miércoles, 25 de septiembre de 2013

El culto al arquitecto (Imhotep)







Estatua de culto de Imhotep, época Ptolemáica: Allard Pierson Museum, Amsterdam
Foto: Tocho, septiembre de 2013


El Allard Pierson Museum -museo arqueológico, con piezas de las grandes culturas mediterráneas y del Próximo oriente antiguo, de la universidad de Amsterdam- es quizá el mejor museo de la ciudad, aunque mucho menos visitado que el museo van Gogh.

Acoge una obra singular. Una estatua de culto, de cierto tamaño (unos setenta centímetros de alto cuando estaba completa), tallada en granito, que representa a Imhotep. Efigies de esta figura no son raras; mas son todas, o casi todas,  ex-votos, estatuillas de bronce de pequeño tamaño.
No recuerdo ninguna estatua de culto.

Imhopeh no fue una figura histórica. Formaba parte de la corte del faraón Djozer (hacia 2600 aC). Poseía un alto cargo, posiblemente el segundo tras el del faraón. Cumulaba los títulos o las funciones. Era canciller, sacerdote de Ptah, responsable de las construcciones, así como proyectista y supervisor del recinto funerario de Saqara, en el que destaca la pirámide escalonada. Era médico también. Las medidas y las medicinas obraban en poder de una misma persona, cuyas tareas tenían como fin el mantenimiento de la buena vida en Egipto.
Ya en el Imperio Antigua Imhotep era una figura respetada.
Sin embargo, fue divinizado bajo los Ptolomeos, a partir del s. IV aC. No fue el único constructor egipcio divinizado. Sí, el más importante, y el que dio pie a un culto sostenido.
Fue equiparado a Asclepios -hijo de Apolo-, dios griego de la medicina.
Se tejieron leyendas. Ptah, el dios egipcio de la arquitectura, fue considerado su padre. Sekmet, diosa-madre, diosa de las aguas, su madre.

Esta estatua obedece a la iconografía más habitual. El arquitecto está sentado, con un rollo de papiro, en el que debía estar trazado algún plano arquitectónico, sobre su regazo. La estatua está ennegrecida por las manos de los fieles que la tocaban a la entrada de un templo, por ejemplo el templo del dios Ptah, en Karnak, donde también se rendía culto a su hijo. Se le ofrendaban íbis momificados -pájaro migratorio cuya llegada anunciaba la crecida del Nilo y, por tanto, tanto la prosperidad debido a los cultivos, como la reconstrucción de los hogares anegados tras la crecida del río-, aves también ofrecidas al dios Toth, divinidad de la escritura, con quien Imhotep también fue equiparado (dibujar y escribir, anotar, fijar la realidad a través del verbo y del dibujo -verbo y dibujo idénticos en el Egipto faraónico-, eran tareas parecidas). A través del gesto y del don, se entraba en contacto con el arquitecto, mediador entre los humanos y los dioses. Se esperaba salud del gesto devoto.



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