Foto: Tocho, Museo del diseño, Barcelona, septiembre de 2016
Susa, hoy un campo de ruinas apenas visibles en Irán, fue
fundada en el quinto milenio aC, y convertida en capital política del imperio
aqueménida en el siglo VI aC. Muros y suelos de las principales altas estancias
del palacio imperial así como las fachadas del mismo, estaban enteramente
recubiertas de azulejos en relieve, inspirados en el arte neo-babilónico, pero
con una técnica local a partir de arcilla con sílice que se remontaría al
segundo milenio aC, sobre desaparecidas paredes de adobe, que componían grandes
escenas con figuras protectoras animales (toros y leones), que simbolizaban el
poder real, soldados (arqueros), oferentes, plantas y flores que evocaban la
vitalidad del imperio y la fecundidad de la tierra.
Los soldados que portan una lanza desfilan hacia la derecha
y la izquierda y podrían representar a la guardia de los “Diez Mil Inmortales”
al servicio del emperador, o una imagen ideal del pueblo persa siempre avizor.
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