lunes, 16 de marzo de 2015

TALAL DERKI (1977): RETURN TO HOMS (2013-2014)




https://vimeo.com/ondemand/returntohoms

Un profesor de la Universidad de Bagdad, originario de Mosul, comentaba recientemente que, amén de las destrucciones de monumentos causadas por el ISIL hoy, y de infraestructuras, edificios y comunidades por la guerra civil y la invasión de la coalición entre 2003 y 2009, lo que más le afectaba era la destrucción de los lugares de su infancia y juventud en su ciudad natal: la escuela, el cine, unas tiendas, el centro cívico, un centro religioso, aparte de la casa de los abuelos y de los padres, y del cementerio donde están enterrados familiares. Los lugares de referencia han desaparecido.
Y se descubre que entre las cosas y las casas, y nosotros, existen íntimas relaciones, que las cosas no son inertes ni están fuera de nosotros, sino que formamos una unidad. Somos ambos seres vivos. Nos proyectamos en ellas. Construimos nuestro mundo, y éste nos edifica. El mundo es nuestro reflejo, es decir nos pertenece tanto cuanto le pertenecemos. Su destrucción conlleva nuestra mutilación. Una parte esencial de nosotros muere.

En este duro documental, premiado en el último Festival de Sundance -del que se ofrece un fragmento, si bien puede verse legalmente por poco dinero en el enlace propuesto-, uno de los emigrantes que vuelve a la ciudad de Homs (Siria) en ruinas no reconoce nada. No sabe dónde está. Está perdido porque ha perdido sus lugares y espacios en los que vivía y por los que vivía, los lugares que le daban vida.  La vida ha dejado de tener "sentido": nada la orienta. El espacio que había creado y que le había definido ya no existe. Los hitos que pautaban -componían- el día a día han desaparecido.  
La pérdida no es solo o no es tanto material. La casa, los espacios pueden reconstruirse. Y posiblemente se estén reconstruyendo. Pero nada reemplazará la herida. Serán otros lugares, que pertenecerán a una nueva generación -si logran recuperarse. Quienes estaban allí, quienes se miraban allí, en los edificios y plazas que les devolvían la mirada, ya no encontrarán -ya no encuentran- su lugar. ya no son de allí. Ya no son.

3 comentarios:

  1. Bien sé de lo que hablas.
    Independientemente de cierta trascendencia íntima, tu reflexión me lleva a pensar en cuán importantes son los planes de reordenación urbanística, cómo no nos damos cuenta que cada uno de los, al menos anteriores porque ya no hay dinero, megaproyectos que se han ido desarrollando en distintas ciudades españolas, sajan de un tajo toda una memoria de los equis habitantes que por el antiguo espacio desarrollaran su vida. No quiero decir con esto que la renovación que un proyecto de envergadura presupone no implique una gran mejoría en la mayoría de los casos, pero sí solo reflexiono como una asignatura que creo que el urbanismo ha dejado olvidada, y no por falta de presupuesto, sino porque, verdad es, la edad de los seres humanos, a cierta provecta, no es rentable como para tenerla en cuenta.
    Un saludo, y gracias porque siempre interesantes y provechosas tus reflexiones.

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    1. Buenos días

      Muchas gracias por el comentario. Hemos visto -o vivido- y estamos viendo en Barcelona cómo se inician grandes proyectos urbanísticos en los que la buena imagen, la apariencia, y la eficiencia (el comercio, las transacciones comerciales) priman no solo o tanto sobre las necesidades físicas o básicas, sino sobre las "espirituales" o mentales de los habitantes a menudo tratados como "usuarios", como si estuvieran de paso y solo consumieran. Así ocurre con la reforma de la avenida Diagonal, por ejemplo.
      Un saludo

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  2. Visito esta semana con retraso el Blog y me encuentro con esta entrada, que me lleva al libro de Mircea Eliade “Lo Profano y lo Sagrado”, en el que se explica la importancia de la construcción de la casa, del templo, de la ciudad, al igual que en algunos de los libros suyos que he podido leer. Más tarde, de madrugada, escucho la repetición de un programa de radio en el que se entrevista a un joven violonchelista español, Pablo Fernández, que debe su nombre a otro violonchelista, Pablo Casals, según cuenta al periodista. Este chico habla de cómo el Viiolonchelo Stradivarius con el que ahora interpreta, gracias a la cesión que le ha hecho una Fundación japonesa, se rebela si el intérprete no lo sabe tratar y da la impresión de que habla de una persona, como si el violonchelo tuviese alma. Después se adentra en las Suites para Cello de Bach para explicar cómo todavía no está preparado para tocarlas porque, al igual que el Stradivarius, tienen su propia alma y no se dejan tocar por cualquiera. Al final, las casas desaparecidas en Siria y tantos otros lugares, el Stradivarius, la música de Bach y el ser humano son lo mismo, son vida.
    Carmen,

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