viernes, 29 de julio de 2022

Marta (y el hogar)




 



Marta (cuyo santo se celebra hoy, 29 de julio); otro ejemplo de la deuda que tenemos con Mesopotamia. Aunque Marta es un personaje bíblico, el nombre propio deriva de un nombre común acadio, martum, con varios significados (muchacha, hija, princesa), siempre evocaciones femeninas .

Marta y María eran hermanas que vivían en Betania, cabe Jerusalén. Su hermano era Lázaro, célebre por haber sido resucitado por Jesucristo, precisamente por el amor que éste sentía por Marta, en cuya casa se refugió para huir de las amenazas que se cernían sobre él en Jerusalén.

La leyenda cuenta que los hermanos eran de estirpe real. Mientras que María reinaría en Jerusalén, Marta lo hizo en Betania. Esta división reflejaba sus divergencias morales. María era contemplativa. Cuando Jesús predicaba, María se acurrucaba a sus pies embelesada para escucharlo, mientras Marta se ufanaba para atender al séquito de Jesús, preparar la comida y cuidar la casa. 

Porque Marta era la señora de la casa. De hecho, era y es la protectora del hogar. Su mérito más aclamado aconteció en la ciudad de Tarascon a la que llegó por mar tras abandonar Tierra  Santa. La ciudad francesa vivía aterrorizada por el Tarrasco, un monstruo híbrido, mitad pez, mitad serpiente, un dragón con garras de ave de presa y cola de león, hijo de Leviatan (el feroz dragón marino con el que Yahvé luchó cuando la creación del mundo), que vivía en lo hondo de los ríos, cuyas crecidas, azuzadas por Tarrasco, destruían campos y ciudades. La fiera, carnívora, se amilanó apenas Marta desembarcó, tendiéndole una cruz y salpicándole con agua bendita que portaba en una jarra (que pronto se confundió con un barreño de fregar), pudiéndolo encadenar, y salvando los hogares, cuya limpieza, física y moral, cuya acomodación y protección está siempre a cargo de Marta, una figura que simboliza y sustenta la tradicional asociación entre el hogar y el cuidado femenino, la pureza, la limpieza y la santidad del hogar. El imaginario arquitectónico le debe mucho -o todo.



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