Troya está hoy en Turquía. Aunque ya no se encuentre al borde del mar, por la acumulación de aluviones que han ensanchando la costa, las ruinas de Troya sigue guardando el estrecho de los Dardanelos que conecta los mares Mediterráneo y de Mármara. Frente a ella, se halla el campo de la atroz batalla de Galípolis, una de las más sangrientas batallas del siglo XX, cuando la Primera Guerra Mundial, entre los imperios británico y otomano -batalla que éste ganó.
Desde el siglo XIX, con la fascinación romántica por Grecia y la guerra de liberación de ésta contra el imperio otomano, Troya fue considerada una ciudad turca, asociada a todos los "vicios" propios de oriente: una ciudad engañosa, que desencadenó una guerra tras el rapto de la princesa aquea (de Esparta) Helena, casada con el príncipe Menelao, de la casa real de su hermano Agamenón, de Micenas. Ciudad que solo pudo ser tomada con un engaño, el caballo de Troya. Una ciudad bárbara, marcada por la intolerancia de su rey Príamo, y el salvajismo de su principal héroe, Héctor. Troya, definitivamente, no era griega. Su caída había sido un castigo merecido.
Sin embargo, la Roma republicana e imperial, decía ser la heredera de Troya (igualmente, los griegos siempre tuvieron a Troya como un modelo, y Homero no distinguía entre aqueos y troyanos). El mito fundacional asociaba el nombre de un oscuro príncipe troyano, Eneas, con el origen de la capital del mundo. Si Alejandro ya se recogió ante la tumba de Aquiles, mostrando así, que un griego (un macedonio) era capaz de inclinarse ante un troyano, varios emperadores romanos honraron la ciudad con su visita y llevaron a cabo sacrificios ante las supuestas tumbas de héroes troyanos -tumbas o túmulos de la Edad de Bronce, ciertamente.
Los reyes occidentales, ingleses, franceses y alemanes, ya desde la caída del Imperio romano, decían descender de héroes troyanos. Las crónicas medievales contaban que las poblaciones sajonas, normandas, francas, germánicas estaban emparentadas con la realeza troyana. Héroes troyanos, tras la toma y destrucción de Troya habían logrado escapar hasta los confines del mundo fundando ciudades como la Nueva Troya (Londres). Toda Europa se entroncaba con la casa de Príamo. Este rey, su hijo Héctor, su nuera Andrómaca, su nieto Astianacte, eran modelos de comportamiento, distintos de la ferocidad griega de Aquiles y su hijo Neptolemo.
Troya juega un papel importante en la consideración (la desconsideración) occidental de Oriente. Las imágenes de molicie, codicia y engaño, que se asocian, en el espejo occidental, con Oriente, provienen en parte de Troya, que fue considerada como la causa de la ruina de Grecia, pero también como el acicate del heroísmo griego, lo que llevó a la guerra de independencia de Grecia del imperio otomano -maligno como Troya-, tan favorecida por las potencias occidentales.
Esta imagen negativa de Troya aún sigue: ¿como se llama el virus mortal que destruye los contenidos y comunicaciones informáticas? Un troyano.
PS: preparando un viaje cultural con estudiantes de arquitectura, de Micenas a Troya.
domingo, 4 de agosto de 2019
ROSALÍA (1993): DE PLATA (LONDRES, 2017)
Quizá quede una persona que, como yo, no haya visto aún esta filmación en Los Ángeles y que retrata esta ciudad.
IGNASI MONREAL (1990): ROSALÍA (1993), AUNQUE ES DE NOCHE (2017)
¡La mejor interpretación de Rosalía?
El mejor videoclip, posiblemente.
sábado, 3 de agosto de 2019
ROLAND BARTHES (1915-1980): EL RECTÁNGULo (1977)
"Percepción del hábitat: mayoría de ángulos de 90º y de 180º = casas, edificios, puertas, ventanas, techos, ascensores. Todo es rectángulo , opuesto a "naturaleza": no hay rectángulos (salvo algunas rocas), ----- Pues hoy se asocia ciudad, hábitat, humanidad y contaminación, hay una contaminación de rectángulos. Agentes de esta contaminación: los arquitectos. Importancia (tiranía) de los "trazados reguladores": "Todo arquitecto debe recurrir a ellos" (Le Corbusier). Evidentemente, acuerdo con la "razón" (ideología "geométrica", "griega", la cabaña, opuesta a la tienda, circular y radial + quizá -¿quién sabe?- recuerdo ancestral de la función real y religiosa: Rex = aquel que sienta los trazados (Regula, Orego). Rectángulo: como la forma simple del poder."
(Trad.: Beatriz Sarlo)
De: Roland Barthes: Cómo vivir juntos. Cursos y seminarios en el Collège de France (1976-1977).
Publicado en español por Siglo XXI en 2003. Edición original en francés, por Seuil, de 2002.
Le Collège de France es la institución académica más importante de Francia. Fundada por Napoleón, situada cerca de la universidad de la Sorbona, en pleno distrito sexto, el cuerpo docente se compone de los mejores profesores universitarios franceses, invitados a formar parte de dicha institución. Nadie puede postularse, sino que debe esperar el ofrecimiento que culmina una carrera académica. Los miembros del Collège de France no cobran. Tienen la obligación de impartir unas horas de clase al año (30 horas, creo), alrededor de un tema propio e inédito, que debe cambiar cada curso. Las clases son gratuitas, tienen lugar en un anfiteatro, están abiertas y deben ser accesibles a todo el mundo, sin que se rebaje el nivel. Un buen ejemplo son estas clases de Barthes.
El presente libro recoge las notas escritas de Barthes para la preparación de las clases sobre el tema del Habitar Juntos. Las notas se presentan tal como fueron redactadas, sin apenas correcciones, tan solo con comentarios aclaratorios, y alguna rectificación bibliográfica. Tal como se encuentran son perfectamente legibles. Se publicaron póstuma, tardíamente.
Cada sesión estuvo dedicada a un tema o concepto, ordenados cronológicamente, basados principalmente en textos cenobíticos bizantinos.
Se trata de uno de los textos más asequibles -y seguramente apasionantes, fundamentales para un arquitecto- de Barthes.
Bien es cierto, como comenta Martina Millá, que el maltrato -agresiones sexuales- de Barthes hacia sus jóvenes colaboradores, puede empañar la imagen -opuesta a la violencia que el encuadramiento y la ordenación espacial que el urbanismo y la arquitectura implican- que el texto suscita.
viernes, 2 de agosto de 2019
Los renglones torcidos de la historia: Troya y Roma
Cómo habría cambiado el mundo si Roma no hubiera sido la capital del imperio romano -pensemos en la posterior identificación de Roma con la sede papal, la ciudad De Dios, y sus consecuencias en Occidente y en gran parte del mundo-:
Según el escritor romano Suetonio (Vida de los doce Césares, 79, 3) “un rumor, con bastante consistencia”, sostenía que Julio César pensó en trasladar la capital de la República Romana, con toda la administración y el ejército, de Roma a Alejandría o a Troya.
Troya era la madre de Roma gracias al príncipe troyano Eneas, hijo de Venus, que, tras la caída de Troya, huyó, con su anciano padre y su hijo pequeño, buscando donde fundar la nueva Troya: Roma, en el Latium. En época tardo-republicana, Eneas, y no Rómulo y Remo, era considerado el verdadero fundador de Roma.
Constantino también pensó en convertir Troya -que, en el siglo IV, ya no era sino un pueblo semi-destruído, poco antes saqueada por los Godos- en la nueva capital del Imperio, “de igual categoría que Roma”. Llegó incluso a proyectar un palacio imperial y a colocar los cimientos de esta nueva ciudad y empezar a levantar la muralla de la ciudad “hasta que cambió de idea” y partió hacia el puerto de Bizancio -que acabaría siendo la capital del imperio oriental (Zósimo: Nueva Historia, 2, 23, 1)
Según el escritor romano Suetonio (Vida de los doce Césares, 79, 3) “un rumor, con bastante consistencia”, sostenía que Julio César pensó en trasladar la capital de la República Romana, con toda la administración y el ejército, de Roma a Alejandría o a Troya.
Troya era la madre de Roma gracias al príncipe troyano Eneas, hijo de Venus, que, tras la caída de Troya, huyó, con su anciano padre y su hijo pequeño, buscando donde fundar la nueva Troya: Roma, en el Latium. En época tardo-republicana, Eneas, y no Rómulo y Remo, era considerado el verdadero fundador de Roma.
Constantino también pensó en convertir Troya -que, en el siglo IV, ya no era sino un pueblo semi-destruído, poco antes saqueada por los Godos- en la nueva capital del Imperio, “de igual categoría que Roma”. Llegó incluso a proyectar un palacio imperial y a colocar los cimientos de esta nueva ciudad y empezar a levantar la muralla de la ciudad “hasta que cambió de idea” y partió hacia el puerto de Bizancio -que acabaría siendo la capital del imperio oriental (Zósimo: Nueva Historia, 2, 23, 1)
jueves, 1 de agosto de 2019
Los papeles del rey (el arquitecto y el rey)
La palabra rey suscita en casi todo el mundo, seguramente, unas mismas imágenes: las de un gobernante, asentado en el lujo, por encima física y moralmente del resto de la población, formada de súbditos -sub: prefijo que indica una posición inferior; un súbdito está por debajo del rey-, cuya suerte depende de la voluntad real. Un rey es un soberano. Mando sobre los demás. En tiempos anteriores, mandaba incluso sobre los elementos. El rey y la divinidad mantienen una estrecha relación: el rey lo es por la gracia divina. De algún modo, un rey es casi una divinidad; ordena y manda con el poder y la voz que la divinidad le concede gratuitamente.
Sin embargo, la palabra latina rex, de donde deriva el moderno término de rey, evoca unas imágenes distintas.
Un rex era un jefe, sin duda (el nombre propio celta Vercingetorix -el caudillo celta que se enfrentó a Julio César en la devastadora guerra de las Galias,, por ejemplo-, así lo atestigua). Pero sus funciones, sus papeles no consistían en mandar a y sobre los demás. Un rex no era un gobernante, propiamente.
El lingüista francés Émile Benveniste -de quien procede esta entrada- mostró que el sustantivo latino rex está relacionado con el verbo griego oregoo. Éste significa dar, ofrecer, otorgar. El don, la entrega implica la extensión de los brazos, Para dar uno se tiene que abrir y dirigirse, inclinarse hacia el altar (si la ofrenda es un sacrificio hacia los dioses) o la persona con quien nos queremos congraciar. Oregoo significa, pues, tender, y extender. La mano, al separase del cuerpo y apuntar al objetivo, describe una línea recta. Traza unas figuras en el aire. El don es una extensión de quien da; las virtudes, propiedades o cualidades de quien regala se extienden fuera de sí mismo. El gesto establece una conexión, una línea que funda y estructura una relación. Tiende puentes. Mide, acota la distancia entre quien da y quien recibe. Dicha relación se funda en unas reglas: las que regulan la donación y la aceptación del don. Se establecen así unas primeras normas de comportamiento, así como espaciales. Determinan el lugar que cada uno ocupa en el espacio. Ambas personas, relacionadas por el gesto, saben, desde entonces, dónde se hallan. Ya no pueden perderse. Poseen unos asideros espaciales -y morales. Dependen uno del otro. Sus posiciones y relaciones quedan fijadas.
El sustantivo regla deriva del latín rex, precisamente. La regla, hoy es día, nombra dos entidades distintas -pero sin duda relacionadas: una norma -de comportamiento, de formación, de construcción (de una personalidad, y de una obra)- y un instrumento de medir, una vara. Una regla regula el espacio. Fija posiciones y mide las distancias -físicas y morales- entre los distintos entes o seres asentados. El espacio, hasta entonces, indiferenciado, y por tanto inhóspito, inhabitable porque carece de referencias que permiten saben y ver dónde uno se encuentra, queda organizada gracias a la regla y las reglas que se instituyen.
Las líneas o reglas que traza son rectas. No son tortuosas, torturadas, no se desvían del objetivo; no conducen por un mal camino. Si al rex se le sigue, si se aceptan sus gestos -sus ofrendas de reglas-, es porque es recto. Encarna la rectitud. Es directo, franco. No se esconde, no esconde la mano; no recurre a triquiñuelas, no engaña a nadie. Actúa a plena luz del día, y sus líneas están "bien" trazadas. Saben dónde van y se pueden seguir sin miedo. Llevan a buen puerto.
La principal función del rex, entonces, era la de otorgar a cada persona un lugar propio, dictando reglas de comportamiento. Un rex era un fundador de ciudades. Creaba comunidades. Les concedía las reglas para asentarse y vivir, convivir.
Un rex organiza regiones, les da sentido, las orienta: regio, en latín, significa línea recta, dirección. Línea que traza un límite. Una región, entonces, es el espacio delimitado. Una región no es país, no es un reino. No se trata de una organización política, compuesta de un rey y de súbditos, sino que es un espacio público, regulado, en el que todos los miembros poseen una directrices que les ayudan a vivir bien, una trazas modélicas que les proporcionan indicaciones para una vida plena; indicaciones, que no obligaciones. Indicaciones que no son leyes, sino que son de ley. Ajustadas, recomendables. Un rex aconseja, no obliga.
Un rex era, entonces, un arquitecto. Trazaba, indicaba directrices para poder estar juntos. El rex señalaba el camino que se debía seguir so pena de la desarticulación de una comunidad y del enfrentamiento inevitable de sus miembros. El rex marcaba la línea -línea física, visible en el terreno, y metafórica, compuesta de unas indicaciones precisas, asumibles- que permitía pasar de la condición selvática o natural, a la humana, cultivada, urbana. El rex preparaba el terreno donde se asentarían los demás, asentamiento que los convertía en humanos. Un rex era, así, más un sacerdote, que dicta normas y traza figuras ejemplares que estructuran el espacio y la vida, que lo que hoy entendemos por un rey.
Sin embargo, la palabra latina rex, de donde deriva el moderno término de rey, evoca unas imágenes distintas.
Un rex era un jefe, sin duda (el nombre propio celta Vercingetorix -el caudillo celta que se enfrentó a Julio César en la devastadora guerra de las Galias,, por ejemplo-, así lo atestigua). Pero sus funciones, sus papeles no consistían en mandar a y sobre los demás. Un rex no era un gobernante, propiamente.
El lingüista francés Émile Benveniste -de quien procede esta entrada- mostró que el sustantivo latino rex está relacionado con el verbo griego oregoo. Éste significa dar, ofrecer, otorgar. El don, la entrega implica la extensión de los brazos, Para dar uno se tiene que abrir y dirigirse, inclinarse hacia el altar (si la ofrenda es un sacrificio hacia los dioses) o la persona con quien nos queremos congraciar. Oregoo significa, pues, tender, y extender. La mano, al separase del cuerpo y apuntar al objetivo, describe una línea recta. Traza unas figuras en el aire. El don es una extensión de quien da; las virtudes, propiedades o cualidades de quien regala se extienden fuera de sí mismo. El gesto establece una conexión, una línea que funda y estructura una relación. Tiende puentes. Mide, acota la distancia entre quien da y quien recibe. Dicha relación se funda en unas reglas: las que regulan la donación y la aceptación del don. Se establecen así unas primeras normas de comportamiento, así como espaciales. Determinan el lugar que cada uno ocupa en el espacio. Ambas personas, relacionadas por el gesto, saben, desde entonces, dónde se hallan. Ya no pueden perderse. Poseen unos asideros espaciales -y morales. Dependen uno del otro. Sus posiciones y relaciones quedan fijadas.
El sustantivo regla deriva del latín rex, precisamente. La regla, hoy es día, nombra dos entidades distintas -pero sin duda relacionadas: una norma -de comportamiento, de formación, de construcción (de una personalidad, y de una obra)- y un instrumento de medir, una vara. Una regla regula el espacio. Fija posiciones y mide las distancias -físicas y morales- entre los distintos entes o seres asentados. El espacio, hasta entonces, indiferenciado, y por tanto inhóspito, inhabitable porque carece de referencias que permiten saben y ver dónde uno se encuentra, queda organizada gracias a la regla y las reglas que se instituyen.
Las líneas o reglas que traza son rectas. No son tortuosas, torturadas, no se desvían del objetivo; no conducen por un mal camino. Si al rex se le sigue, si se aceptan sus gestos -sus ofrendas de reglas-, es porque es recto. Encarna la rectitud. Es directo, franco. No se esconde, no esconde la mano; no recurre a triquiñuelas, no engaña a nadie. Actúa a plena luz del día, y sus líneas están "bien" trazadas. Saben dónde van y se pueden seguir sin miedo. Llevan a buen puerto.
La principal función del rex, entonces, era la de otorgar a cada persona un lugar propio, dictando reglas de comportamiento. Un rex era un fundador de ciudades. Creaba comunidades. Les concedía las reglas para asentarse y vivir, convivir.
Un rex organiza regiones, les da sentido, las orienta: regio, en latín, significa línea recta, dirección. Línea que traza un límite. Una región, entonces, es el espacio delimitado. Una región no es país, no es un reino. No se trata de una organización política, compuesta de un rey y de súbditos, sino que es un espacio público, regulado, en el que todos los miembros poseen una directrices que les ayudan a vivir bien, una trazas modélicas que les proporcionan indicaciones para una vida plena; indicaciones, que no obligaciones. Indicaciones que no son leyes, sino que son de ley. Ajustadas, recomendables. Un rex aconseja, no obliga.
Un rex era, entonces, un arquitecto. Trazaba, indicaba directrices para poder estar juntos. El rex señalaba el camino que se debía seguir so pena de la desarticulación de una comunidad y del enfrentamiento inevitable de sus miembros. El rex marcaba la línea -línea física, visible en el terreno, y metafórica, compuesta de unas indicaciones precisas, asumibles- que permitía pasar de la condición selvática o natural, a la humana, cultivada, urbana. El rex preparaba el terreno donde se asentarían los demás, asentamiento que los convertía en humanos. Un rex era, así, más un sacerdote, que dicta normas y traza figuras ejemplares que estructuran el espacio y la vida, que lo que hoy entendemos por un rey.
miércoles, 31 de julio de 2019
Arte y muerte
"Hay un momento en la vida, cuando se ha trabajado mucho, que las formas acuden solas, los cuadros vienen solos, ¡no es necesario ocuparse de ellos! Todo viene por sí solo. La muerte también."
(André Malraux: La cabeza de obsidiana, 1974)
(André Malraux: La cabeza de obsidiana, 1974)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)