No tuvo que ser debido a las estrecheces de la Segunda Guerra Mundial las que llevaron a Picasso a componer juguetes para su hija pequeña Maya con papel, cuerdas, retales y trozos de madera, sino el deseo de fabricar una muñeca, o una figurita, que aparecían por arte de magia al juntar unas pocos elementos de deshecho, sin ningún atractivo, o doblar, en un ejercicio intuitivo de papiroflexia, unas hojas recortadas o unas cartulinas impresas, unos juguetes únicos que, pese a su fragilidad, han llegado hasta hoy en día, sin haberse marchitado, acrecentando incluso la fascinación que despiertan.
Si el arte moderno aprendió del arte de los niños -y se volcó en componer juguetes de madera y de papel, así como juegos de construcción educativos-, estas figuras de Picasso podrían ser la quintaesencia de su arte, y del arte del siglo XX.
Se exponen hoy en el Museo Picasso de París:
https://www.museepicassoparis.fr/sites/default/files/2022-04/DP_MAYA_V12_BAT_WEB_0.pdf
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