jueves, 26 de septiembre de 2013

La casa de la filosofía (Penélope, o de la filosofía)

¡Por qué decimos "la" filosofía, "la" sabiduría, "la" poesía? ¿Por qué el género femenino? ¿Acaso este género es digno de las altas tareas enunciadas?

El género femenino de estas palabras no se encuentra solo en las lenguas latinas. También existe en griego. Viene del griego antiguo.

La divinidad principal o ancestral en la Grecia antigua no era Zeus (Padre de los dioses) ni Urano (el Cielo), sino Gaia (la Tierra), una diosa-madre. El poder de Hera no empalidecía ante el de Zeus, su esposa. Aconsejada por la embrujadora Afrodita, los sortilegios de Hera eran temibles. Nadie osaba enfrentarse a esta diosa. Por otra parte, Afrodita, Artemisia (diosa de los límites) y Atenea (diosa del Ática, tras vencer a Poseidón, el dios de los mares) eran divinidades principales, duchas en artes tan distintas como la seducción, la creación artística y la guerra. Estaban al mismo nivel que dioses como Apolo (Artemisia era su hermana gemela), Hermes o Ares, por ejemplo.

Pero es cierto que la suerte y el estatuto de las divinidades no tenía porqué corresponder con los de los héroes y menos con los de los seres humanos.
Así, lo que los mitos cuentan acerca de las mujeres se aproxima más a la condición femenina en la Grecia antigua. La primera mujer -no existe ningún mito acerca del primer ser humano ni del primer varón- fue un autómata, obra del trabajo conjunto de Atenea, Hefesto y Prometeo, considerado un regalo envenenado entregado a los humanos (o a los varones), toda vez que el encanto de Pandora (que significa todos los dones) era tal que los humanos aceptaron de buen grado el regalo que Pandora portaba: una caja, que se podía abrir fácilmente, en la que se hallaban todos los males. La innata curiosidad humana facilitó la venganza de Zeus, pues Pandora era, en efecto, un castigo -o la ejecutora del castigo divino- que Zeus impuso a los humanos por haber aceptado el fuego que Prometeo, tras haberlo robado de la forja de Hefesto, o del carro del Sol, les entregó a fin que pudieran sobrevivir en tierra inmisericorde.
La satírica, larga e insistente comparación entre la mujer y el mono (entre otros animales), de Semónides (un poeta del s. V aC), refleja bien la suerte de la mujer. No tenía cabida en el espacio público de la ciudad. Su lugar era el gineceo, en lo hondo de los hogares, a menos que fuera una hetaira -una "animadora" en los simposios sociales, en viviendas o espacios públicos, a los que solo podían asistir varones.

El modelo de mujer adaptada al encierro doméstico era Penélope. Pasaba el tiempo tejiendo, aguardando el regreso victorioso de su esposo  Odiseo (o Ulises) de la guerra de Troya, mientras resistía los avances de los pretendientes que esperaban que escogiera un nuevo esposo tras el probable fallecimiento de Ulises, partido hacía veinte años y del que nada se sabía.

Filósofos helenísticos, a partir del siglo IV aC, ofrecieron una lectura alegórica de la Odisea y, en particular de las labores de Penélope. Esta aproximación a los mitos y las leyendas no era nueva, pues ya en época clásica, a partir del siglo VI aC, algunos escritores habían sostenido que los mitos eran historias basadas en hechos naturales o en proezas humanas, y no de seres sobrenaturales. Los dioses y los héroes eran creaciones humanas.
Penélope tejía y deshacía, de noche, lo tejido de día. Tejía el sudario de su suegro, Laertes, un anciano aun en vida; una labor eterna. Había prometido que escogería a un esposo entre los pretendientes, instalados en el palacio, en cuanto hubiera acabado la labor, a fin de honrar debidamente al padre de Ulises. Hacía veinte años que los pretendientes aguardaban. Penélope solo había tejido un par de centímetros. Todo el sudario estaba aún por tejer.
Penélope era considerada la perfecta esposa. Homero contrastaba su talante con el de la maga y hechicera Circe y el de la ninfa Calipso, ducha también en las malas artes (opuestas a las labores pacientes de Penélope). Pero Homero presentaba a Penélope, todo y siendo un modelo de virtud, como a un ser de carne y hueso.
Sin embargo, intérpretes helenísticos leyeron a Homero entre líneas. Ulises se convirtió en una alegoría del alma, atrapada por el mundo material. Su estancia en los palacios de Calipso y Circe como etapas iniciáticas, durante las que entraba en contacto con saberes elevados -tan elevados que debían mantenerse ocultos, puesto que los no iniciados, como los compañeros de Ulises, transformados en cerdos por Circe, no soportaron la verdad de los saberes que Circe simbolizaba y perdieron su heroica condición-. Finalmente, Penélope se convirtió en una alegoría de la Filosofía. Sus labores, imágenes del trabajo del filósofo trabando conceptos en cadenas (un término perteneciente también al vocabulario del telar) de silogismos, antes de desvelar su significado, cuando el tejido se deshilachaba. El hilo o argumento filosófico era lo que Penélope, la Filosofía, practicaba. Labor que aspiraba a verdades trascendentes, toda vez que Penélope  tejía un sudario, en el que el cuerpo de Laertes sería preservado.
Las elevadas inquietudes de la Filosofía no estaban al alcance de quienes no estaban preparados. Así, los pretendientes simbolizaban los que no alcanzaban el verdadero conocimiento. La Filosofía los rechazaba.
La Filosofía se asociaba al deseo. Deseo de conocer, de poseer la verdad. El saber no se alcanzaba sin ansías de saber; es decir, sin carencias, y la conciencia de esas carencias. Esa lectura ya se intuía en Platón. En el libro VI de La República, la Filosofía adquiere vida, y tiene el poder de atraer a los neófitos, sin bien solo unos cuantos alcanzan a conocerla. Una imagen de larga vida, como lo muestra la obra sobre vidrio -una frontera invisible, mas existente- de Marcel Duchamp La novia desnudada por sus pretendientes, que retoma irónicamente las lecturas alegóricas helenísticas tanto de la República platónica como de la Odisea.

La asociación entre el tejer y la filosofía era nueva. No así, las metáforas textiles. En efecto, Atenea era la diosa de los telares. Nadie, ni siquiera Aracne, la podía vencer sin ser convertida en araña. Pero Atenea era también la diosa de los carpinteros. Fue Atenea quien animó a Argos para que construyera el mágico barco, bautizado con el nombre del constructor,  que llevaría a los Argonautas hasta el mar Negro a la búsqueda del vellocino de oro.
Las primeras construcciones eran de madera o de fibras vegetales. Éstas se trenzaban. Los volúmenes se asemejaban a esteras unidas. Vigas y jácenas se entrelazaban para componer muros y espacios. Espacios interiores, en los que Penélope reinaría. Los aposentos cobrarían "sentido" al acoger las pacientes labores de Penélope tejiendo conceptos antes de desvelar o interpretar significados.  El hogar había  sido compuesto para que Penélope pudiera pensar, articulando nociones y mostrado su significado. La finalidad de la arquitectura consistía en acoger al pensamiento. La casa daba que pensar. Asistía al pensamiento, lo alumbraba. La Filosofía se recogía en la casa del pensamiento. Penélope se había creado su mundo; un universo cerrado salvo para quienes comulgaban con ella.
Ulises era la personificación de la astucia. Sabía solventar toda clase de problemas. Estaba, así, capacitado paras estar a altura de Penélope. Sabiduría, junto al amante de la Sabiduría.
El filósofo piensa. No actúa (pese a que Platón quiso que los filósofos fueran gobernantes). Permanece quieto, ensimismado, como Penélope.
La lectura alegórica de Penélope como Filosofía, ¿acaso significaba que la Filosofía no era una tarea heroica? O, por el contrario, ¿implicaba que el estatuto de la mujer en la Grecia antigua,, o su consideración, era más elevado, o se estaba elevando?
Posiblemente, Penélope como Filosofía revelaba el abismo, que aún hoy existe entre Teoría y Práctica, Reflexión y Acción. Pero Penélope no era nadie sin Ulises. Y Ulises solo aspiraba a retornar al lado de Penélope. Circe ni Calipso lograron hacerle desistir del deseo de volver a Itaca. Ulises y Penélope tenían que estar juntos: juntos constituían una alegoría de la fuerza, física y mental, humana, sin que ninguno dominara el otro. Un sueño, sin duda.

Léase el artículo siguiente (tras inscribirse al portal JSTOR), parafraseado en este texto.
 
 
  

4 comentarios:


  1. En el mundo arcaico en general hay una relación entre los nudos y la magia.Con nudos se puede atar a las personas,los acontecimientos.Desatando un nudo se puede facilitar un parto ,solucionar un conflicto atascado..Puede que en los orígenes se temiera a las personas capaces de tejer.Puede que hubiera también una relación entre videncia y tejido.



    Sobre Hera,no sé si conoce un trabajo de Maria Elena Rodriguez Ten que viene en este libro "la construcción ideológica de la ciudadanía" editado por la complutense ,con Domingo Plácido y otros.Es muy interesante,y en el caso concreto de Hera se vé como vá cambiando su rol ,desde una posible gran diosa a la que los varones entregaban armas a modo de ofrendas ,hasta la esposa de Zeus y protectora del vínculo matrimonial,

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  2. Comentario muy agudo. Sin duda, quienes eran duchos en nudos y lazos debían de ser temidos.
    Nudos que se hacen y se deshacen mágicamente; nudos que hay que cortar por lo sano: el nudo es una imagen de un problema o un enigma -el nudo gordiano- que debe ser solventado.
    En muchas culturas, la falta de hijos es debido a un nudo mágico creado por una hechicera. Los nudos constituyen bloqueos. La vida puede detenerse por un nudo.
    No conocía este texto. Muchas gracias. Lo busco hoy mismo.

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    1. Creo que le puede gustar mucho todo el libro.Se ajusta escrupulosamente a la arqueología ,la epigrafía etc y trata de los cambios religiosos que ocurrena la vez que la creación de la polis.

      Sobre el hecho de que la filosofía,la poesía,sean de género femenino ,no sé si las musas pueden tener una remota relación con las ninfas de la aguas y la capacidad del agua para otorgar las visiones y la sabiduría.Quizá es una idea un tanto cogida por los pelos.
      También sería una manera de ofrecer un modelo de mujer moderada,apolínea ,domesticada ,totalmente opuesta a las bacantes a las mujeres orgiásticas,peligrosas para la institución de la familia

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  3. Excelente observación.
    Las Musas eeran hijas de una diosa antiquísima, Mnemosyne, la diosa de la memoria.
    Las ninfas, por su parte, eran también divinidades primigenias, de las aguas.
    El agua era un elemento vital, que también intervenía en los oráculos. Las fuentes y los ríos eran lugares donde se originó la vida.
    Es cierto, por tanto, que presentar a las Musas y las ninfas como fuerzas inspiradoras, sitúa la creación poética a la altura de la creación del mundo.
    Muchas gracias

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