viernes, 17 de diciembre de 2010

Joana Vasconcelos (1971-): Loft (2010)







Joana Vasconcelos: Loft. Última exposición de esta artista portuguesa  (Galería Nathalie Obadia, Paris, 2010)

Cuando se estaba montando la exposición La ciudad de los niños, en el Colegio de Arquitectos de Cataluña, en Barcelona, en 2005, consistente en una gran maqueta de una ciudad imaginaria compuesta por setecientas pequeñas maquetas de barro de la casa de los sueños de niños de cinco y diez años, fue traída en la sala una concha de un caracol compuesta por múltiples anillos. Advertimos al niño que se le había pedido que diera forma a una casa soñada, a lo que respondió que desde siempre le habría gustado vivir dentro de una concha parecida.

La arquitectura no existe. Arquitectura es cualquier lugar o cualquier objeto en el que nos gustaría vivir, en el que nos imaginamos que viviríamos bien. La arquitectura está en la capacidad de los espacios y los objetos de suscitar sensaciones de bienestar, está en  nuestros ojos cuando nos vemos viviendo a gusto en aquéllos. Vivimos con los sentidos. La arquitectura también se halla en imágenes, pintadas, esculpidas, filmadas, de cosas y lugares, capaces de transfigurar éstos en espacios deseables.

Loft, la última exposición de la joven artista Joana Vasconcelos, consiste en muros y detalles arquitectónicos ampliados, a menudo recubiertos con materiales tradicionales (papeles pintados, azulejos), de los que salen, como los intestinos de un cuerpo, los nervios, o los cables escondidos en regatas, gruesos tubos compuestos por toda clase de tejidos de colores, impresos o bordados, que zigzaguean entre los espacios compartimentados por los muros.  Las formas ondulantes y blandas contrastan con las superficies duras y geométricas, creando intersticios en los que uno podría recogerse. El contraste entre formas, materiales y colores, texturas, consistencias, y las asociaciones de ideas generadas (el espacio doméstico visto como un gran vientre en el que la vida rebulle, las paredes que no contienen o encierran, sino que expulsan materiales que parecen vivos, lenguas de fuego, formas calificadas de "femeninas" -blandas, colorísticas y tejidas- que nacen de entes "masculinos" -rectos, recios, fríos-), es capaz de suscitar sensaciones arquitectónicas; es decir, en crear espacios en los que se podría -y se querría, quizá- habitar (en sueños).

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