jueves, 28 de enero de 2016

El poder de las imágenes

La pequeña ciudad de Sición se hallaba  cerca del Istmo de Corinto. Homero ya la mencionaba.
Fue el principal centro artístico en la Grecia antigua. El inventor del arte del retrato, el ceramista Butades, quien modeló la sombra del perfil del prometido de su hija proyectada en pared, y fue el primero en ornar los templos con acróteras con figuras, era de Sición, al igual que el escultor Lísipo, el retratista de Alejandro. El motivo iconográfico de un dios o un héroe portando una oveja sobre los hombres, de tradición mesopotámica, y que tanta influencia tuvo en la imagen del Buen Pastor cristiano, fue obra del escultor arcaico Canaco, hijo de esta ciudad.

El general Arato, en el siglo III aC, liberó a la ciudad de la tiranía de Nicocles. Su gesta fue recompensada: se le heroizó y se le construyó un santuario en el ágora de la ciudad.
Pero el gesto por el que es recordado y le honra respondió a la súplica del pintor Nealces. Arato había ordenado destruir todas las imágenes de los tiranos atesoradas en la ciudad. Una de los grandes retratos del tirano, subido a un carro de combate, era obra del pintor Apeles, el artista más célebre de la historia, amigo de Nealces. Éste rogó a Arato que "hiciera la guerra contra los enemigos, mas no contra las obras de arte". Y Arato accedió.

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