peligro el espacio humano trabajosamente delimitado y desbrozado -un recinto, un pueblo, una ciudad. Pero, al mismo tiempo, estos seres podían ponerse al servicio de los humanos; en este caso, el daño que podían causar se orientaba hacia quienes querían el mal del espacio urbano o doméstico. La testa de la Gorgona tenía un poder paralizante. Marcaba los límites entre el espacio humano y el de los seres primigenios. Pero, situada en lo alto de los tímpanos de los templos, mirando hacia el exterior, asustaba o petrificaba (de miedo) a quien se acercara con arteras intenciones al santuario.
 Serpientes y dragones, como la Hidra, o perros con el Can Cerbero, impedían que los humanos se adentraran más allá de los confines del mundo visible. De modo semejante, las esfinges, comunes en los cementerios, protegían a los muertos, impidiendo que las tumbas fueran violadas, al mismo tiempo que protegía el espacio de los vivos de la presencia de las almas en pena: las esfinges impedían que los muertos se mezclaran con los vivos.

Los llamados monstruos poseían rasgos que pertenecían a diversos mundos, humano y  animal (aéreo, terrestre y acuático). La presencia del monstruo ponía en jaque el orden establecido. Las fronteras saltaban. Se retornaba a un estadio del mundo indiferenciado. El orden y el ordenamiento del mundo era cuestionado. Pero, por la misma razón, la presencia del monstruo concentraba los poderes disolventes en una única figura,vigilando que se repandiesen por la faz de la tierra.
Por fin, el monstruo ponía a prueba la fuerza, la agudeza y el valor del ser humano que se tenía que ver las caras con estos seres temibles y temidos. De este modo, una vez superado al monstruo, como hizo Edipo con la Esfinge, el mundo ya no se le resistía. Estaba preparado para acondicionarlo.
El monstruo, pues, cumplía una función: protegía al ser humano de sus temores; libraba su mundo del temor del más allá. Le permitía centrarse en el presente, en el aquí en la tierra, defendiendo su parcela, su lugar en el mundo.  La ciudad existía porque el monstruo existía: es decir, la ciudad tenía sentido porque los monstruos rondaban y era necesario delimitar un espacio libre de monstruos, pero, también, la ciudad perduraba porque el monstruo la defendía, aumentando el valor de los habitantes, y poniendo en jaque a los enemigos, vencidos por los ciudadanos envalentonados. Los monstruos ahuyentaban a los monstruos interiores.

GALEN FOTT & JERRY HUNT: ROBERTO THE INSECT ARCHITECT (2005)


Basado en un cuento ilustrado de Nina Laden (1962), ya comentado en Tocho.

Corto de animación fundamental en arquitectura.

Si el video no se activara, se puede contemplar en el enlace siguiente.

O aquí:
http://you.video.sina.com.cn/api/sinawebApi/outplayrefer.php/vid=82430230_478_2780871973_1_b0izGCo4Dm7K+l1lHz2stqlF+6xCpv2xhGizs1KsIg9QUg+YJMXNb9UF5CrWAsxC5yoUEJU3d/ol1x8uaA/s.swfí:

jueves, 30 de enero de 2014

KENDRICK LAMAR (1987): M.A.A.D. CITY (2013)


Kendrick Lamar - m.A.A.d City (EXPLICIT VIDEO) from Dai Dai tran on Vimeo.

Tocho8 evita el rap. Pero ¿cómo resistirse a una lluvia de imágenes urbanas semejante? Siempre se puede poner el vídeo de Lamar en sordina.

CYPRIEN GAILLARD (1980): TODAY DIGGERS (EXCAVADORES DEL MOMENTO, 2013)















Fotos: Tocho, Nueva York, enero de 2014

Las palas excavadoras son desmesuradas. Con borde aserrado por afiladas púas metálicas, recuerdan las garras de animales extintos. Son útiles; pero también destructivas. Las palas abren boquetes profundos y acarrean tierra, en los que se hinchan los cimientos de los edificios, y  gracias a los cuales se alcanzan estratos inferiores hasta llegar, quizá, a estructuras del pasado. Son así liberadoras: mecanismos de la memoria y el reencuentro; máquinas para encontrarse con lo que el tiempo destruyó. Pero esta función no las exime de un aire amenazador. El daño que también las excavadoras pueden causar está en consonancia con la mueca dentellada que dibuja la pala.

El artista francés Gaillard está fascinado por la arqueología del futuro: edificios modernos ya en ruinas, desde el momento en que fueron (mal) construidos, hasta conjuntos que se intuye no aguantarán el paso del tiempo y se ofrecen como chivos expiatorios. En su seno se malvive -y se vive mal-, y son una promesa de una mala vida. Su construcción, siempre masiva, ha arrasado la tierra; toneladas de tierra, piedra y grava han sido desterradas, alterando el paisaje. El daño es inútil, o se acrecienta por la falta de futuro que los bloques, apresuradamente levantados, anuncian. Son ruinas en todos los sentidos: sentencian la ruina moral de quienes los han edificado, y se anticipan a las vidas arruinadas que, como en tierra de nadie, se acogerán en espacios anónimos. Las bocas ávidas anuncian bien las dentelladas que quienes recurren a ellas practican al tiempo y al espacio. Los que las manejan son excavadores del momento: solo les interesa el momento; las consecuencias de sus actos, lo que dejan tras su paso, no les preocupa

La última exposición de Cyprien Gaillard en una galería de Nueva York comprende un gran número de palas excavadoras (utilizadas en la destrucción de edificios en California, para liberar terreno para la construcción de un centro de arte. la calificación moral del acto es compleja o contradictoria. La destrucción redunda en beneficio de un espacio destinado a la creación; si bien, muy posiblemente, recuperado por la especulación -como la que la cara obra de Gaillard da lugar-).

Dispuestas mirando hacia lo alto, varadas como ballenas, hacen patente su inutilidad -y su imagen agresiva. Son poderosas y torpes estructuras metálicas, oxidadas, prestas para el ataque.

Circular entre ellas, como entre fieras dormidas, inquieta. Son demasiado grandes para evocar la puesta en orden del mundo. Dispuestas en fila, parecen un ciego ejército que, todo e invitando a guarecerse en las fauces, puede acabar con todo el edificio que soportan si se pusieran en marcha.
Una, quizá excesiva, imagen de la puesta en cintura del espacio, es decir, de su aniquilación.