sábado, 21 de diciembre de 2024

Suspenso

 Llegó la hora de las evaluaciones finales. Los estudiantes han realizado las pruebas parciales y finales, han entregado los trabajos prácticos, han pasado las pruebas orales -en las que se ponen a prueba sus capacidades cognitivas y expresivas ante un jurado o un examinador-, y aguardan, a veces nerviosamente, el resultado. Pende un suspenso. 

El docente, a su vez, puede afrontar con tristeza el dilema de suspender a un estudiante aplicado y participativo en clase. Un suspenso puede ser compartido: el suspenso del examinado  refleja el suspenso del examinador. 

Sin embargo, quizá  no hayamos calibrado que, en latín, suspender es un verbo que no se aplicaba a la evaluación de un examinando. El verbo, compuesto por la partícula adverbial subs-, que significa debajo, y el verbo pendere, significaba colgar de un punto elevado, o colgar cabeza abajo. Se colgaban a los condenados a muerte, y los suicidas también se colgaban, pero, habitualmente, lo que colgaba eran ofrendan suspendidas de los árboles, entregadas a las potencias invisibles. La suspensión conllevaba una entrega: de un bien, o un abandono: la voluntad, cuando un oyente quedaba suspendido de las palabras de una persona admirada o amada.

El verbo latino pendere significa pesar o sopesar. Los platos de una balanza, colgados de una barra horizontal, permiten calcular el peso de un objeto y, metafóricamente, de una argumentación.

Un suspenso académico significa que un texto, una respuesta no tiene peso, entidad. Es ligera, insulsa, inconsistente. Popularmente, no hay por dónde cogerla. Es inconsecuente y impide una respuesta adecuada. Cae por su propio peso. 

Quien se somete a examen queda, literalmente, colgado. Sufre un castigo. Su suerte pende de un hilo. En tanto que retenido, no puede avanzar ni prosperar. Sufre un cuelgue, un estado que le impide razonar y responder adecuadamente. Una persona colgada es dependiente. Su suerte pende de una decisión o voluntad ajenas. Es incapaz de tomar la vida en sus manos. No sabe qué tiene qué hacer. Está falto de sabiduría, al menos temporalmente. La mente en blanco, queda detenido, mudo, sin dar con una respuesta. No acierta a salir de una situación en la que ha quedado enredado.

Un suspenso conlleva incertidumbre: suspense. No se vislumbra qué puede suceder. La luz se ha apagado. Reina la oscuridad, que impide proseguir. Las pistas, los datos, las certezas han desaparecido. El estudiante no puede avanzar -ni retroceder. Queda encallado. Su vida se detiene. Sufre un bloqueo. Se diría que se ha dormido, se ha abandonado. No logra dar un salto adelante: carece de futuro. Todo lo que tenía que hacer, todo lo que planeaba o esperaba obtener queda lejos, fuera de su alcance. Su vida da un vuelco. Un suspenso es una trampa en la que ha caído, que lo retiene. Una cuerda, de la que pende, le impide avanzar, y mirar confiadamente hacia adelante. 

Un suspenso es un peaje que se tiene que pagar, y expiar. Es una pena (poine, en griego, es una multa), que deberá esforzarse en abonar. De algún modo, es una ofrenda que le podría abrir unas puertas que se le han cerrado, impidiéndole proseguir su carrera, sus estudios. Su suerte está en entredicho. Deberá aclarar qué dice, deberá aclarase sobre cómo proceder. 

Un suspenso es un alto forzado. Una parada impuesta por un obstáculo que no se ha podido, no se ha sabido sortear, o vencer, derribar.

Un suspenso nos pone a prueba. Obliga a redoblar esfuerzos, si fuerzas aún no queda. El suspenso es una metáfora de la vida, prendida entre la esperanza y ls incertidumbre. Todos estamos a merced del suspenso, hasta topar el suspenso final: la barrera que no lograremos abrir. 

viernes, 20 de diciembre de 2024

El signo del vacío


Fotos: Google image. El museo del Prado en Madrid solo permite, en el mejor de los casos, fotografiar cartelas, discretamente.


La extraordinaria exposición Darse la mano, sobre la conjunción de la pintura y la escultura para dotar de una ilusión de realidad a la estatuaria barroca española, presenta alguna obra de difícil interpretación. La duda no reside en lo que representa -el tema-, sino en cómo representa.

Es un lugar común destacar que los collages cubistas fueron las primeras obras representativas que introdujeron elementos reales -fotografías, papeles pintados, rejillas, etc-, casi siempre planos, en lugar de su reproducción mimética.

Pero sabemos que en ocasiones, las tallas barrocas policromas no reproducían con minucia los pliegues de los ropajes  en madera tallada y pintada, sino que envolvían las figuras talladas con telas endurecidas con resinas. El trabajo laborioso de la talla y la policromía se obviaba, por lo que el tiempo de ejecución de una escultura se acortaba sobremanera. Las tallas que parecían arropadas lo eran de verdad: ropajes reales, que se hacían pasar por representaciones sí mismos, las cubrían.

Lo más sorprendente de muchas tallas barrocas, sin embargo, no se ve: son las partes traseras de esculturas adosadas a retablos, esculturas que nunca podrán ser contempladas desde distintos ángulos, de frente, de costado y desde atrás.. 

La imponente estatua de Santo Tomás, del escultor barroco español Gaspar de Becerra, es una de las obras maestras de la estatuaria occidental. La figura del patrón de los arquitectos, a escala mayor que el natural, impone. La viva reproducción de la carne y los ropajes produce casi inquietud. Si un espectador quedará encerrado a solas, a media noche, a oscuras, frente a la mirada terrible de esta figura, en la sala…. No desearía ser un vigilante abriendo las luces de la sala, aún vacía de visitantes, a primera hora del día siguiente.

Una figura potente, vigorosa, inquietante domina a los visitantes.

Mas, si se pudiera rodearla, como ocurre, excepcionalmente en esta exposición temporal, se descubre….nada. No hay nada. Tan solo medio tronco hueco tallado por una cara, y vaciado interiormente. Por detrás, solo se descubre la cara interior, sin tallar, del ilusorio volumen exterior. La escultura no es ni siquiera un relieve. Tan solo es una máscara, o una piel que no envuelve nada.

Esta realidad no es excepcional. Las estatuas que se exponían exentas no solían estar trabajadas por la cara oculta.

Es por esta razón que los primeros autores cristianos se burlaban de las estatuas paganas que pretendían ser consideradas como una manifestación sensible de una divinidad invisible. Su oquedad, su interior vacío, argumentaban, era un signo de su vanidad, su nadería. Eran una mera ilusión; un engaño.

La feroz crítica cristiana hacia la estatuaria sagrada pagaba bien hubiera podido dar de lleno a las tallas religiosas cristianas y a los pasos procesionales. Las figuras, en estos casos, apenas están talladas. Son cabezas y manos unidas por un andamiaje de madera oculto por pesados ropajes que simulan revestir un cuerpo -cuando solo están llenos de aire, como ropajes colgados de un perchero.

Tanto las tallas cuanto las figuras de los pasos procesionales, ambas huecas, pueden ser interpretadas no tanto como simples apariencias sin consistencia, sino como apariciones: imágenes incorpóreas que, en la ausencia de materia o cuerpo, revelan su carácter sobrenatural. La materia densa, opaca, ciega, insensible no lastra las figuras. Su cuerpo es invisible. Adoptan una faz visible para manifestarse a los ojos de los humanos. Su imagen es una máscara que hace visible lo invisible. En sí misma, su esencia es el éter. Los sentidos humanos son incapaces de percibir, y de concebir los seres celestiales. Solo a través de la mediación de una delgadas piel policromada, los fieles pueden sentir la cercanía , la presencia de los seres celestiales necesariamente hechos de una sustancia que no es natural ni humana: una sustancia que escapa a la percepción del limitado alcance de los sentidos.

El vacío, la ausencia, como signo paradójico de la presencia divina, no es extraño en la concepción y la figuración divinas. En la figuración sagrada cristiana, tan solo una ilusión material parece acercar la divinidad al ser humano y hacer soportable la impalpabilidad de aquélla, que solo se ve pero no se toca, como si fuera un espectro, una nube o un sueño el sueño que existen los dioses tutelares, figuras que simulan existir para que no nos sentamos solos definitivamente y para siempre.


https://www.museodelprado.es/actualidad/exposicion/darse-la-mano-escultura-y-color-en-el-siglo-de-oro/ee9f1869-acd0-f319-3f01-fd2dbacb8375





jueves, 19 de diciembre de 2024

SOLEDAD SEVILLA (1944): ARQUITECTURAS AGRÍCOLAS (2013)




















 
Fotos; Tocho, diciembre de 2024


Maquetas de pared de pequeño tamaño, de plancha metálica pintada, de secaderos de tabaco andaluces.
Construcciones sencillas, originariamente de planchas o de listones de madera, separados entre sí, componiendo un enrejado, por el que el aire cálido y seco circula, impidiendo que las cosechas se pudran.
Las casas, coronadas por tejados a dos aguas, parecen vibrar, movidas interior e exteriormente por no se sabe qué impulso. 
Construcciones gastadas pero vivas, cuyas tramas regulares de líneas verticales recuerdan las tramas que durante decenios, Soledad Sevilla ha pintado incesantemente, y que entroncan con  el interés de la artista por los espacios arquitectónicos , sean reales, como los de la Alhambra, o pintados, como la estancia de las Meninas -la secuencia de estancias unidas por la luz-, sobre los que ha trabajado. Más que arquitecturas materiales, opacas, son espacios definidos por círculos de luz que interesan a la artista. Son son volúmenes bajo el sol, que reflejan el sol, sino lugares definidos por la luz cuyos límites y cantos trazan los rayos de luz.

Una exposición en Madrid muestra este conjunto de modestas construcciones: 







martes, 17 de diciembre de 2024

AGUSTÍN VILLARONGA (1953-2023): TRAS EL CRISTAL (1986) -CON MARISA PAREDES (1946-2024)







 https://vk.com/video437024591_456239512

En este enlace podrán ver la película


Se escribe que la recientemente fallecida actriz Marisa Paredes logró el reconocimiento internacional con sus papeles protagonistas en diversas películas de Pedro Almodóvar. Brilló, brilla, sin duda.

Mas, en verdad, Marisa Paredes protagonizó la polémica, espléndida película de Agustín Villaronga, Tras el cristal (una de las cinco o seis mejores películas españolas, junto con obras de Buñuel, Barden, Berlanga, Neville, Val del Omar, Zulueta, Erice y Almodóvar)presentada en el festival de cine de Berlín, que causó un gran escándalo. La película fue prohibida en Alemania. Se contaba de numerosos espectadores que abandonaban la sala mareados. 

Agustín Villaronga intervino generosa y graciosamente, y de manera discreta, en un par de ocasiones en las clases de Estética en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona en los años noventa.

Una copia en 35 mm de la película se proyectó en dicha Escuela. Ilustraba el concepto de lo siniestro. Solo un estudiante se levantó.

Marisa Paredes -al igual que Victoria Abril, con quien interpretó una película de Almodóvar- estuvo a punto de impartir también una clase en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Sin pedir nada a cambio.

In memoriam...




domingo, 15 de diciembre de 2024

Melancolía (la percepción del fin)




Robert Burton (1577-1640): Anatomía de la melancolía (1621). Una de las fuentes de la no-novela del también inglés Laurence Sterne, Vida y opiniones de Tristam Shandy (1759) que bebe de Cervantes, Montaigne y Rabelais, y es la directa precedente del Ulises de James Joyce. 

Ambos libros, de Burton y de Sterne, sobrecogen por la lucidez y el humor sarcástico que exhiben ante la bajada final del telón.


 

viernes, 13 de diciembre de 2024

Qué Santa Lucía …


















 

Fotos: Tocho

Amuletos contra el mal de ojos y ex-votos por la gracia obtenida en contra del mal de ojo, españoles, italianos y griegos, de plata, oro y cera, siglos XIX-XX.  


Llegó el día, 13 de diciembre, el día en que por fin podemos y debemos acudir a una capilla dedicada a Santa Lucía -en Barcelona, cabe la catedral, que abre hoy sus puertas- para ofrendar un ex-voto por el bien concedido por la santa:  el desvío del mal de ojo que sin duda nos han lanzado, pero no nos ha dado.




Fotos: Tocho, Capilla de Santa Lucía, 13 de diciembre de 2024, Barcelona 


Lucía es una virgen y mártir cristiana romana que no dudó en arrancarse los ojos para preservar la pureza de su cuerpo, cuando fue encerrada en un burdel, o que fue sometida a tortura por no aceptar dar cuentas a los dioses paganos, y se la arrancaron los ojos, lo que aumentó el magnetismo de los mismos y agudizó su vista.

Desde entonces, Lucía se presenta de pie, serena,con una bandeja en la que se ofrecen sus ojos, o los lleva en la mano, como un amuleto o un ex-voto, que la protegen de los ultrajes.

Sin Santa Lucía, perderíamos la esperanza del renacer de los tiempos,  hoy que nos adentramos en el yermo invierno. Y no nos olvidemos que si vivimos en ciudades en gracias a su protección: es la santa patrona de las urbes, un centro desde las que se percibe el mundo entero. 

Amén 

Ex Cathedra

 ¿Ningún docente se atreve hoy a hablar ex-cathedra, es decir con aires de suficiencia, imponiéndose a profesores de menos rango? Parecería que la antigua imponente y augusta figura del catedrático hubiera desaparecido, se hubiera suavizado o hubiera mutado.

No es casual que el castellano cátedra y el catalán cadira, que se refieren a realidades distintas, sean tan parecidos: ambas palabras vienen del griego cathedra -que resuena también en el moderno término de catedral, el templo por excelencia donde practica el religioso de mayor rango - y designa una sede o un asiento superior, es decir dotado de apoyabrazos. Se traduce también por silla porteadora, útil siempre que existan porteadores a las órdenes de quien se desplaza sentado. Quienes se sientan en una cátedra, un asiento más alto, voluminoso y cómodo, que una silla o un simple taburete, dominan y someten a los demás. Y solo ciertas personas de rango están autorizadas a “sentar cátedra”, es decir, a imponer su voluntad y a ordenar lo que los inferiores tienen que hacer. 

La figura tradicional del catedrático no ha desaparecido. Es un funcionario, con un cargo de por vida. Quienes no han alcanzado todavía un trabajo seguro están a merced de su voluntad. Tienen que someterse y acatar las órdenes so pena de la expulsión o de la postración, de de quedar relegado, sin tareas que cumplir, sin proyectos de investigación en los que participar, lo que conlleva la imposibilidad de ascender. El catedrático eleva o ningunea. Vive rodeado de una corte de temerosos o atemorizados docentes que tienen que rendirle pleitesía y acatar sus órdenes o sus caprichos si no quieren perder la posibilidad de seguir ejerciendo la docencia.

Algunas tareas administrativas, por ley, solo pueden ser ejercidas por catedráticos. Entre éstas, ls presidencia de comisiones y de tribunales que sancionan promociones y determinan exclusiones, que abren o cierran puertas. ¿Cómo no inclinar la cabeza ante la figura del catedrático? Como los monarcas, tiene favoritos y desacreditados. Algunos son sus ojitos, otros sufren del mal de ojos. El catedrático dirige proyectos de investigaciones y tesis doctorales. Firma artículos que no siempre escribe, dirige asignaturas que no imparte, delegando la tarea a quienes están por debajo. Kathedra, en griego, también significa inercia. Quien ocupa el sillón no necesita mover un dedo. ¿Quién se atreve a contradecirle? Hace y deshace a voluntad. Su palabra es ley. Y no cabe recurso alguno. 

Por desgracia, hoy, algunos catedráticos consideran que son docentes como los demás  y no dioses.

Esperemos pues que no perdamos esta entretenida y esperpéntica caterva de catedráticos como dios manda, comisionistas, fugados de la justicia, camellos y protectores políticos, entrenadores besucones, religiosos amantes de los niños, vedettes reales, contables, contratistas ….que tanto nos distraen.



A todos los catedráticos -hoy, muchos- que han colgado para siempre en el armario la toga, el birrete y la muceta, guardado las piletas en el cajón, y se arremangan.





martes, 10 de diciembre de 2024

TARSILA DO AMARAL (1883-1976): CASAS, PUEBLOS Y CIUDADES




































































 

Las aglomeraciones que la artista brasileña Tarsila do Amaral, formada en París en contacto con Ferdinand Léger, tras un bachillerato en Barcelona, pintó en los años 20 y 30 del siglo pasado,  presentan rasgos de ciudades en construcción o mutación: grúas, chimeneas, fábricas. 
Pero, en la mayoría de casos, solo el número de construcciones distinguen a las ciudades de los pueblos y las haciendas. Lo que estos tres tipos de construcciones tienen en común es la presencia, en primer plano, de la naturaleza: palmeras, árboles de tronco hinchado y caminos serpenteantes, como si de la imagen de un territorio aún pletórico de vida natural o espontánea se tratara, entre cuyos árboles se insertan casas y cobertizos aislados o agrupados. La ciudad no vence al bosque o la pampa . Éstos no retroceden ni se esquilman, sino que las obras parecen adecuarse al entorno con respeto. Y los árboles sobresalen entre las construcciones a menudo de una sola planta y tejado a dos aguas.
Cuando se habla hoy de “re-naturalizar” a la ciudad -lo que implica a veces abandonarla, entregándola a la naturaleza-, Tarsila de Amaral evoca pueblos y ciudades, seguramente idealizados, en los que cultura y naturaleza conviven sin dañarse o limitarse en apariencia. 

Una exposición en París recuerda la obra de esta artista, que posteriormente viajará a Bilbao :