Marc Ribaud, fallecido hace dos días, era un ingeniero a la vez que un fotógrafo francés -suya es la "mítica" imagen de un operario pintando desde mucha altura despreocupadamente la Torre Eiffel, como si practicara caligrafía oriental, tan solo cogiéndose a una barra de la estructura metálica- que trabajó para la agencia Magnum.
Entre sus fotografías urbanas en Argelia, cuya guerra de liberación, como tantas guerras, documentó, Vietnam, China o Inglaterra, destaca una corta serie dedicada a la ciudad de Chandigarh, de Le Corbusier.
Contrariamente a otros fotógrafos, centrados en exponer juegos de volúmenes bajo la luz, libres de presencia humana, Ribaud muestra un rostro más amable, aunque melancólico, cercano de la capital de hormigón. Pese al inevitable expresionismo del fondo, la ciudad no parece rechazar a los humanos y se produce una inesperada, casi emotiva, relación de cercanía entre los hombres y los desmesurados edificios, por los que aquéllos caminan ensimismados.
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