jueves, 23 de junio de 2016
RACHEL WHITEREAD (1962): GHOST HOUSES (CASAS FANTASMAS, 1997-2016)
La próxima inauguración de una escultura de la artista británica Rachel Whiteread, en la orilla de la isla del Gobernador, ante la isla de Manhattan (Nueva York), ha recordado la que quizá sea su obra más conocida -aunque hoy destruida- titulada Casa fantasma (Ghost House).
Ambas esculturas se han construido del mismo modo y responden a criterios parecidos.
Ghost House (o House) se levantó en 1993 en un terreno baldío en una área de Londres en la que la construcción desaforada de sedes de empresas y oficinas sustituía viviendas ocupadas aunque en mal estado -precisamente porque fueron dejadas al abandono ante la fiebre constructora.
Quedaba aun una casa abandonada. Era el único, el último recuerdo de un barrio arrasado.
Whiteread llenó cuidadosamente el edificio con hormigón y "peló" posteriormente la casa: derribó las paredes. El interior, con todos los detalles, las marcas de vidas pasadas, había quedado impreso. Lo que no se muestra nunca -el corazón de una casa- quedaba al descubierto. Un interior, sin embargo, que no podía ser vivido. Pero, sin embargo, las trazas de vidas pasadas estaban registradas, monumentalizadas. La casa, que iba a ser destruida, adquiría una extraña presencia. Fantasmagórica, gris y, no obstante, presente.
Ante las protestas de los los nuevos ocupantes del barrio, la escultura fue derribada meses más tarde.
La escultura de Nueva York, que se inaugura el 19 de julio, se ubica en los márgenes de la isla, conocida por ser el origen de la ciudad: una isla trabajada por los indios, convertida en residencia del gobernador colonial holandés y, posteriomente, en zona de defensa de Nueva York. Se trata de una cabaña de madera. Una construcción modesta, de pequeñas dimensiones, anodina, casi imperceptible. La cabaña de un pionero, de un anacoreta o de un místico, retirado del mundo. Una primera construcción, el origen de la arquitectura. La primera choza. El envoltorio, o el alma misma, de quien prefiere vivir en armonía con la naturaleza, en los márgenes.
Antes de que la cabaña sea barrida -un testimonio de la primera ocupación (problemática, violenta -colonial-, inevitablemente, del espacio) la artista ha fijado para siempre los recuerdos que el interior conservaba. Una escultura gris, que se confunde con las aguas grises circundantes, cuyas fachadas son los interiores de la cabaña desvelados, como si se hubiera arrancado la piel de la cabaña.
El carácter fantasmagórico de la escultura -que permanecerá sobre todo en la memoria- se acentúa por el hecho que solo podrá ser contemplada un día al año, cuando la isla se abre al público.
martes, 21 de junio de 2016
JONATHAN DOVE (1959): MONSTER IN THE MAZE/LE MONSTRE DANS LE LABYRINTHE (EL MONSTRUO EN EL LABERINTO, 2015)
Sobre este compositor británico, renovador de la ópera, véase su página web.
Sobre esta ópera, véase este enlace.
El "pecado" en la Grecia antigua (o la falta hacia la comunidad)
Un pecado es un intencionado atentado o desobediencia contra una orden.
Las órdenes, las leyes las fija la divinidad. Por tanto, el pecado se dirige hacia aquélla. Manifiesta una súbita desconfianza. El hombre rompe con la divinidad, falta a su palabra. Se desmarca de ésta. La considera injusta o irrelevante.
En la Grecia antigua, el pecado era inconcebible. Hombres y dioses no mantenían ninguna relación de confianza. Los dioses no decían a los hombres lo que tenían que hacer. No les guiaban, aconsejaban, ni les señalaban límites. Los dioses eran distantes. No se preocupaban de la suerte de los mortales. No eran modelos de comportamiento. No daban órdenes. La suerte dependía del destino, y éste afectaba tanto a los hombres cuanto a los dioses.
Sin embargo, en un caso al menos, Zeus exclamó (Odisea, I, 31-33): "¡Cómo culpan los mortales a los dioses! pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde."
Se trata de uno de los pocos casos es que los mortales son presentados como responsables de sus acciones -que pueden ir en contra de los dioses.
La palabra estupidez -que podría acercarse a la de pecado- traduce el sustantivo atathalia. Esta palabra está siempre en plural. De ella deriva, a través del latín, la palabra estulticia: necedad.
Atathalia, que también se traduce por presunción, orgullo, insensatez, significa, más propiamente, insensibilidad, o falta de empatía. Implica la incapacidad de prestar atención a los demás, o la voluntaria desatención de consejos ajenos. Al mismo tiempo, denota falta de previsión, y ceguera ante las consecuencias de los actos: actos perniciosos tanto para quien comete atathalia, pero también -o sobre todo- para los demás. El "insensible" es quien hace daño a la comunidad. Cegados por la atathalia se hallaban los pretendientes de Penélope, instalados en el palacio de Ulises, arruinándolo -y arruinando su vida, también, como bien lo padecieron al regreso de Ulises. Dañaban la casa con sus gestos y sus palabras. Eran insolentes e imprudentes. No cavilaban en las consecuencias de sus acciones. No tuvieron "vista".
Atathalia proviene de até. Até significa engaño. Até era una diosa primigenia colérica e implacable que llevaba a sus víctimas a la perdición. Quienes la sufrían erar retuertos, cobardes, mentirosos -como los pretendientes de Ulises. Mentían conscientes del daño que cometían, indiferentes ante aquél.
Atathalia, por tanto, es una falta, no en contra de los dioses, sino de los hombres, de la comunidad: las leyes de la hospitalidad, por ejemplo. Falta cometida por la incapacidad de prever qué consecuencias -para sí mismo y sobre todo para los demás-, implica una decisión equivocada. Que se paga con la muerte.
Las órdenes, las leyes las fija la divinidad. Por tanto, el pecado se dirige hacia aquélla. Manifiesta una súbita desconfianza. El hombre rompe con la divinidad, falta a su palabra. Se desmarca de ésta. La considera injusta o irrelevante.
En la Grecia antigua, el pecado era inconcebible. Hombres y dioses no mantenían ninguna relación de confianza. Los dioses no decían a los hombres lo que tenían que hacer. No les guiaban, aconsejaban, ni les señalaban límites. Los dioses eran distantes. No se preocupaban de la suerte de los mortales. No eran modelos de comportamiento. No daban órdenes. La suerte dependía del destino, y éste afectaba tanto a los hombres cuanto a los dioses.
Sin embargo, en un caso al menos, Zeus exclamó (Odisea, I, 31-33): "¡Cómo culpan los mortales a los dioses! pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde."
Se trata de uno de los pocos casos es que los mortales son presentados como responsables de sus acciones -que pueden ir en contra de los dioses.
La palabra estupidez -que podría acercarse a la de pecado- traduce el sustantivo atathalia. Esta palabra está siempre en plural. De ella deriva, a través del latín, la palabra estulticia: necedad.
Atathalia, que también se traduce por presunción, orgullo, insensatez, significa, más propiamente, insensibilidad, o falta de empatía. Implica la incapacidad de prestar atención a los demás, o la voluntaria desatención de consejos ajenos. Al mismo tiempo, denota falta de previsión, y ceguera ante las consecuencias de los actos: actos perniciosos tanto para quien comete atathalia, pero también -o sobre todo- para los demás. El "insensible" es quien hace daño a la comunidad. Cegados por la atathalia se hallaban los pretendientes de Penélope, instalados en el palacio de Ulises, arruinándolo -y arruinando su vida, también, como bien lo padecieron al regreso de Ulises. Dañaban la casa con sus gestos y sus palabras. Eran insolentes e imprudentes. No cavilaban en las consecuencias de sus acciones. No tuvieron "vista".
Atathalia proviene de até. Até significa engaño. Até era una diosa primigenia colérica e implacable que llevaba a sus víctimas a la perdición. Quienes la sufrían erar retuertos, cobardes, mentirosos -como los pretendientes de Ulises. Mentían conscientes del daño que cometían, indiferentes ante aquél.
Atathalia, por tanto, es una falta, no en contra de los dioses, sino de los hombres, de la comunidad: las leyes de la hospitalidad, por ejemplo. Falta cometida por la incapacidad de prever qué consecuencias -para sí mismo y sobre todo para los demás-, implica una decisión equivocada. Que se paga con la muerte.
lunes, 20 de junio de 2016
(Los viajes de) Hestia
¿Los viajes de Hestia? Hestia no podía desplazarse....
La diosa griega Hestia era la protectora de los espacios habitados, Su nombre era también un nombre común: la lumbre, el fuego, el hogar. Hestia velaba sobre casas y ciudades.
Pese a que formaba parte del conjunto de los doce dioses olímpicos, raramente se mostraba con ellos. La razón era sencilla. Los dioses banqueteaban en lo alto del Olimpo cuando no se desplazaban incesantemente. Hestia, por el contrario, no podía abandonar el espacio interior. Sin su presencia, el fuego se extinguía y la vida cesaba. Su santuario principal se hallaba en Delfos. Moraba en el interior del templo de Apolo, sentada sobre el ónfalo, el ombligo del mundo: una piedra sagrada que pertenecía a Gea, la diosa madre, a quien Delfos, originariamente, estuviera quizá dedicado. En tanto que Delfos, nombre que significa matriz. era el centro del mundo, el origen de la vida, era lógico que estuviera al cuidado de Hestia.
Hestia cuidaba de los interiores -los espacios, como las ciudades también, bien defendidos. Las familias, y no solo las estructuras arquitectónicas, estaban a su cargo. Se cuidada de los hogares ya existentes y de los nuevos hogares.
Éstos se constituían tras una unión que traía a la esposa a la morada del esposo.
El matrimonio, promesa de una nueva vida,estaba bajo los auspicios de Hestia. Mas la constitución de un nuevo hogar exigía un desplazamiento: el viaje de la mujer a su nueva casa. Este viaje también estaba protegido por Hestia.
La diosa, entonces, no se limitaba a proteger el espacio interior, sino también todos los desplazamientos que confluían hacia los interiores. Es cierto que la recién esposaba viajaba cubierta -velada-, como si el desplazamiento se produjera de un interior -la casa del padre- a otro -la morada del esposo. Pero Hestia, conocida por ser la diosa inmóvil, tenía también que vigilar los desplazamientos que concluían en un interior, con la creación de un interior.
A diferencia del dios Hermes, dios de los desplazamientos, que se detenía ante el umbral, Hestia penetraba en el centro de las casas.
Las casas no se entendían como espacios enclaustrados, sino como núcleos conectados a otras moradas. La red de conexiones, que permitía la vida de las casas -los intercambios matrimoniales- también estaban bajo la protección de Hestia (en tanto que diosa virgen, Hestia no tenía familia propia, por lo que todas las familias era su familia). Los viajes que presidía siempre tenían como fin la instauración de un nuevo espacio interior.
Diosa quieta, sin duda. Quietud tras el viaje seguro. Quietud última. La esposa ya no saldría más del nuevo hogar. Viviría y moriría en él bajo el manto de Hestia
Léase El genio del paganismo del antropólogo del espacio Marc Augé.
La diosa griega Hestia era la protectora de los espacios habitados, Su nombre era también un nombre común: la lumbre, el fuego, el hogar. Hestia velaba sobre casas y ciudades.
Pese a que formaba parte del conjunto de los doce dioses olímpicos, raramente se mostraba con ellos. La razón era sencilla. Los dioses banqueteaban en lo alto del Olimpo cuando no se desplazaban incesantemente. Hestia, por el contrario, no podía abandonar el espacio interior. Sin su presencia, el fuego se extinguía y la vida cesaba. Su santuario principal se hallaba en Delfos. Moraba en el interior del templo de Apolo, sentada sobre el ónfalo, el ombligo del mundo: una piedra sagrada que pertenecía a Gea, la diosa madre, a quien Delfos, originariamente, estuviera quizá dedicado. En tanto que Delfos, nombre que significa matriz. era el centro del mundo, el origen de la vida, era lógico que estuviera al cuidado de Hestia.
Hestia cuidaba de los interiores -los espacios, como las ciudades también, bien defendidos. Las familias, y no solo las estructuras arquitectónicas, estaban a su cargo. Se cuidada de los hogares ya existentes y de los nuevos hogares.
Éstos se constituían tras una unión que traía a la esposa a la morada del esposo.
El matrimonio, promesa de una nueva vida,estaba bajo los auspicios de Hestia. Mas la constitución de un nuevo hogar exigía un desplazamiento: el viaje de la mujer a su nueva casa. Este viaje también estaba protegido por Hestia.
La diosa, entonces, no se limitaba a proteger el espacio interior, sino también todos los desplazamientos que confluían hacia los interiores. Es cierto que la recién esposaba viajaba cubierta -velada-, como si el desplazamiento se produjera de un interior -la casa del padre- a otro -la morada del esposo. Pero Hestia, conocida por ser la diosa inmóvil, tenía también que vigilar los desplazamientos que concluían en un interior, con la creación de un interior.
A diferencia del dios Hermes, dios de los desplazamientos, que se detenía ante el umbral, Hestia penetraba en el centro de las casas.
Las casas no se entendían como espacios enclaustrados, sino como núcleos conectados a otras moradas. La red de conexiones, que permitía la vida de las casas -los intercambios matrimoniales- también estaban bajo la protección de Hestia (en tanto que diosa virgen, Hestia no tenía familia propia, por lo que todas las familias era su familia). Los viajes que presidía siempre tenían como fin la instauración de un nuevo espacio interior.
Diosa quieta, sin duda. Quietud tras el viaje seguro. Quietud última. La esposa ya no saldría más del nuevo hogar. Viviría y moriría en él bajo el manto de Hestia
Léase El genio del paganismo del antropólogo del espacio Marc Augé.
ELIZABETH PRICE (1966): TENT (TIENDA DE CAPAÑA, 2010)
Elizabeth Price: The Tent (Frieze Film 2010) from Frieze Art Fair on Vimeo.
Elizabeth Price ganó el Premio Turner en 2012.
Este documental filma un libro de esquemas compositivos y estructuras arquitectónicas. Imágenes de imágenes. Texto e imágenes. Un texto que es un refugio, cuya lectura y cuyas imágenes acompañan (vida y/o trabajo). La filmación, por un momento, como en un gesto creativo o fundacional, convierte las imágenes de estructuras en una verdadera estructura, una tienda, un espacio protector.
Elizabeth Price ganó el Premio Turner en 2012.
Este documental filma un libro de esquemas compositivos y estructuras arquitectónicas. Imágenes de imágenes. Texto e imágenes. Un texto que es un refugio, cuya lectura y cuyas imágenes acompañan (vida y/o trabajo). La filmación, por un momento, como en un gesto creativo o fundacional, convierte las imágenes de estructuras en una verdadera estructura, una tienda, un espacio protector.
viernes, 17 de junio de 2016
HARUN FAROCKI (1944-2014): ZUM VERGLEICH (IN COMPARISON -FRAGMENTO-, 2009)
IN COMPARISON Trailer | Festival 2014 from TIFF on Vimeo.
Documental sobre la fabricación del ladrillo en diversos países del cineasta alemán Harun Farocki, presentado en versión "museo" (video-instalación con dos pantallas) en la Fundación Tàpies de Barcelona, y proyectado en versión "normal", hoy, excepcionalmente, en la Filmoteca de Cataluña, en Barcelona, a las 19.30 horas.
Este documental no se halla en los DVDs del cineasta a la venta.
otro fragmento, de visión legal en: https://mubi.com/films/in-comparison
Documental sobre la fabricación del ladrillo en diversos países del cineasta alemán Harun Farocki, presentado en versión "museo" (video-instalación con dos pantallas) en la Fundación Tàpies de Barcelona, y proyectado en versión "normal", hoy, excepcionalmente, en la Filmoteca de Cataluña, en Barcelona, a las 19.30 horas.
Este documental no se halla en los DVDs del cineasta a la venta.
otro fragmento, de visión legal en: https://mubi.com/films/in-comparison
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