sábado, 14 de marzo de 2015

Primavera árabe (Guerra civil en Siria)

Un reciente artículo del filósofo y sociólogo Manuel Castells sostiene que Occidente es culpable de la aparición del Estado Islámico a causa, entre otros motivos, de la injerencia en Siria.
Este argumento, han contado profesores iraquíes, también es manejado popularmente en Iraq.
Dado el extraordinario prestigio del escritor, los argumentos no pueden ser un lugar común.

En octubre de 2010, en la misión arqueológica de Tell Masaïkh -un yacimiento neo-asirio con un gran palacio de un gobernador, y una ciudad baja-, cerca de Ashara, en una de las orillas del Éufrates, a unos sesenta quilómetros de la ciudad de Deir-Es-Zor -la capital del este de Siria-, hoy atacada una y otra vez por el Estado Islámico, y reducida, al parecer, a escombros por los bombardeos gubernamentales, en la que "vive" lo que queda de una población aterrorizada por ambos bandos, se comentaba que una revuelta iba a tener lugar el año siguiente (2011). Las causas no eran debido a la dictadura -aunque la corrupción de la zona dificultaba la llegada de fondos públicos enviados desde la capital Damasco- sino a la sequía. Se preveía una cosecha misérrima, lo que provocaría el levantamiento de la población hambrienta. El gobierno debía estar sobre aviso ya que, insólitamente, agentes públicos o políticos, que habían venido al yacimiento -lo que nunca había ocurrido-, habían pedido a los miembros de la misión que informaran sobre los trabajadores sirios de la misma -petición o requerimiento que no fue atendido.
La revuelta, inicialmente, no parece que hubiera tenido que ver con la llamada primavera árabe -al menos, observada desde Siria-, que aún no había empezado, ni con una injerencia extranjera. La desastrosa cosecha de cereales -que sucedía a años ya de escasez, debido a la creciente falta de lluvias, o a su llegada a la mala hora y en forma destructiva (diluvió el año anterior, a principios de otoño, inundando y desbaratando los campos)- fue el detonante. La burocracia gubernamental, sin duda, no pudo anticiparse a un fenómeno (que temía) y que ya llevaba años, y que era previsible llevara a un estallido.
Y la brutalidad de la policía llegó.

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