sábado, 28 de abril de 2018

Crítica del juicio




El poeta y editor francés Maurice Heine  (1884-1940) (autor de un breve poemario, desconocido, El islam bajo la ceniza, de 1918, y descubridor y cuidadoso editor de los textos proscritos del Marqués de Sade) mostró, en 1928, un collage fotográfico: El fenómemo del éxtasis, en el que, en un múltiple juego de espejos, se proyectaban rostros femeninos extáticos.

La revista surrealista del periodo de entreguerras, Minotaure, de cuyo consejo editorial Maurice Heine formaba parte,  publicó, en 1933, un collage de Salvador Dalí compuesto a partir de fotografías recortadas en revistas médicas y de una fotografía de Brassai. El título del collage, acompañado de un breve texto del mismo Dalí, era el mismo que el del fotomontage de Heine.

Las fotografías del collage de Dalí también se centraban en rostros femeninos extáticos. La interpretación de dichos rostros como extáticos se basa en el título del mismo, ya que, en verdad, las fotografías corresponden a mujeres encerradas en hospitales psiquiátricos (que no gozan sino que sufren). Para Dalí, la locura, el éxtasis erótico (llamado, en francés, la pequeña muerte), el éxtasis místico (de Santa Teresa de Jesús) y la muerte convulsa imprimían unos mismos rasgos en el rostro, puesto que las sensaciones que nublaban la vista y retorcían el cuerpo dolorido o transido eran parecidas. Entre la locura, el placer y la muerte -como entre el sueño y la muerte, en la antigüedad- no cabía diferencia alguna.
La interpretación de la escultura de Bernini dedicada a Santa Teresa de Jesús, en la que un ángel efébico le clava una flecha en el corazón, que se revuelve y se eleva, la cabeza inclinada hacia atrás y los ojos cerrados, por parte de la crítica desde los años 30, ha destacado habitualmente la dificultad para discernir qué le ocurre a la Santa: ¿sufre o goza, sufre y goza, muere o se transfigura?. Unos célebres versos de Teresa de Jesús corroboran la ambigüedad, o la complejidad de los sentimientos:

"Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero porque no muero. 
Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor".

Bernini supo reflejar bien (en ¡el mármol!) estas pasiones opuestas, lo mismo que Heine y Brassai.

La lectura o interpretación de una imagen plástica no es pues fácil ni evidente. Mirar, sin embargo, es interpretar o juzgar. Vemos lo que creemos ver, lo que queremos ver. Vemos lo que nuestros prejuicios nos muestran. O, mejor dicho, vemos lo que la imagen nos quiere mostrar. Que la imagen nos engañe o juegue con nosotros, en bien sabido. Platón la juzgaba severamente precisamente por su capacidad de hacernos perder el juicio.

Cuando un juez determina lo que una fotografía le muestra, y dicta sentencia en función de lo que la imagen le sugiere, denota bien la dificultad en emitir un juicio unívoco, precisamente porque una imagen no ofrece una única lectura: una imagen condensa en una sola figura aspectos, sentimientos que se complementan o se rechazan, se conjugan, se sustituyen, se alternan, se oponen, sin que ninguno domine. No debería extrañarnos que un juez juzgue una fotografía de un modo particular, y vea lo que otros no ven, ni sea capaz de descubrir lo que es evidente para otros. La imagen está allí, precisamente, para turbar, confundir, poner a prueba nuestro discernimiento, nuestra capacidad para darnos cuenta de nuestras limitaciones, nuestros prejuicios y nuestras agudezas.
Pero que un juez no sea consciente de la duplicidad de la imagen, de su difícil lectura que impide emitir un juicio unívoco, sorprende. El problema no es legal, es estético -y ético, ya que el juicio estética tiene consecuencias en la manera de actuar.
Un juicio es siempre estético. Pero tiene repercusiones políticas, pues denota nuestra concepción de la colectividad, de las relaciones humanas, e influye en cómo organizamos nuestra vida y la de los demás. En ocasiones, no ser consciente que una imagen es un espejo de nuestra manera de ver el mundo puede llevar a errores trágicos. 

4 comentarios:

  1. ¡Muchas gracias!

    El fotomontaje de Dalí en la revista Minotaure está a la vista estos días en la exposición antológica de Brassai en la Fundacón Mapfre en Barcelona.

    Un atento saludo

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