La conflictividad en los Balcanes no es nueva. Ya en la antigüedad, desde principios del primer milenio aC, y acentuándose en época helenística (a partir del s, IV aC), lo que hoy es Albania -al menos, el sur del país- fue víctima de las incesantes rivalidades entre distintos estados griegos (Epiro, entre éstos), Tracia y Macedonia. La llegada de Roma por el control de los puertos del Adriático, en el siglo III aC, acentuó la inestabilidad.
Antigonea fue fundada por el rey de Epiro (poblada por la tribu de los Molosos), Pirro a principios del siglo III aC. Ubicada en un altozano, a más de mil metros de altura, dominando un ancho valle que conecta el norte de Grecia, Macedonia y el mar Adriático, rodeada de montañas casi siempre nevadas, Antigonea era un efectivo puesto de control del paso de mercancías, al tiempo que un productor de bienes. El barrio artesano, dedicado a la herrería, la cerámica y el tratamiento del cuero -situado en un extremo de la trama urbana-, aun revela una ingente cantidad de fragmentos metálicos, cerámicos y de vidrio, apenas excavados.
La ciudad, defendida por un anillo amurallado de sillares -bien conservado- de cuatro mil metros de longitud -que hacía las veces de muro defensivo y de contención de tierras-, dotado de varias puertas de entrada, fue planificada según una trama ortogonal (hipodámica), perfectamente orientada según un eje norte-sur, al pie de un escarpado acrópolis. El ágora acogía la sede (pritaneo) de un gobierno "supranacional": una coalición de comunidades cercanas.
Antigonea fue dedicada a la esposa de Pirro (Antigona), familiar del faraón Ptolomeo I, tras el fallecimiento de la reina, seguramente tras un parto.
Tomada e incendiada por Roma -Pirro lo perdió todo ante Roma, pese a una victoria inicial "pírrica"-, Antigonea desapareció casi por completo apenas siglo y medio después de su fundación, aunque a la construcción de una basílica bizantino, en un extremo de la ciudad, lejos del devastado centro, en el siglo VI dC. Ya nada más se supo poco tiempo después. La ciudad, de acceso difícil por una pista mal señalizada, aún yace sepultada en gran parte.
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