domingo, 17 de abril de 2022

Los órdenes clásicos son babilónicos....


 Del inglés John Shute solo se sabe que no es un personaje inventado, que murió en 1563 (se desconoce la fecha de nacimiento), que viajó por Italia durante varios años, que se presentaba como arquitecto -aunque no se le conoce ninguna construcción-, que conocía los tratados de arquitectura de Vitrubio, Serlio y Palladio, y que redactó el primer tratado de arquitectura inglés, publicado el año de su muerte, del que se conservan solo cinco ejemplares, y que solo ha sido reeditado una vez a principios del siglo XX. Poco más se sabe de él.

Las primeras bases de la arquitectura (The Chief and Groundes of Architecture), de fácil lectura pese al idioma del siglo XVI, es un texto breve que no es un pálido reflejo de tratados más conocidos, sino que aporta una nueva visión sobre el origen de la arquitectura.

Shute se basó en la noción de la traslatio studii, ya comentada en este blog, de principios del Renacimiento, según la cual los saberes se originaron en Oriente, en Babilonia, concretamente -o en el Edén-, y se fueron desplazando generando nuevos culturas que se nutrían de dichos conocimientos a los que dotaban de nuevos saberes antes de legarlos a otras culturas más al este, en un viaje en el tiempo y el espacio, de Babilonia a Roma y París, y la aplicó por vez primera a la arquitectura.

Ciertamente los órdenes  clásicos fueron una invención de figuras mitológicas griegas, como cuenta Shute, pero estos descubrimientos, fruto de renovados saberes, bebían de saberes anteriores que legaron los Hebreos -en un prodigioso hermanamiento de la Biblia y la cultura clásica-, los cuales, a su vez, los recibieron de Babilonia.

Babilonia, de nuevo, lejos de ser la imagen invertida y siniestra del oscurantismo, aparecía como el lejano pero necesario origen de las ordenes dórica, jónica y corintia, y de toda la tradición de la arquitectura clásica.

Por desgracia, Shute cayó en el olvido. 

“Alfo it femeth by many other writers, that after Babell decaied, incontinently the Hebrues moft triumphantlye florifhed in thys pointe. Thus we maye perceiue that the Hebrues receyued their knowlage of the Babilonians, and the Grekes, receiued of the Hebrues, in lyke cafe the Latines, and the Italians receiued theirs from the Grekes,  the whyche our Author Vitruuius , doth not deny, in makynge demonflrations to a Latime worke with Greke letters as upon the inuention of the Grekes, whych concerninge hys fcience in Architectura, in the whyche thing Vitruuius, femeth muche to be commended, as one, that did not difdayne to acknowledge the authors and writers, out of whom he receiued his knowledge” 

(John Sturte: The First & Chief Groundes of Architecture, 1563, Bii)

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