Una ojeada al diccionario lo confirma: pared y muro son sinónimos; se usan indistintamente. De hecho, la definición de pared que el diccionario ofrece es muro, y muro significa obra vertical que cierra o delimita un espacio.
Sin embargo, las imágenes que ambas palabras evocan son distintas. Pared y muro derivan de dos palabras latinas que no significan lo mismo. Son el resultado, en verdad, de dos acciones antitéticas.
Pared viene del latin paries. Ésta nombra la division interna de un templo. Seguramente deriva de una indoeuropea que evoca la división. Aunque la pared se asocia al espacio interior, a la intimidad del hogar, aquélla parte, trocea. La pared es un útil que abre una brecha, una barrera que se alza, una división necesaria, sin duda, pero que reduce el espacio, con todas las imágenes que la división, el empequeñecimiento, suscitan; cierto empobrecimiento, y la viva imagen del encierro, de la pérdida de comunidad o colectividad. Una pared se levanta, cerrando el paso, enclaustrando ( lo intimo se equipara también con la sensación de ahogo, de encierro, con la interrupción de la comunicación, de los contactos) desgajando un todo en una suma -una división- de partes.
Murus, por el contrario, en latín, se traduce por muralla y, en general, por (elemento de) protección. Un muro es un cerco que une y reúne elementos dispersos hasta que forman una unidad. El muro tiene la propiedad de anular o disolver diferencias, que tienen que desvanecerse o resolverse para que la muralla sea efectiva. Envuelve, en una imagen casi maternal que acoge y recoge, que abraza. Invita al abandono, a la renuncia a la tensión, a la distensión.
El muro introduce una brecha, ciertamente, al igual que la pared. Pero, mientras que la pared divide internamente, el muro introduce un corte en el espacio continuo, desgajando lo que deviene un interior del exterior, y crea unidades perdurables en las que las divisiones, que las paredes causan, no son de recibo. La pared parte, el muro cerca, circunda -un gesto que define, nombra y personaliza un ente, como una comunidad englobada tras la muralla protectora-, invita a compartir, aportando la necesaria seguridad para evitar que se alcen muros y armas.
Para DGE, quien compone un curso de arquitectura en la Escuela de Barcelona (UPC-ETSAB) alrededor de dos entes fundamentales, que suscitan imágenes, impresiones y sensaciones distintas, el muro y el pilar
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