"Vieron los hijos de dios que las hijas de los hombres les venían bien,, y tomaron por mujeres a las que les venían bien de entre todas ellas (...) los nefilim, gigantes recordados, existían en la tierra por el aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres y ellos les daban hijos: estos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos" (Gn 6, 2, 6)
¿Qué aficionado al esoterismo, la magia negra, los extraterrestres -y no digamos al heavy o el death metal (¿?)- no conoce estas dos frases del Génesis, que cuadran poco con el resto del texto bíblico acerca del origen del mundo?
¿Gigantes, Nefilim, héroes, hijos de dioses uniéndose a hijas de los hombres? Es cierto es que del adán originario ha nacido una multitud sobre la faz de la tierra (Gn 6,1), y que los humanos antediluvianos (Noé es el último de la serie de humanos casi inmortales) vivían centenares de años, pero eran humanos, y existía un solo dios?
En verdad, ni el Antiguo Testamento es un texto que revela una cultura monoteísta -el dios Baal es reconocido como el rival de Yahvé, así como los demonios-, ni es un texto unitario, sino que se redacta, entre los siglos VI y III aC, a partir de diversas tradiciones míticas, no siempre bien armonizadas.
Entre las divinidades rivales de Yahvé se halla Leviatán. Éste es descrito, en hebreo como un e.thninm: un monstruo marino. Pero no es el único; no solo porque Isaias (51, 9) describe otro monstruo -otro tannin-, llamada Rahad, que, al igual que Leviatán, surge de las aguas para enfrentarse a Yahvé -un motivo mítico que se encuentra en otras culturas, desde la fenicia hasta la griega (la lucha entre Zeus y Tifón), y que podría simbolizar el enfrentamiento entre el orden y el desorden, o el día y la noche, cuando la creación del mundo-, sino porque el Génesis (1, 20) menciona e.gdlim, que se traduce por los Enormes, los Gigantes, los Monstruos marinos.
La Septuaginta y, más tarde la Vulgata, tradujeron tannim por cete (cete grandia et omnem animan viventem): cetáceo. Pero éstos no eran simples cetáceos, sino verdaderos monstruos. En efecto, Homero describe a ketoi en la Ilíada (20, 147) y la Odisea (12, 97), y éstos no son grandes animales marinos, sino verdaderos y temibles monstruos.
Esta condición, tanto divina cuanto monstruosa perduró en el Cristianismo, por lo que los tannim fueron considerados demonios, como la serpiente (los tannin son dragones) que tentó a Adán y Eva. Fue, en efecto, el Apocalipsis el texto que convirtió el demonio en una serpiente -y por tanto, en un tannim-, ya que en el Genesis, en hebreo, griego y latín, se emplean los sustantivos nachash, ophis y serpes, que se traducen por serpiente, sin ninguna conexión con un monstruo marino. De todos modos, dado que el hebreo nachash se traduce tanto por encantador, sibilino, como por practicante de la magia, observador de signos divinos, mago, en suma, posee un componente "maligno" -y seductor- que los términos griego y latino no recogen, y que facilita la equiparación entre la serpiente seductora y un monstruo dañino.
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