Templos, palacios y viviendas eran volúmenes cúbicos o paralelepipédicos en Mesopotamia. Construcciones cerradas bien definidas. Las casas se agrupaban formando unidades prietas. Ninguna forma, salvo el zigurat, sobresalía. La ciudad parecía un juego de cubos ordenados.
La sencillez voumétrica y compositiva de la arquitectura mesopotámica ha sorprendido.Se han aducido razones constructivas. El material de construction más habitual, más a mano, el adobe, y la carencia de piedra y de madera, impedía levantar formas esculturales. el clima también obligaba a volúmenes cerrados y compactos. Sin duda, esas razones son ciertas.
Pero el historiador y teórico de las artes Carl Eipstein, en los años treinta, formuló una hipótesis sugerente. La manera de componer de los mesopotámicos no venía dictada por limitación alguna. La sencillez de las formas era voluntaria. Se trataba de contrarrestar las sensaciones o las imágenes que el paisaje circundante despertaban. La naturaleza carecía de hitos destacables. El mundo era plano o informe. Tan solo sobresalían algunas dunas o montículos: una sucesión ininterrumpida, hasta el horizonte de leves ondulaciones. Ante este entorno, era fácil perderse o dejarse ir.
Las ciudades aparecieron como una respuesta ante una naturaleza poco formada. La ciudad no daba la espalda a aquélla sino que recreaba un mundo bien estructurado y definitivo. Los juegos de planos, de volúmenes, de luces y sombras, contrastaban con un entorno evanescente en la que mirada vagaba, carente de formas, de personalidad. Por otra parte, la naturaleza no presentaba estratos definidos. No existían montañas ni valles, llanos abiertos y cerrados. Era imposible encontrarse en semejante paisaje. La ciudad, por el contrario, marcaba bien las diferencias, físicas y mentales, entre el exterior y el interior, lo doméstico y lo común, lo humano y lo divino. La ciudad se adaptaba a las necesidades físicas e imaginativas del hombre, le proporcionaba unas formas que inspiraban seguridad, sin que éstas fueran ajenas al mundo, ya que los materiales de construcción procedían de la madre tierra. Como los mitos mesopotámicos contaban, la creación del mundo fue incompleta. Los dioses descansaron antes de tiempo, no supieron o no quisieron rematar lo que habían emprendido. Por eso, tuvieron que enviar al dios Enki, dios de la arquitectura, a la tierra para acabar de conformar y de acotar el espacio. Dicha labor fue posteriormente, por indicación e inspiración de la misma divinidad, proseguida por los hombres. La ciudad, así, concluía la creación del mundo. Aparecía como la clave de la creación, que le daba sentido. La ciudad y la arquitectura no se oponía al mundo, sino que lo culminaba.
domingo, 17 de enero de 2016
El imaginario arquitectónico en Mesopotamia (o porqué se construyeron ciudades)
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