Barbara Streisand, Viking, Penguin Books "
El mundo editorial está salvado. Sobre todo el dedicado a la arquitectura.
Por fin el libro que la arquitectura contemporánea se merece.
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El proyecto debía incluir un "hito" espectacular. La espectacularidad iba a ser un criterio básico para juzgar las propuestas.
Se empezó a desarrollar el proyecto museográfico y museológico en julio de 2008, después de que Empty firmara el contrato con la SEEI. Hasta diciembre, se llevaron a cabo cuatro o cinco proyectos distintos. Las razones eran varias: lógicas discusiones internas que conllevaban modificaciones y mejoras del guión y el montaje; cambios de criterio por parte de la SEEI (la cual suministró un nuevo temario, centrado en las ciudades del pasado, el presente y el futuro, que es el que se sigue actualmente): ora se tenía que destacar la ciudad actual tan solo, ora se debían incluir referencias históricas, ya sea anteriores a la Guerra Civil, ya sea decimonónicas; la figura del toro, pese a los Sanfermines, debía potenciarse, u obviarse, pues era "políticamente incorrecta", etc.-; por fin, sucesivos cambios en el proyecto arquitectónico del Pabellón, por exigencias de la SEEI, lo que obligaba a que el montaje y el guión tuvieran que adaptarse cada vez a las nuevas versiones del proyecto del edificio.
Estos cambios venían dictados por la SEEI. Sus responsables apreciaban la belleza del Pabellón, y el simbolismo del material y de la técnica empleada para el recubrimiento (mimbre trenzado), pero consideraban que su plan era inadecuado para la función prevista, que el Pabellón no servía. Se dudaba, además, que pudiera llevarse a cabo. Durante unos días, incluso, se habló de retirar la dirección de las obras a Benedetta Tagliabue. No sé si esta medida se llevó temporalmente a cabo. En diciembre, con el proyecto ejecutivo entregado, a punto de iniciase las obras, la SEEI requirió nuevos cambios sustanciales, estructurales: eliminación de una planta, colocación de vestuarios en el espacio de entrada, transformación de dicho espacio en un anfiteatro, reorganización de la circulación, etc. El presupuesto, sin embargo, seguía siendo el mismo. El proyecto debía, posiblemente, rehacerse.
El guión y el montaje de la exposición buscaban un discurso y una presentación claros. También se pretendía que las sin duda inevitables esperas de los visitantes, en fila india, fueran lo más llevaderas posible. Esto condicionaba la circulación interior y la disposición de los elementos. Vanas tentativas. La respuesta era la misma: "¿A quién le importan los chinos?"; están acostumbrados a vivir bajo temperaturas extremas, y a formar. Por otra parte, la exposición tenía que gustar ante todo a los políticos de Madrid, a los de las autonomías y a los periodistas que los acomparían a Shanghai, no a los chinos. Finalmente, se recalcaba que la función de la exposición era promocionar a España y facilitar los negocios. Un exceso de cultura era, lógicamente, inútil o contraproducente.
Se pedía, finalmente, que la exposición pudiera ser recorrida por una docena de miles de visitantes diarios durante veinte minutos, sin poder detenerse. Una larga fila entraría y saldría sin cesar.
El guión que ganó el concurso pretendía mostrar la vitalidad de la calle española, de día y de noche. Pronto se desestimó incluir objetos reales, y se escogió tratar el tema a partir de filmaciones, proyectadas en pantallas gigantes colgadas a lo largo el recorrido. Tras haber desestimado a video-artistas, publicistas y animadores, se decidió que las filmaciones se podrían encargar a conocidos cineastas españoles, entre los cuáles, Bigas Luna, con quien se contactó después del verano 2009. Hoy es uno de los comisarios de la muestra.
De pronto, un contratiempo inexplicable: tres años antes que la convocatoria del concurso, la SEEI ya había contratado a María y a Lorena Corral para dirigir el contenido del pabellón español: una exposición de arte contemporáneo. Algunos artistas, como José Manuel Ballester o Daniel Canogar, hacía tiempo que habían sido seleccionados.
La SEEI propuso que nuevos y previos responsables, Empty y María Corral, se pusieran de acuerdo. Pero los proyectos nada tenían que ver. El encaje era difícil. Por otra parte, la distribución del Pabellón y el ritmo apresurado de la visita se prestaban poco a una meditada exposición de arte.
Ante el cariz que el proyecto tomaba, algún miembro dimitió durante el verano de 2008.
En diciembre de 2008, la SEEI ordenó que se revisara el guión. Tenía que explicarse en un "story board" de un solo folio. Debía ser comprensible para un niño de tres años. Walt Disney iba a ser el modelo. Exigió también que el guionista fuera despedido. Era demasiado "intelectual", y el proyecto, complicado.
El equipo (guionistas, asesores, informadores) se desmanteló. Trabajos, informes encomendados, fueron cancelados.
Semanas más tarde, fueron los arquitectos del montaje (Bopbaa) los que se hallaron en la cuerda floja. Eran prescindibles. Ya no se quería tratar con arquitectos. Éstos, por su parte, supieron que hacía meses que la SEEI había encargado a otro equipo -unas arquitectas, amigas de la dirección de la SEEI-, un nuevo proyecto de montaje.
Este encargo se anuló. No se sabe porqué. La SEEI se echó quizá para atrás; ¿temor a una posible acusación de nepotismo? ¿a que se evocase la situación política de la Comunidad de Madrid? ¿a indemninaciones importantes?
El papel de Bopbaa, sin embargo, ha quedado muy reducido.
Hace un mes, María y Lorena Corral renunciaron al proyecto.
Lo siguiente ya es conocido: tres cineastas (Bigas Luna, Isabel Coixet, Martín Patiño) han recibido el encargo del contenido del Pabellón.
Algunas personas ya han comparado las propuestas inicial (ganadora) y final, y han emitido privadamente alguna opinión sobre el proyecto que se está elaborando actualmente.