martes, 25 de junio de 2019

Bagdad, 2019








































Fotos, tocho, Bagdad, junio de 2019

Desde el aire, mientras el avión de Pegassus desciende, a las dos y cuarto de la madrugada, Bagdad aparece como una ciudad muy distinta que en 2008 cuando mi primer viaje: la extensión y la intensidad de difusas luces naranjas que cubren la llanura hasta el horizonte, señalan un cambio muy importante. 
El número de pasajeros y su calidad -ya no son escuadras de cabezas rapadas de Blackwater, la siniestrada compañía de seguridad privada norteamericana que reinaba entonces, aunque el aeropuerto sigue siendo una propiedad privada norteamericana- corrobora la impresión.
Tras el control de pasaportes y de equipaje, la imagen se desenfoca: ya no me esperan once Geos armados, no me imponen un chaleco antibalas, ni nos vamos a desplazar a toda velocidad -independientemente del tráfico y los posibles obstáculos, por la calzada, incluso en sentido contrario, o por la acera, en un convoy armado y con las sirenas a todo volumen, como en 2008- pero me siguen esperando dos policías, anti-disturbios, armados, que me tienden un chaleco antibalas -que no me pongo, esta vez- en el interior del mismo vehículo que me recogió hace once años: un vehículo  Toyota Cherokee con el máximo blindaje (nivel 7), captación de aire por un periscopio por si hubiera que vadear (por las marismas del sur; en Bagdad es más difícil…), sistema anti-incendios en el interior, ruedas que se hinchan solas si se pincha, y troneras para poder disparar sin abrir ventanillas. El maletero, además de blindado, está cerrado por una segunda compuerta metálica parecida a la de una caja fuerte. Dentro metralletas.  Bagdad, Kabul y Jartum siguen estando consideradas como las capitales más peligrosas del mundo.
La carretera del aeropuerto al centro de la ciudad sigue siendo una de las más peligrosas del mundo -solo superada por la de Kabul; los coches-bomba aún estallan -la semana pasada a quinientos metros de donde se hallaba el embajador español-, y la frecuencia ha aumentado desde el reciente recrudecimiento de la tensión entre los Estados Unidos e Irán. Pese a la retirada de treinta quilómetros de muros Texas de hormigón por la ciudad, la imagen de la misma es aún la de una ciudad partida por esas estructuras coronadas de alambradas. Los controles, incesantes, innumerables, han disminuido, pero no son infrecuentes (varios en un mismo trayecto corto), y causan atascos monumentales. El zumbido de helicópteros militares que vuelan tan bajo que es posible leer las cifras de las matrículas desde la calle –nadie levanta la cabeza: son demasiado habituales- no cesa. Los cortes de luz, diarios: unos seis al día. Las máquinas de aire acondicionado se desconectan; y a cuarenta y nueve grados –el clima es muy seco, sin embargo- el aire pronto se vuelve irrespirable de día. Los generadores siguen siendo imprescindibles. La Zona Verde se ha abierto al tráfico (su cierre, en pleno centro, constituía una pesadilla para los desplazamientos). Pero es imposible detenerse y está prohibido andar en muchas zonas. Se ha convertido en una extensa área de paso fuertemente custodiada. La vida nocturna ha vuelto –cuando disminuye la temperatura. Tiendas, bares y restaurantes abren hasta muy tarde. No hay alumbrado público, pero las luces de los escaparates y de los anuncios luminosos son deslumbrantes. Contrastan con las ruinas de los edificios bombardeados en 2003 o destruidos por coches bomba hasta hoy que no han sido reconstruidos o eliminados, y cuyas armaduras retorcidas sobresalen por encima de la barrera de los muros Texas que los rodean. Es imposible salir de la capital. Nadie se desplaza por carretera. El Estado Islámico se está reformando y vuelve a ser una amenaza. Y sin embargo, Bagdad, una ciudad muy poco densa, de edificios bajos, de novecientos quilómetros cuadrados, que se extiende durante más de treinta quilómetros en todas direcciones, agazapada bajo un inmenso palmeral y huertas –la ciudad queda lejos, a menudo, incluso en pleno centro-, cruzado por el Tigris perezoso, en un entorno natural que solo tiene rivales en río de Janeiro y Venecia, sigue siendo una ciudad fascinante. E invivible a menudo.   

sábado, 22 de junio de 2019

SIMONE FATTAL (1942): REFUGIOS Y REFUGIADOS








Gaza


Regreso de la guerra


Refugiados ante un hogar


Hombre y su sombra


Simone Fattal es una escultura libanesa, nacida en Damasco (Siria), instalada hoy en París.

Sus esculturas, casi todas de barro, de pequeño tamaño, se inspiran en la mitología del Próximo Oriente (series dedicadas a Gilgamesh, a la diosa Astarté, también a la Odisea: los viajes forzados, inseguros e inciertos, zaheridos por el destino, son una constante en su obra) y, a menudo, reflejan dos realidades antitéticos: cobijos, abrigos, frágiles, siempre, por un lado, y muros -de separación-, por otro. En algún caso, figuras -que apenas se distinguen de su sombra, sin que se sepa bien quién es el ser y quien la sombra- y recintos convergen, en conjuntos que evocan un encuentro de refugiados temblorosos ante un modesto hogar (apagado), un encuentro o una encerrona en un cuenco destruido, titulado Gaza.

La sede PS1 del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York dedica este verano un gran exposición  a esta artista, y de aquí a dos años, un conocido museo de arte moderno español también organizaría una muestra con obras de Fattal (se informará en este blog).

PEDRO AZARA (1955), JOAN BORRELL (1990), ALBERT GARCÍA ALZÓRRIZ (1992), JORDI JUANOLA (1992) & MARC MARÍN (1987): CERÁMICA Y ARQUITECTURA EN EL MEDITERRÁNEO (2016)



Este montaje de fotografías de notables proyectos de arquitectura recientes del ámbito mediterráneo se incluyó en la exposición De obra. Cerámica y arquitectura en el Mediterráneo, en el Museo del Diseño de Barcelona (septiembre de 2016-febrero de 2017), pero no se había podido ver fuera del ámbito de la exposición.

La mayoría de las imágenes fueron entregadas por los estudios de arquitectura.
Imágenes adicionales: responsables del montaje.
Montaje final: Marc Marín.
Sonorización: Albert García Alzórriz a partir de la composición que Xenakis realizó para la exposición que Le Corbusier y él mismo concibieron para el pabellón Phillips en la Exposición Universal de Bruselas en 1958.
Montaje: Albert Imperial & Pedro Azara con Marina Bellvé, Jordi Juanola y Marc Marín

FELIPE DE FERRARI (1983): PALACIOS DE LA ALHAMBRA Y JARDINES DEL GENERALIFE (2016)

Palaus de l'Alhambra, l'Alcazaba i els jardins del Generalife, segles XIII-XIV, Granada (CAT) from Museu del Disseny on Vimeo.

Aunque este documental fue rodado hace tres años, e incluido en la exposición De obra. Cerámica y arquitectura, en el Museo del Diseño de Barcelona (septiembre de 2016-febrero de 2017), no se había podido ver fuera de la exposición.
El documental fue filmado unos insólitos días grises y lluviosos de febrero.
Felipe de Ferrari es un arquitecto y documentalista chileno, que vive y trabaja en París.

viernes, 21 de junio de 2019

La profesora (en la Edad Media)

Novella Andrea, hija del catedrático de derecho Giovanni Andrea, de la Universidad de Bolonia, estudió leyes gracias a que su padre, contrariamente a la tradición, le permitió y le incitó a formarse, por lo que lo solía sustituirle impartiendo clases magistrales cuando aquél debía ausentarse.
Estamos en 1340.
Novella era una brillante enseñante. Sin embargo, a fin que su belleza no distrajera a los estudiantes, se tendió una pequeña cortina ante la cátedra, que le ocultaba el rostro.

(Cristina de Pisan: La ciudad de las damas (1402), libro II, xxxvi).


miércoles, 19 de junio de 2019

PETER WHITEHEAD (1937-2019): LONDON 66-67 (1966)



Peter Whitehead, fallecido hoy, fue el cineasta que mejor retrató la vida musical en Londres en los años 60.

London 66-67 es su documental más conocido -una rareza, sin embargo- sobre la grabación de un disco del grupo Pink Floyd, London 66-67 (Whitehead filmó varios cortometrajes dedicados a las primeras composiciones de este grupo, así como de los inicios de The Rolling Stones).

La filmación incluye, al final, una rareza aún más sorprendente: una performance de Yoko Ono (filmada en blanco y negro), con la asistencia de quien sería su segundo marido, John Lennon (del grupo The Beatles), si bien no se conocían aún.

JAMES DILLON (1950): NEW YORK TRYPTICH (TRÍPTICO DE NUEVA YORK, 2011-2012)


Sobre este poco conocido -pero extraordinario- compositor de música contemporánea británico, véase, por ejemplo, esta página web