lunes, 7 de mayo de 2012

Heavy metal

... (o A-cero, en el IVAM, y van...)





Érase una vez un museo de arte moderno español, el primero y durante mucho tiempo el mejor. Era el final de los años ochenta. Estaba en Valencia. Se llamaba el Instituto Valenciano de Arte Moderno.

Tuvo que pagar un peaje local, incorporando la obra de algún pintor decimonónico provinciano, pero el resto de la colección fue considerada modélica.
El museo no disponía de ninguna colección. Las grandes obras del siglo XX valían fortunas, sobre todo en los prósperos años ochenta. Sin embargo, una inteligente política de compras de obras hasta entonces juzgadas menores, o de estilos o movimientos que habían sido dejado de lado (fotografía de vanguardia, Constructivismo ruso, cartelismo también ruso, etc.), y de acercamiento a legados como el del escultor Julio González, permitió que este museo destacara internacionalmente tanto por su personalidad como por la bondad y la agudeza de su colección permanente y sus exposiciones temporales.
El Museo de Arte Moderno Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid, y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona no existían aún, al igual que el sinfín de museos y centros de arte contemporáneo provinciales.

Pasó el tiempo; se sucedieron directores, con más o menos fortuna, y el IVAM, lentamente, se fue apagando.
Pero llegó un día en que una funcionaria de la Generalidad Valenciana, con excelentes relaciones personales tanto con el Partido Popular como con el Partido Socialista, quiso ser consejera valenciana de Cultura. Había organizado las bienales de arte contemporáneo más caras y ruinosas de la historia, por lo que poseía méritos para el cargo.
No lo consiguió; se la recompensó, sin embargo, con la dirección del IVAM.
Desde entonces, este Museo entró en otra dimensión. Marciana.
Obtuvo este año todas las ayudas del Gobierno central -tan cariñoso con el gobierno autonómico valenciano-, mientras otros museos, como el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, se quedaba a pan y agua. Es lógico: no se le habría ocurrido organizar una exposición tan acerada.

Pues hoy, en efecto, el IVAM presenta una exposición antológica de un estudio de arquitectura esencial español: A-cero, cuya obra y cuyos postulados son tan afines a las preocupaciones arquitectónicas, urbanísticas y sociales de estos años. Se trata de la primera muestra de este grupo, responsable de obras livianas, modestas, comedidas, que responden a lo que hoy se necesita y a los temas que inquietan, en plena sintonía con la tan económica, discreta e imprescindible Ciudad de las Artes y las Ciencias valencianas, de Calatrava.

Nadie se hubiera imaginado que a un centro de arte contemporáneo se le hubiera ocurrido organizar una muestra antológica de A-cero, pero eso es lo que tienen los centros de vanguardia: siempre sorprenden, y se adelantan a los tiempos venideros.

Ahora que el urbanismo de Barcelona está en manos del responsable valenciano del sutil proyecto del nuevo frente marítimo de Barcelona, confío en que esta exposición colosal se muestre también aquí.

Ya estamos preparados.

y curados (de lo que sea).



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