martes, 30 de agosto de 2011

Mesopotamia y la Biblia

A finales del siglo XIX, se descubrieron y se lograron traducir unos textos cuneiformes en tablillas excavadas en Mesopotamia que causaron una conmoción tanto en Gran Bretaña como en Alemania.

Algunos de los textos describían un diluvio con unos términos, unas imágenes y una secuencia narrativa muy parecida al relato bíblico. Todo parecía indicar, además que el texto mesopotámico era anterior al bíblico.
En alguna otra tablilla mesopotámica se creyó leer el nombre de Yavhé; y de Abraham.

La Biblia fue una de las fuentes de las primeras expediciones arqueológicas. Los arqueólogos buscaban descubrir ciudades descritas en la Biblia como Nínive, Babilonia o Asur. El hallazgo de estas ciudades demostraba que la Biblia decía la verdad.

Pero, también planteaba unos interrogantes. Si el relato del diluvio bíblico era tan parecido al mesopotámico, y, sin duda, posterior, no cabía pensar en que ambos se habían escrito casualmente, sino que el relato bíblico bebía del mesopotámico.

Mas el Antiguo Testamento era considerado un texto sagrado, dictado por Yavhé a Moisés. La existencia de párrafos o incluso libros derivados de textos anteriores de otras culturas y religiones, tendía a probar que una parte del texto del Antiguo Testamento no era un texto dictado por Yavhé, sino que consistía en inrterpolaciones profanas.

La duda, entonces, surgía. ¿Qué partes del Antiguo Testamento, y cuántas, no procedían de la palabra de Yavhé? ¿Acaso todo el texto del Antiguo Testamento podría ser un derivado o una copia de textos mesopotámicos y, por tanto, una falsificación histórica? ¿El Antiguo Testamento no sería obra de Yavhé, un dios que se descubría ya existía en otras culturas anteriores a la judía?
¿Y si, entonces, el verdadero texto revelado fuera en Nuevo Testamento, es decir el texto cristiano? Jesús ¿no era ario? ¿Quíen decía que era judío? Cristo decía la verdad; por tanto, nada podía tener que ver con el Antiguo Testamento, en el que algunos estudiosos negaban que se proclamara la venida de un mesías ¿No cabría denunciar la superchería del relato atribuido a Yavhé y, por extensión, a la religión judía, y a todos los judíos?

Y es así como, en círculos literatos alemanes (de los el emperador alemán, de pronto, preocupado, trató de apartarse, aunque demasiado tarde), en los que se debatía el problema llamado Biblia/Babel que incendiaría la interpretación del pasado, lentamente creció una inquietante semilla.
Ya conocemos el fin de la historia.

La arqueología, en determinadas manos, produce extraños frutos (podridos).

Léase a:  Mogens Trolle Larsen: "The "Babel/Bible" Controversy and Its Aftermath", Jack M. Sasson (ed.): Civilizations of the Ancient Near East, vol. 1, Hendrickson, Peabody, 2006, ps. 95-106

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