La fotógrafa y cineasta francesa Valérie Jouve, a la que el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Saint Étienne (Francia) dedica una exposicion antológica en este momento, retrata ciudades y edificios fuera de todo contexto: edificios reducidos a fachadas, a menudo reflectantes, pueblos y ciudades, como en Palestina, desarraigadas, imposibilitadas de relacionarse con un territorio vetado, o construcciones que no han llegado a ningún lugar y que tan solo han logrado degradar territorio.
Sus fotografías convierten las construcciones en juegos de formas y volúmenes geométricos (sin referencia a entornos naturales) , de los que la vida está excluida o contra los que la vida se enfrenta. La geometría, en este caso, ya no es un modelo de perfección platónica,, un sueño (inalcanzable), sino forma parte de la realidad cotidiana y es percibida como una imposición que delimita, coarta y constriñe la vida. La geometría encuadra la vida y le impide desarrollarse: constituye un marco del que es difícil o imposible salirse.
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