lunes, 31 de octubre de 2011

UR: PUERTO Y BARRIO DE GAY STREET, 28 de Octubre de 2011











Vista del zigurat de Ur desde el barrio portuario, y vistas del barrio y del "puerto" fluvial.
Albert Imperial tomando medidas.

Fotos: Tocho, Octubre de 2011

Y de pronto lo vimos.
Llevábamos dos días buscando uno de los dos puertos de Ur. Situado en el lado oeste de la ciudad, dando a la parte trasera del zigurat, cuesta reconocer el área, a la que no se nos permitió el acceso el primer día, al estar desprotegida, lejos de la vigilancia de los soldados y policías que nos acompañan.

Ur era una ciudad fluvial dotada de dos puertos, dando al río Éufrates y a un afluente. Situada sobre una península, en la confluencia de dos anchurosos ríos, como la ciudad actual de Lyon, en Francia,  el agua parecía rodearla. El mar estaba cerca. Es posible que al menos un canal cruzara la ciudad y uniera ambos puertos. Se ha llegado a suponer que, al igual que en Uruk, se accedía a Ur en barca y se podía recorrer la ciudad a través de canales, hoy desaparecidos, si es que existieron.
El arqueólogo inglés Woolley, en uno de los planos coloreados a gran escala que mandó trazar (hoy en los archivos del Museo Británico de Londres), señaló la presencia de este canal que formaba un ángulo recto y rodeaba el zigurat.
Desde 2003, gracias a las precisas fotos aéreas militares, los arqueólogos norteamericanos han reconocido o creido reconocer la ubicación de los puertos y de canales. El arqueólogo francés Jean-Louis Huot sostiene, sin embargo, que se ve lo que se quiere ver. Hoy, los arqueólogos norteamericanos han decidido reconocr la existencia de canales.
Desde el suelo nada se ve. En fotos de Google Earth, se perciben zonas más oscuras que otras, que corresponden a la ubicación de los puertos, según Woolley, y franjas oscuras que recorren el yacimiento. Según Huot, podrían ser canales, calles, o vaguadas; y éstos, no tienen porque ser de época sumeria o neo-sumeria (tercer milenio aC).
La existencia de canales es por tanto, discutible. Algunos estudiosos, incluso, se preguntan acerca de la realidad de los puertos.
La misión de reconocimiento del Museo Británico, en junio de 2008, duró dos horas; algunas zonas solo fueron observadas desde el helicóptero militar. Y no llegaron hasta la zona del puerto.

Pero uno de los "puertos" existe. Existe porque lo vimos; o lo imaginamos. En el yacimiento, en una de las pendientes del tell, se abre una boca, rodeada de montículos y estructuras arruinadas de ladrillos, que evoca un puerto.
Éste da al río.
Pues vimos el río. Aunque Ur esté rodeada por el desierto, desde el "puerto", de súbito, se descubre (el amplio cauce de) el Éufrates, nítidamente marcado, con la otra orilla -desde la cual empieza una zona fertíl, agrícola, que contrasta con el paisaje desértico circundante- perfectamente trazada, que va rodeando el tell sobre el que se ubica Ur, continuando, a lo lejos, detrás del zigurat.
¿Vimos o soñamos el puerto, y el potente río?  Existe porque nos lo imaginamos. Las creaciones de la imaginación no son contestables. Existen mientras se crean en ellas. Y su "realidad" es mayor que la información brindada por los sentidos. Mientras la realidad no despierte nuestra imaginación, de algún modo, no tiene verdadera existencia; nada nos dice; solo nos dice que (no) es nada.

El área del barrio "portuario" está en mucho peor estado que cuando fue excavada a finales de los años veinte. De nuevo, la erosión y las aguas han derribado lo que la tierra había preservado.
Woolley llamó a la callejuela que cruza el barrio Gay Street, seguramene para evocar ("victoriamente") el bullicio de una zona portuaria, en la que se cruzaban mercaderes, negociantes, transportistas, vendedores y lugareños. Gay Street apenas se reconoce. Pero sí se tiene la impresión de una zona densa y desordenadamente construida, ubicada en una zona levemente empinada, dando la espalda a la ciudad -como si de un barrio secreto se tratara, o se hubiera buscado camuflar lo que tenía "lugar", operando discretamente, lejos de los ojos de dioses y sacerdotes-, en la que unos edificios debían elevarse por encima de los que se hallaban situados más cerca del "puerto", y se intuye, por lo angosto de la callejuela, y los espacios constreñidos -que tanto contrastan con las amplias y despejadas áreas sagradas, situadas a la izquierda del acceso al zigurat-, que el puerto y el barrio circundante, abocados a un río tan potente -el tiempo no ha borrado el imponente lecho-, tuvieron que ser una de las zonas más pobladas y llenas de vida de la ciudad, desde la que las zonas entregadas a los dioses, no se descubren o aparecen empequeñecidas. De algún modo, el barrio de Gay Street, y el puerto, eran de exclusiva humana incumbencia. Quizá en el puerto de Ur se fue generando el ágora griega: allí donde los hombres ya no negocian con los dioses.

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