domingo, 7 de julio de 2013

Hestia, centro del cosmos y de la ciudad

La estructura física y social de la ciudad griega parece haber modelado la visión griega del mundo. Éste fue interpretado a partir de pautas, de modelos, de imágenes generadas por la ciudad. Cosmos, en griego, significaba orden; algunos pensadores han sostenido, desde hace muchos años, que el orden que los griegos veían o proyectaban en el mundo, provenía del orden que en principio regía la ciudad. Ésta era, no solo un mundo, sino una imagen -o el prototipo- del mundo.

La ciudad griega se organizaba alrededor de un ágora: un espacio público, perteneciente a la comunidad, en la que ésta -que excluía a mujeres, niños, esclavos y, en parte, extranjeros- se manifestaba: se mostraba, se estudiaba, se confrontaba consigo mismo, y en el que la ciudad exhibía la personificación de sus valores más destacados.
El ágora giraba alrededor de uno o dos polos: dos, en el caso de la ciudad colonial. En ésta, en efecto, junto al templo de Hestia, que albergaba el fuego sagrado de la ciudad, se ubicaba la tumba del héroe fundador.
El fuego de Hestia (una expresión redundante, ya que Hestia significaba fuego) expresaba tanto la vida cuando el arraigo de la urbe. Ésta nacía de la doble presencia del templo o la tumba del héroe fundador, y del templo dedicado a Hestia.

Filolaos de Crotona fue un filósofo nacido en una colonia de la Magna Grecia en el siglo V aC., quizá en Crotona, precisamente, o en Metaponto. Pudo ser un discípulo de Pitágoras -si es que este filósofo y matemático existió-, o el primer pitagórico.
Filolaos es recordado porque fue el primero o uno de los primeros que ofreció una concepción radicalmente distinta de la estructura del cosmos. Éste no se habría compuesto alrededor de la tierra, como se pensaba -y se pensaría hasta Copérnico, en el siglo XV-, sino alrededor del sol. La tierra, al igual que los plantas y las estrellas, estarían dispuestas en órbitas concéntricas alrededor del sol.
En verdad, este modelo -que es el que tardó en imponerse dos mil años más tarde-, no es exacto. Filolaos no pensaba que los cuerpos siderales se dispusieran a partir del Sol, sino que el Sol era un planeta que reflejaba la luz del astro que centraba la disposición del cosmos. Y este astro era Hestia.
Hestia, en efecto, era un -o "el"- fuego; el fuego cósmico. Este fuego alumbraba el cosmos. Éste estaba lleno de la vida que Hestia le comunicaba. La "virtud" de Hestia es que se trataba de un cuerpo sideral que se se desplazaba. Constituía un centro verdadero.
La imagen del cosmos, bien ordenado en torno a Hestia, evoca irremediablemente la imagen de la polis griega, sobre todo la ciudad colonial, constituía a partir de lo que primero que los colonos depositaban en la tierra cuando, tras meses de incierta navegación, descendían de las naves para tomar posesión de un territorio y fundar una ciudad: el fuego, traído en una cerámica especial, encendido en el altar de Hestia en la ciudad-madre (o metrópolis). Quizá fuera, precisamente, la visión de cómo se organizaba la ciudad colonial la que llevara a Filolao a proyectar el modelo de la estructura y el ordenamiento  de la ciudad al universo. Éste se constituía así, en un espacio habitable, para humanos y para las divinidades: un universo cálido en el que la vida se recogía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario